11 • Primera Vez (No Sexual)

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— Sácalo —pidió, llevándose ambas manos a la boca, negando con la cabeza mientras una expresión de nervios se dibujaba en su rostro—, sácalo...      

— Todavía no —gruñó, viéndolo a los ojos, manteniéndose firme—, debes esperar.

— ¿Esperar qué? ¡Está muy caliente! —quejó, viéndolo con horror, bajando sus orejas— ¿Y qué hago si es demasiado y se desborda?

— Lo lames hasta dejarlo limpio —insistió, cruzándose de brazos.

— ¡¡Ni de chiste!! —chilló, tratando de alejarse.

— ¡Ay, por favor ya dejen de pelear y saquen el pastel! —quejó la coneja de pelaje grisáceo, sentada en la barra de la cocina, hastiada de ver este teatro, cruzada de brazos.

— ¡Yo jamás he hecho esto antes! —quejó el zorro, alejándose mientras alzaba los brazos.

— Lo sé —respondió el lobezno, frotándose las sienes, bajando las orejas, sin abandonar su posición de estar agachado frente al horno—, pero debes hacerlo, todos hemos sacado un pastel del horno así sea una vez en la vida, Nick.

— ¡Pues yo no! —bociferó, viéndolo a la cara, enojado— Cada vez que hacía pasteles mi madre los sacaba por mí, y cuando ella ya no estuvo la que me ayudaba era Judy.

— Eso cierto —sentencia la coneja de orbes violetas, afirmando con la cabeza, bajándose de su lugar—, pero ésta vez no voy a participar.

— ¿Ves? —exclama el más grande, apuntándola mientras se va— No siempre tendrás ese apoyo y realmente debes aprender, a menos que claro, quieras despedirte de los pasteles de moras por el resto de tu vida.

— Contigo todo es chantaje ¿no es así? —gruñe, volviendo a posicionarse a su lado, agachandose por igual mientras lo veía con el ceño fruncido.

— Debes admitir que funciona —musita, plantandole un beso en la mejilla, tomando uno de los trapos que tenía cerca para así irse preparando para abrir la puerta—, ahora... yo lo abro y tú lo sacas ¿sí?

— Pero... —murmura, acomodándose los guantes de cocina en sus manos, nervioso, metiendinsu cola entre sus piernas.

— ¡¡Ahora!! —exclama, jalando la puerta del electromestico hacia él, abriéndolo, liberando todo el calor que guardaba dentro.

El zorro menor se arma de valor y agarra el molde por los lados, levantándose rápidamente después de eso, sintiendo como el calor va traspasando los guantes, desesperado, dejando el pastel sobre la mesa de un golpe, haciéndose a un lado para quitarse los guantes, asustado.

— Nada mal —aplaude el lobezno, cerrando la puerta del horno para acto después apagarlo, tirando a un lado el trapo, sonriendo.

— ¿¡Lo logró!? —chilla la coneja con una gran sonrisa, asomándose por encima del sofá, saltando fuera de este para ver mejor.

— Eso creo —murmura el de pelaje anaranjado, sobandose las manos, tratando de que el dulce aroma de pastel recién hecho no lo engañe.

— Y huele delicioso, mmm —musita el canido mayor, frotándose las manos mientras se acerca, relamiendose el ocico—, hasta me dió hambre.

— Tendremos que esperar a que se enfríe —comenta la coneja, abriendo las alacenas inferiores de la cocina para así sacar un par de bolsas de frituras, dejándolas sobre la mesa—, mientras tanto podríamos hacer otra cosa.

— Concuerdo —se gira en sus talones, viendo a su novio, quien se arrinconó solo, lejos de la cocina—, ¿Te unes, amor? Hay que aprovechar que estamos solo los tres —agrega con suavidad, alzando y bajando las cejas.

— ¿Y hacer qué? —queja, acercándose con recelo.

— No lo sé, quizás jugar póker y apostar todo lo que tengo —sugiere, haciendo un ademán a todos los lujos y tesoros que lo rodean.

— No lo sé —gruñe, sintiendo como su pareja lo arrima más hacia él, aprisionandolo entre sus brazos—, desconfío de los métodos que puedas usar para ganar.

— Oye, tengo a dos oficiales de policía aquí, tendría que estar loco para hacer trampa —ríe, frotando su mejilla con la del menor, alzandolo en el proceso.

— Bueno —gruñe, entrecerrando sus ojos, moviendo su cola de lado a lado con suavidad, correspondiendo al cariño.

— ¡¡Siiiii!! —grita, soltandolo para acto seguido separarse y avanzar hacia su habitación—, iré por las cartas, vayan despejando la mesa de centro.

— Seguro —susurra Nick, viéndolo irse, acariciando su mejilla mientras una calidez se apodera de su rostro y corazón.

— ¿Y... siempre es así de tierno? —pregunta con inocencia aquella con rabo de algodón, viéndolo con picardía.   

— Quizás —susurra, desviando la mirada, tratando de no sonreír en el proceso.

— Eres demasiado afortunado —queja la menor, cruzándose de brazos—, lo que daría por un novio así.

— Sí... —ríe suavemente, esbozando una cálida sonrisa en su semblante, sin resistirse más— Soy muy afortunado.

Happy To Meet You ft. WolfickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora