27 • Conociendo A Los Padres

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La joven pareja se encontraba caminando por las calles de aquel vecindario tan pintoresco y tranquilo, notando el aire familiar y afectuoso que escapaba de aquellas grandes casas, de aquellos grandes pórticos, de aquellos grandes jardines, de aquellas personas que amablemente vivían sus vidas sin perturbar la de los demás.  

El lobezno se encontraba vestido para la ocasión, con un traje marrón de dos piezas, corbata rojiza, correa de cuero negro y zapatos azabaches, mientras que el vulpino se encontraba con algo más casual, una camisa verde manzana manga larga, con chaleco blanco, corbata morada, pantalones blancos y zapatos castaños.
Ambos se encontraban nerviosos ya que les había llegado el momento de visitar a “los suegros” o bien, “la suegra”.

Básicamente solo tendrían que visitar a la madre de Nick, puesto que los padres de Lobo hace décadas que no existían más en este mundo, cosa que si bien parecía ser un gran alivio era algo realmente triste para el más alto de los dos, mismo que trataba de no dejarse vencer por la tristeza al recordar ese hecho.

Finalmente llegaron a una gran casa de madera de dos pisos, con ventanas altas de diseño francés tapadas en el interior por cortinas blancas aterciopeladas, con un jardín delantero bien cuidado y con un par de árboles en crecimiento, teniendo una camineria que daba hacia la puerta principal.

El primero en dar el paso hacia adelante fue el zorro, quien entró en el jardín y caminó con rectitud hacia la puerta, dejando atrás a su pareja quien se distrajo viendo la cerca y el césped bien cuidado, como si pretendiera atrasar lo inevitable.

El de pelaje naranja suspiró con pesadez, agachando sus orejas, había pasado demasiado desde que vió a su madre, tantas cosas, a fin de cuentas esto no era igual a llamarla o escribirle una o dos veces a la semana, no, ésto era personal, directo, un cara a cara por completo.
Se armó de valor y tocó el timbre, esperando que aquella que le dió la vida estuviera bien, en casa, con salud, como debía ser.

Escuchó un par de pasos del otro lado, mismos que tensaron sus orejas ante los nervios, el lobezno también pudo escucharlos y tan pronto lo hizo se apresuró a ponerse a la par de su pareja.
La puerta se abrió, revelando a una zorra de pelaje naranja intenso que pese a su edad se seguía manteniendo de forma divina, incluso aparentando menos edad de la que tenía realmente.

— Hola, mamá —saludó con nervios el menor, viendo a la mayor con ojos que amenazaban con romper en llanto en cualquier momento.

— ¿Nicky? —llamó la señora, abriendo sus ojos de par en par, poniéndose una mano en el pecho, sin creer lo que sus viejos ojos tenían de frente— ¡¡Oh, Nicky!! —exclamó, abalazándose sobre su hijo, abrazándolo con fuerza mientras de sus ojos escapaban lágrimas de dicha materna.

El menor correspondió con fuerza al abrazo, soltando algunas lágrimas también, percibiendo el dulce aroma de su querida madre, dándose cuenta de lo mucho que la extrañaba, de lo mucho que le hizo falta en todo este tiempo.

— No puedo creer que estés aquí —respondió, tomando una pequeña distancia, tomando las mejillas de su hijo, viéndolo con orgullo y nostalgia—, ¿qué necesitas? ¿has estado bien? ¿te has alimentado de forma correcta? ¿cómo te ha ido en el trabajo?

— Bien, mamá —responde, apreciando las suaves manos de su progenitora, viéndola con ternura—, he estado bien en todos los aspectos y... vengo precisamente para presentarte a alguien especial —agrega, separándose para así tomar al lobezno junto a él del brazo.

— ¡Oh! —exclama la mayor tras reparar en la presencia del lobezno, quien la mira nervioso, aguantando la respiración— No te había visto, perdóname —susurra tímidamente, sonriéndole con calidez.

Happy To Meet You ft. WolfickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora