Capítulo 31

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|| Jayden ||

Isaac nos lleva hasta el coche.

—Mierda Isaac.—exclama Ava al ver el coche —Es un maldito Bentley Flying Spur del año.—se maravilla con el coche color vino de cuatro puertas.

—Veo que aún te siguen gustando los autos. Toma.—le da las llaves —Condúcelo yo iré en aquel.—señala el carrito de golf

—Pero hace frío.—le dice Ava

—Eso no importa.—el piloto le resta importancia

Ava toma las llaves emocionada y rápidamente nos metemos en el auto. No son más de quince minutos hasta llegar, aún así Ava tiene una sonrisa en su rostro.

—Los aviones/Jets privados tienen su propio espacio en los aeropuertos y su propio personal aéreo.—me dice Ava antes de bajarnos del auto —Isaac, ¿es nuevo personal?—le pregunta Ava cuando llegamos, mirando a las dos chicas que se han llevado nuestras maletas para el avión

—La señora Alvey a cambiado todo el personal, excepto a los pilotos.—explica

—¿Y eso por que?—cuestiona

—No dio explicaciones. Solo despidió a los de siempre y llegó con otros. Lo único que dijo que fue que los tratáramos bien ya que son de familias que ella conoce.

Dejo de escuchar su conversación cuando mi vista se posa en el tremendo aparato aéreo que tenemos de frente. Es todo blanco, con las líneas de las gigantescas aspas en dorado, del mismo color de ese detalle está el apellido Alvey en letra fina.

Sin evitarlo me quedo mirándolo, admirando como es posible que ahí viajemos solo unos pocos cuando pueden caber muchos más.

Si así se ve solo por afuera no me imagino como debe ser el interior y me sorprendo a mi mismo queriendo averiguarlo.

En cambio cuando veo a Ava ni siquiera está asombrado. Tiene el ceño fruncido, mirando el avión como si la idea le desagradara.

—¡Isaac!—lo llama y me jala del brazo para llegar hasta el piloto —¿Por que nos vamos en este? No somos ni ocho personas.

—Las gemelas están usando uno, el otro lo tienen tus padres que viajaron ayer y llegan mañana en la noche.—nos quedamos de pie en las escaleras, mientras Isaac va al interior.

—¿Todo bien?—le pregunto cuando no nos movemos para entrar

—Si. Es solo que es mucho avión.—lo señala y estoy de acuerdo con ella —Aún así, te gustará. Prácticamente la mitad del avión es una habitación, con cama y su propio baño.—empezamos a subir las escaleras —La otro mitad es normal.

Al parecer la palabra normal para ella es muy diferente a la mía.

Porque al entrar todo grita lujos y dinero. Los sillones amueblados en cuero colores cremas y marrones combinados con el estilo bambú en algunos detalles. Tiene sus mesas en madera pulida y al final está un mini bar con todo tipo de bebidas.

—¿Te gusta?—me pregunta

—Estaría demente si no me gustara.—sonríe complacida, entrelaza sus dedos con los míos

Me lleva hasta a la otra parte.

—Está es la habitación.—corre una puerta de bambú para mostrarme una perfecta cama de dos personas con las sábanas intactas, el baño de lado con una ducha, una coqueta con un mini televisor y DVD al lado. Junto a la cama está la ventana.

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