Figth and mark

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Recordó que Taehyung había llegado a salvarlos, Jungkook y Namjoon también, hasta que escuchó que sus hijos estaban bien fue que pudo dejar que su cuerpo cayera derrotado después de luchar contra tres maldiciones. Su corazón se llenó de incertidumbre al ver a la persona que amaba y odiaba de nuevo frente a él.

Luego de eso, todo se puso blanco.

¿Habían vuelto al clan Kim?

Bajó su mirada, acariciando el cabello de sus hijos, eso no le gusta, se suponía que se habían ido de ahí para ser libres y ahora, otra vez, estaban allí dentro. Otra vez la vida se empeñaba en acercarlo a Kim Taehyung.

La puerta corrediza se abrió y se alivió que fuera su hermano, por primera vez en mucho tiempo.

—¡Tío kook! — gritaron sus hijos, su hermano sonrió levemente sentándose en el tatami a su lado con sus sobrinos en el regazo, jugando mientras delineaban sus tatuajes.

—Papi ya esta bien — susurró el mayor, sus ojos cafes brillosos. El rubio asintió.

—Lo está mocoso y eso fue gracias a ustedes, que fueron fuertes.

Sorae llenó su pecho de orgullo y asintió, agarró la mano de su hermanito, susurrando que irían a contarle a su papá que su papi estaba bien. Hoseok sintió palidecer antes eso, pero igual los dejó ir. Su hermano y él quedaron solos en esa habitación, silencio llenando todo por un largo rato... Hobi sabía, tenían mucho tiempo que no se sentaban a hablar frente a frente.

La única vez que eso pasó, fue la noche nublada donde Jungkook le gritó: "Tal vez nuestro padre tenía razón, la fuerza lo es todo" cuando Hobi le preguntó por qué era tan agresivo con Jimin si él sabía que lo amaba. Jungkook estaba furioso, diciéndole que era un idealista, que no sabía cómo era ese mundo y quienes lo dominaban. Que algún día sufriría por ello.

"Yo quiero vivir siendo feliz por mi y darles felicidad a otros si puedo, no veo la vida como tu lo haces" Fue lo que Hoseok le dijo en aquel momento, Jungkook no le dijo nada, solo paso de largo susurrándole que era un idiota.

Nunca habían tenido la mejor relación de hermanos, pero sabía que el rubio lo amaba tanto o  más de lo que Hobi podría imaginar.

Y Hoseok entendía, él estuvo ahí, todas las noches que su padre golpeaba a su madre, cuando la obligaba a tener sexo, cuando la humillaba. Su padre había sido un monstruo, uno que les repetía desde el cansancio que tenían que ser fuertes, que no fueran una copia de su madre.

Muchas veces quiso golpearlo por ser débil y Jungkook se interponía cada vez, recibiendo su castigo, las cicatrices siendo ocultadas por los tatuajes en su cuerpo eran la prueba de ello.

Latigazos arrancando su carne para cerrarse, al menos físicamente muchas veces, los orbes negros de su hermano llenándose de una furia y odio inmenso. Hoseok entendía la obsesión de su hermano con el poder y la fuerza.

Pero ¿Si él tomó como ejemplo el no ser así de la vida que tuvo? ¿Por qué seguir los pasos de su padre sabiendo lo que se sentía?

—¿Estás bien?

La voz grave lo sacó de sus pensamientos mientras se acomodaba con la espalda apoyada a la pared, llevó sus orbes marrones al rubio y asintió.

—¿Qué va... Qué va a pasar ahora? ¿Nos mataran?

Su hermano juntó las cejas.— Claro que no, idiota, incluso si aún tuviéramos esas jodidas leyes, no dejaría que ningún bastardo te tocara.

Un recuerdo de Jungkook sonriendo para ocultar el dolor, que esas vendas ensangrentadas aferradas a su espalda le provocaba, llegó a su cabeza. La sacudió.

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