CAPITULO 12

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Al mareo suscitado por el alcohol, se le sumó el mareo que los candentes besos les estaban provocando. De sus bocas habían salido comentarios sarcásticos y respuestas irónicas, ahora, lo único que se escuchaba eran los suspiros que ninguno podía contener. Se perdían en cada beso, cada caricia que se daban. Tae respondía con suaves gimoteos que hacían temblar al pelinegro de pies a cabeza, haciéndolo descubrir que por primera vez en su vida estaba sintiendo en sus poros y en su sangre algo más que simple excitación.

Con Yoo Bi, a pesar de amarla con locura, nunca habían tenido sexo. Al principio eran muy jóvenes y sus interacciones no pasaban de algunas cuantas caricias por encima de la ropa. Al ser más grandes la vergüenza y el miedo se interpusieron. Luego su padre se encargó de separarlos y la vida los mantuvo así por años. Cuando Jungkook volvió a buscarla ella lo rechazó por primera vez, y él se perdió entre alcohol y sexo comprado. Simples transacciones donde él saciaba sus frustraciones y su acompañante ocasional contaba los wons que le pagaba. Por eso, lo que estaba sucediendo en su cuerpo y en su alma en ese momento, eran sensaciones tan nuevas como aterradoras.

Taehyung por su parte, en sus veinticuatro años solo había tenido relaciones con Seo Yoon, las cuales con el tiempo no eran frecuentes ni satisfactorias. Bastó solo un par de años de matrimonio para que el sexo fuera una mera costumbre repetitiva y monotona. Y claro, de eso hacía ya varios meses. Tal vez ese era el motivo por el que ahora se sostenía de los hombros de Jungkook con desesperación, mientras él se aferraba a sus caderas como si fueran el último salvavidas del Titanic.

Cualquiera diría que acababan de encender una hoguera de pasión, pero el castaño sabía que el fuego había comenzado el día que vió por primera vez los ojos negros de Jungkook en la estación de trenes de Seúl.

El azabache fue el primero en recobrar la cordura.

_ Taehyung..._ susurró apartando unos centímetros sus labios de los ajenos.

_ ¿Mm?_ murmuró sin apartarse demasiado.

_ Deberíamos irnos de aquí, estamos en la vía pública.

Muy en contra de su voluntad el castaño se alejó, dándose cuenta que si no fuese por el champagne no se habría atrevido a nada semejante. Se acomodaron la ropa y guiaron sus pasos hasta el hotel manteniéndose uno muy cerca del otro, pero sin atreverse siquiera a tomarse las manos.

Entraron a la suite sintiéndose ansiosos y a la vez temerosos. Jungkook miró de soslayo al castaño que parecía dudar de sus acciones ya que, luego de sentarse por un segundo en el amplio sillón de la sala se volvió a levantar.

_ Creo que debería tomar un baño. Huelo a alcohol y cigarrillos. _ le dijo.

_ De acuerdo. Haré lo mismo. _ al verlo dirigirse a su cuarto le preguntó_ Tae, ¿puedo ir a tu habitación luego?.

El castaño sonrió tímidamente.

_ Sí. Te espero._ asintió mientras se marchaba sonrojado.

Media hora después Jungkook, bañado y vestido con su pijama, llamó a la puerta de Taehyung.

_ Pasa.

El pelinegro entró y sintió una oleada de calor invadirlo. El castaño lo esperaba vistiendo una bata de seda y el cabello húmedo cayendo sobre sus ojitos chocolates. Se veía tan lindo que incluso, la sonrisa avergonzada que lucía su rostro lo hacía aún más deseable.

_ ¿Cómo puedes verte tan hermoso?_ le susurró acercándose para acariciar sus mejillas. Lo tomó de la nuca y hundiendo la naríz en su cuello aspiró el ya conocido aroma a fresas y coco.

Taehyung se estremeció ante el contacto, ladeó su cabeza invitándolo a probar su piel, y Jungkook no se hizo de rogar. Dejó un beso en su perfilada mandíbula para trazar con su lengua un húmedo camino directo a su clavícula. El castaño, hundió los dedos en sus cabellos negros, mientras un suspiro rebelde escapaba de sus labios. Jungkook siguió besando y lamiendo con tortuosa lentitud, disfrutando y a la vez ganando tiempo al encontrarse en una situación totalmente nueva. Deshizo el camino recorrido para deleitarse otra vez con el aliento de Tae que, con los ojos entrecerrados, libraba una batalla por mantener la calma y perder la vergüenza de ser tocado por alguien más que no fuera su esposo. Por distintos motivos ambos tenían dudas, miedos e inseguridades.

ENTRE VIÑAS Y CEREZOS 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora