26 • Perfume

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Otro mes se había cumplido de forma exitosa, cada vez faltaba menos para llegar al día de la boda que sellaría sus vidas para siempre y eso era algo que la pareja agradecía de formas infinitas.  

Se encontraban en el balcón de su departamento, admirando la vista hacia el mar que tenían desde allí, observando como los edificios cercanos emanaban pequeños rayos de dorada luz desde sus ventanas, afincados sobre el barandal de metal que tenían en frente, en un armonioso silencio.

Últimamente se habían acostumbrado de pasar sus ratos de esta forma, sin hablar o decir nada, simplemente estando juntos como uno solo, dejando que fueran sus acciones las que hablasen por ellos, como ahora.

Aquel lobezno vestido con camisa negra y pantalones azabaches se encontraba abrazando a su pareja desde atrás, hundiendo su nariz en el pelaje de este, percibiendo su dulce y fino aroma, moviendo su cola de lado a lado mientras entrelazaba sus dedos con los del menor.

— Entiendo que los de tu especie les encanta oler todo lo que tienen en frente ¿pero es en serio? —ríe con suavidad Wilde, viéndolo de reojo, acostumbrado en parte a estas acciones por parte de su novio, sin llegar a entenderlas del todo aún.

— Es nuestra forma de ser —responde, sin dejar de inhalar aquel dulce aroma que siempre percibe en él, abrazándolo con más fuerza, risueño—, ustedes también tienen manías extrañas.

— Chillar no es nada extraño —queja, negando con cabeza—, tú también lo haces aveces.

— Silencio —pide, mordiéndole suavemente la oreja, sacándole un pequeño gritito.

El de pelaje grisáceo ríe conmovido mientras recibe los codazos del zorro más bajo, disfrutando de molestarlo solo a él, esperando no cansarse de ésto nunca.

El momento se ve interrumpido por el sonido de alguien tocando la puerta de entrada, haciendo que los dos adultos se detengan y se giren extrañados hacia la puerta.

— ¿Invitaste a alguien? —pregunta Nick, viendo a su pareja a los ojos, confundido.

— Realmente no —afirma, separándose rápidamente para ir y atender al llamado, escuchando como los golpes van aumentando conforme más se acerca.

Toma el pomo de la puerta y, tras dudar por un par de segundos, finalmente abre.

— ¡¡SORPRESA!! —exclaman la pandilla de bandalos hacia los novios, sonriéndoles de oreja a oreja, mientras ingresan sin permiso al departamento.

— ¿¡Chicos!? —grita Lobo, abriendo sus ojos de par en par, sorprendido por completo, sin dar crédito a lo que veía. Sonríe de oreja a oreja— ¿¡Qué hacen aquí!?

— Decidimos visitarlos en su nuevo hogar —responde Serpiente, acercándose al de pelaje grisáceo, sonriendo de forma confiada— y verificar que estuvieran bien.

— ¿Cómo nos encontraron? —preguntó el joven zorro, viendo con atención a los inesperados invitados de la velada.

— De eso me encargué yo —interrumpió Tarántula con una sonrisa de orgullo en su semblante, posada sobre el hombro de Tiburón—. Realmente es fácil rastrear la ubicación de alguien usando solo su número de teléfono, así que...

— Okay, sin duda tendré que hablarte sobre lo que es privacidad —reprendió el lobezno hacia la menor—, pero... —suspiró, esbozando una sonrisa sincera, alzando las manos— no puedo negar que realmente estoy felíz de verlos.

— ¡Y que lo digas, jefe! —sentencia Piraña, subiéndose sobre el sofá, viendo al mayor con su eterna sonrisa afilada— ¡Aproposito! ¡¿Ha visto las noticias últimamente?! ¡Estamos arrasando con esta ciudad!

— ¡Exacto! Desde que Diane se unió discretamente al equipo la policía no nos ha podido atrapar o condenar como antes —agrega Tiburón, explicando de mejor forma lo que han estado haciendo—. La guarida se nos ha quedado pequeña por lo mucho que hemos robado últimamente.

— No sé si preocuparme por eso —comenta entre dientes el zorro, recostandose de la pared mientras cruza los brazos.

— Aunque no se siente igual sin ti, Lobo —habla la fémina del grupo, viendo al mencionado con ojos de tristeza y súplica—, realmente extrañamos que esté en todas las misiones, necesitamos de alguien que nos lleve a toda velocidad a lugares donde la ley no nos pueda seguir el paso.

— Pero ya dijeron que Diane está en el equipo —ríe, acercándose a la cocina, tomando así un vaso de vidrio—, ¿que ella no sabe conducir? —inquiere, abriendo la nevera para así tomar la jarra de agua y servirse a gusto.

— Bueno, sí, es buena —refunfuña Piraña, viendo hacia el suelo.

— ¡Pero nadie se compara a ti! —exclama Serpiente, encarandolo— Por favor, Lobo, vuelve...

El depredador mayor observaba la mirada de súplica de todos sus mejores amigos mientras ingería el agua, aunque claro, si bien también deseaba volver debía tratar primero con aquel al que quería complacer antes que sí mismo.
Alzó la mirada hacia Nick, esperando su reacción ante aquellas súplicas. El zorro lo miró con compasión y asintió con la cabeza, sonriéndole en el trayecto, aprobaba la idea de dejarlo volver a su entorno.
Lobo por un momento casi se ahoga, sin creer que realmente le estaban otorgando aquel permiso tan valioso y deseado para él.

Miró a los demás, dejando el vaso en la barra, tomándose su tiempo para sonreír y dar la respuesta.

— Si tanto insisten —alzó las manos, ensanchando su sonrisa— ¡Volveré!

Todo el equipo estalló en gritos de victoria y aplausos, finalmente tendrían a su jefe de vuelta en esta nueva racha de éxito y crímenes.

El de pelaje anaranjado sonrió tras ver a su amado felíz, a la final no tenía nada de malo que él siguiera en su “trabajo”, aunque claro... Esperaba que el vandalismo que fueran a causar lo hicieran fuera de su horario para evitarle problemas.

Ésto ameritaba una buena celebración.

Happy To Meet You ft. WolfickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora