Capítulo 23

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_ ¡Oh, Dios mío, Kookie, es allí!.

_ ¿Allí dónde, bebé? _ preguntó el azabache.

_ ¡Allí!. _ los bellos ojitos chocolates del castaño estaban resplandecientes ante la que fue su casa natal.

Taehyung siempre había querido volver a su lugar de origen y habían tenido que pasar veinticuatro años para lograrlo. Siempre creyó que el día que regresara a Daegu lo haría con sus padres. Creyó que juntos recorrerían sus calles, mientras su madre le mostraba cada lugar que formó parte de su ayer. Creyó que alguna noche iría con su padre a beber soju mientras este le relataba historias de su juventud. Creyó que los tres se emocionarían viendo esa casa donde sus padres vivieron durante seis años luego de su matrimonio. Donde soñaron un futuro próspero. Donde lo soñaron a él. Donde lo esperaron con amor e ilusión. Esa casa que un día dejaron buscando realizar el sueño de poseer una gran finca, cultivar vid y producir buenos vinos. Pero la cruel realidad es que ellos ya no estaban y él había llegado solo a Corea. Más no a Daegu. Porque ese apuesto pelinegro a su lado lo estaba acompañando y brindándole el apoyo emocional que algo tan movilizante requería.

Jungkook encontró un lugar para estacionar y miró más detenidamente lo que el castaño señalaba.

Ambos tenían la mirada puesta en una casa de una planta, muros de ladrillos a la vista y una puerta de entrada de gruesa madera de arce. La reconocieron de inmediato, gracias a la antigua foto que Taehyung había traído desde Argentina y que ahora tenía entre sus dedos temblorosos. Esa era su casa natal.

_ Ven amor, bajemos.

Caminaron hasta la puerta tomados de la mano. Tae trataba de ver un poco más pero los altos muros no se lo permitían.

_ Es una pena que los muros sean tan altos _ dijo luego de un infructuoso intento por atisbar dentro _ Me habría gustado verla mejor.

_ Pues hagamos el intento, amor. _ propuso el pelinegro encaminándose a la puerta principal y tocando el timbre.

_ ¡No, Kookie! No deberíamos molestar.

_ Solo vamos a preguntar, bebé. _ Jungkook haría todo lo que estuviera a su alcance para que Tae pudiese verla.

Al cabo de un minuto, la puerta se abrió y una jóven los saludó. Parecía unos años mayor que ellos. Tal vez estaba en sus treinta.

_ Disculpenos. _ se excusó el azabache _ No queríamos molestarla pero, mi novio, ha venido desde sudamérica donde vivió desde pequeño a conocer sus orígenes y... bueno, esta era la casa de su familia.

_ ¡Oh, vaya! ¿De verdad?.

_ Si. Yo tengo una foto _ el castaño se la mostró _ Somos mis padres y yo el día que partimos.

_ ¡Es cierto, es la misma casa! _ ella se mostró entusiasmada.

_ Me preguntaba si nos permitiría verla un poco más, por favor. _ Jungkook lo pidió con mucho respeto _ Aunque solo sea desde el jardín.

_ Bueno, mi familia ha hecho algunas reformas pero, supongo que lo que importa es el lugar _ dijo con una sonrisa _ Pasen.

Taehyung y Jungkook pasaron al jardín. Estaba lleno de flores perfectamente dispuestas, y pequeños faroles de energía solar flanqueaban el camino. Los techos seguían siendo grises y, las puertas y ventanas de madera eran las mismas. A un costado se podía ver una ampliación en concreto que antes no existía, y al otro, el pequeño roble que se veía en la fotografía, ahora era alto y robusto.

La mirada del castaño estaba brillante y su bella sonrisa se veía conmovida.

_ Parece que estás feliz de ver nuevamente tu casa natal _ dijo la chica con una cálida y sincera sonrisa.

ENTRE VIÑAS Y CEREZOS 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora