Capítulo 3

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En las primeras horas de la mañana tomó sus cosas, se subió a la 4×4 rentada de Namjoon, puso algo de música, se colocó los lentes de sol, y con el viento agitando sus cabellos castaños, se lanzó a la carretera.

Había trazado una ruta lo más recta posible hasta Daegu. Quería llegar allí temprano, pero si algo le resultaba interesante se daría un tiempo para parar y husmear un poco. Se sentía confiado como para enfrentar la aventura del camino, así como lo hizo Marco Polo en su época. Salvando las distancias, claro. Y por cierto, Marco Polo no tenía navegador satelital. Bien, él tampoco lo usaría. Podía solo.
Y no es que Kim Taehyung fuese un aventurero por antonomasia ni mucho menos, pero consideraba su "perfecto" hangul suficiente para interpretar los carteles de tránsito y no necesitar guiarse por la molesta voz del GPS.

Bueno..., a medio camino resultó que no era tan perfecto como lo suponía.

Distraído por el paisaje y el ir cantando a viva voz las canciones que se reproducían en el stereo, nunca supo en qué momento su ruta se torció, pero al darse cuenta ya se había desviado muchísimos kilómetros de Daegu.

_ Creo que equivoqué el retorno cuando me desvié yendo a ese puesto donde compré mandu, o cuando me desvié un 'poquito' para conseguir bibimbap _ se dijo _ ¡Ah, tal vez fue en ese camino rural donde me detuve a tomar fotografías!. Bien, no importa donde haya sido... me perdí como un boludo!.

Ante la duda de regresarse hacia Daegu o seguir explorando los alrededores y dejar su pueblo natal para la vuelta, Tae pensó qué le aconsejaría su padre.

_ "Mi padre me diría que busque una persona mayor, que conozca la zona y le pida su ayuda para retomar el camino _ pensó el castaño con sensatez _ Pero, ¿si le preguntase a Jimin?. Me diría que me ponga protector solar, busque la playa y vea que tan guapos son los hombres de por aquí".

Tae no pudo contener una carcajada al pensar en su loco amigo.

Sí, Jimin tenía razón, debía hacerle caso y disfrutar esta experiencia. Por lo que siguió manejando por una vasta zona rural, quitándose las preocupaciones para más adelante.

_ ¡Aish!. Al fin y al cabo este viaje no es solamente para conocer Daegu. Y también es para despejar mi mente, relajarme y disfrutar la cosas bellas que me puede ofrecer Corea y... ¡¿Qué carajo?!!!.

El destino, muy respetado en la cultura asiática, lo sorprendió mientras conducía disfrutando la abundante flora que crecía a los costados del camino. Fue justo cuando cruzaba uno de los tantos puentes de la ruta 25, que alguien llamó su atención. El que esta persona vistiera completamente de negro lo hizo resaltar en el fondo verde y colorido de la vegetación. Era un jóven. Taehyung lo miró un segundo, y ya no fue su ropa lo que lo atrajo, fue su actitud. El torso inclinado sobre la baranda que daba al río, los brazos tensos, el rostro contraído reflejando una profunda angustia y desesperación.
Algo subconsciente lo hizo detener el vehículo y dar marcha atrás. Le gritó un saludo desde la camioneta.

_ ¡Annyeonghaseyo! _ no hubo respuesta. El jóven parecía no escuchar.

La razón y todos los consejos que le habían dado los que lo querían bien a lo largo de su vida, le decían que siguiera su camino. Pero algo en su interior lo urgió a bajar y acercarse lentamente. Volvió a hablarle en un par de ocasiones. Saludó en coreano, en inglés, hasta en español, y no fue hasta que estuvo muy cerca que el muchacho giró su rostro hacia él. Solo un instante. Como si lo viera sin ver. Sus ojos eran oscuros y profundos. Inundados de dolor. En el interior de Taehyung se encendió una remembranza, pero no supo de donde provenía. Luego, volviendo a su mundo, el chico miró hacia el río, tomó impulso y subió a la baranda con la clara intención de saltar.

ENTRE VIÑAS Y CEREZOS 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora