Capítulo 13

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— Bien, si te consideras apta para volver al trabajo, te creo. —lo veo cruzarse de brazos.

Puede que no esté convencido de que deba volver, pero tampoco puede hacer algo para evitarlo.

— Es que ya descansé casi toda una semana. Anoche le comenté a mi residente por teléfono que ya me tranquilicé y que empezaré a tomar terapia con algún psicólogo de la universidad al menos tres horas a la semana. —asiente, aunque aún sin parecer que la tensión se redujera.

Hacía apenas 2 días de que Shawn había venido a Londres de imprevisto, se quedó toda la noche y se marchó al amanecer. A pesar de que fue algo muy reconfortante haber podido hablar con alguien sobre casi todo lo que me desestabiliza, eso no quita el hecho de que ahora el canadiense me trata como si fuera más frágil que el cristal.

Las llamadas que solíamos hacer se convirtieron totalmente en videollamadas y él no duraba más de 2 horas incomunicado al menos que estuviera durmiendo o trabajando. Justo esto era lo que no quería que sucediera si hablaba con alguien.

— ¿Qué desayunaste?

— Tomé una taza de café.

— Eso no es un desayuno —frunce el ceño. — come algo en cuanto llegues, por favor.

— ¿Una barrita nutritiva de la máquina expendedora cuenta como desayuno?

— La barrita complementaría el café y ahora sí sería un desayuno. Solo no te olvides de comer, necesitas energía.

— No tengo mucho tiempo.

— Claro que lo tienes, así como me llamas mientras conduces podrías encontrar una actividad para hacer en conjunto al desayunar, pero únicamente en casos de emergencia porque tu cerebro debe ser consciente de que comes.

— ¿Desde cuándo suenas como mi mamá?

Tal vez desde que me quedé sin una.

— Olvídalo, ya sé que he sido descuidada conmigo, pero me compondré. No tienes que estarme vigilando.

— No es que te esté vigilando. Me preocupo por ti y solo quiero cuidarte, cosa que hago porque te quiero ¿de acuerdo?

— De acuerdo.

— ¿Cómo va tu muñeca?

— Shawn, tengo un límite de preguntas y ya lo rebasaste ¿puedo YO hacerte alguna pregunta?

— Después de responder la que te hice, las que quieras.

— Mi muñeca está mucho mejor, ya casi no duele. —digo renegando.

— Listo, puedes cuestionarme lo que quieras.

— Gracias. ¿No tienes algo mejor que hacer?

— Eso me dolió. Para tu información, esta llamada es lo mejor que tengo que hacer esta mañana y llevo esperándola un buen rato, no me arruines mi momento feliz.

— Perdón, las píldoras me ponen irritable.

— Es notable. —ríe. — Ten mucho éxito en tu día, hay pacientes que pueden no sobrevivir y tienes que aceptar que esas cosas suceden.

— Ya lo sé. —bufo.

— No está totalmente en tus manos.

— Gracias.

— Ve a practicar lo aprendido y junta todas las experiencias para convertirte en la médica de la que estoy y seguiré estando orgulloso. —sonrío. — Tengo que irme. Tú puedes, Lexie.

En cuanto aparco en el sitio habitual del estacionamiento me pongo nerviosa, ya que no he visto a ninguno de mis compañeros y tampoco intenté comunicarme con ninguno luego del ataque de ira del cual todavía me avergüenzo mucho.

Au Pair : No me sueltes || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora