Capítulo 21

1.5K 153 35
                                    

_ No deberíamos haber comprado tantas cosas, Kookie. Mañana salimos para Daegu, se desperdiciara.

Ambos se encontraban en el estacionamiento subterráneo de un Lotte Mart cargados con compras.

_ Ya te lo dije, amor, voy a prepararte una gran cena, no va a quedar mucho. Voy a hacer que comas todo lo que te ponga enfrente. _ Jungkook guardaba las bolsas en los asientos traseros de la camioneta.

_ Mm, ¿ya viste lo que tengo enfrente?. _ la voz del castaño salió seductoramente grave.

El pelinegro se giró para ver y lo encontró de brazos cruzados, apoyando la cadera en el vehículo y mirándolo sugestivamente.

_ Casualmente, se me apetece lo que tengo enfrente justo ahora. _ Taehyung se pasó la lengua por los labios.

_ ¿Quién soy yo para dejarte pasar hambre? _ alegó el azabache con una sexy sonrisa _ Sírvete lo que gustes.

Tae no se hizo de rogar y le rodeó el cuello para adueñarse de su boca. Le mordió los labios e introdujo la lengua con ansias. El pelinegro gimió de gusto.

_ Bebé, mejor vamos a la casa. Se me calienta el pollo.

_ ¡Jungkook! _ se quejó el castaño _ ¿Por qué eres así?.

_ ¿Qué dije?! _ el pelinegro se fingía inocente _ Si se me calienta el pollo o se me derrite el helado se arruinará la cena, amor.

_ ¡Aish, sí, como si no te hubiese entendido el doble sentido! _ reclamó Tae.

_ Yo no usé ningún doble sentido. _ Jungkook volvió a besarlo _ Tú te has vuelto un pervertido y mal pensado.

_ ¿Y de quién será la culpa?.

_ Mía, absolutamente mía. Y me encanta cargar con ella si puedo disfrutar tu perversión. _ Jungkook lo reconoció orgulloso.

_ Qué inteligente _ murmuró el castaño en su oído.

Con un último beso, subieron a la camioneta.

Al llegar al bungalow, Jungkook no dejó que Taehyung lo ayudara a preparar la cena. Quería agasajarlo, sorprenderlo, porque estaba planeando aprovechar el momento para proponerle algo.

El castaño se encerró en el cuarto para trabajar desde la comodidad de la cama. Había vendido otra serie de fotos para la Secretaría de Turismo de la Provincia de Jeolla, e incluso una revista naturalista de prestigio internacional había adquirido diez imágenes del Parque Naejangsan. Su trabajo iba tan bien que de seguir así pronto podría comprar algunas hectáreas más en Mendoza. La idea de cultivar cerezas se venía gestando en su cabeza hacía unos días. Sería como tener un pedacito de Corea en Argentina. Un pedacito de Jungkook.

Abrió la carpeta en la que guardaba las fotos de ambos y se regocijó viendo una que le había tomado antes de ir a la fiesta de los padres de Hoseok. Se veía tan guapo en smoking que parecía portada de GQ. Ni en sus mejores sueños pensó estar con un hombre así. Seo Joon era guapo, no lo podía negar, pero Jungkook tenía un aura diferente. Desde el momento en que lo vió en la estación de Seúl supo que algo en él era especial. Aunque al principio su mirada fuese severa, dura y hasta agresiva, Tae había podido vislumbrar lo que había detrás. Dolor.

Pero eso había cambiado. Ahora solo había bondad, ternura y franqueza. Ahora las miradas más hermosas destellaban en sus ojos negros, y el castaño podía derretirse con solo ver su sonrisa de conejo. Pronto ya no podría verla más. La idea de separarse definitivamente de él era lo único que nublaba su felicidad.

Estaba pensando en el azabache cuando él entró al cuarto cargando una bandeja con té verde y frutas.

_ Te traje la merienda a la cama para que no vayas a husmear a la cocina. _ dijo el pelinegro con divertido tono de advertencia.

ENTRE VIÑAS Y CEREZOS 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora