7 • Compañero Enfermo

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Su teléfono repicó con aquel tono retro de metálico estridente dorado, llamando su atención lo suficiente como para levantarse del sofá en el que estaba quedándose dormido, acercarse a la mesa, tomarlo y contestar.   

— ¿Hola?

— Eres el Señor Lobo ¿cierto? —habló una suave voz detrás de la línea, viéndose nerviosa pero firme a la vez.

— Sí, ¿quién habla? —inquiere con seriedad, alzando una ceja.

— Soy Judy Hopps, amiga de Nick, la que te ayudó en el caso cuando te inculparon ¿recuerdas?

— ¡Ooh! —suspiró aliviado, sonriendo, notablemente más tranquilo, sin duda no se acordaba de ella aún cuando su pequeño zorro la mencionaba varias veces— Sí te recuerdo, eres la conejita ¿no?

— La misma —rió brevemente—, llamo porque Nick necesita tu ayuda.

— ¿Qué? —jadeó, arqueando sus cejas hacia arriba, bajando sus orejas y viéndose en la necesidad de recargarse de la mesa, extrañado— ¿Qué le pasó? ¿Está bien?

— Amaneció enfermo hace un par de días —respondió, tomando una bocanada de aire—, hoy fui a visitarlo temprano para saber cómo estaba y no está nada bien.

— ¿Pero cómo pasó? —rascó su nuca, sintiéndose cada vez más inquieto— ¿Es alérgico a algo, estuvo en contacto con algo tóxico o qué?

— Bien pudo ser por las muestras que manipulamos hace un par de días por un caso, aunque también podría ser por las horas extra que ha tomado recientemente —comenta, sintiéndose nerviosa y confundida, sintiéndose extraña de no tener a su mejor amigo cerca.

— Vale, ya veo... —gruñó, entrecerrando los ojos mientras empezaba a tamborilear la mesa con sus dedos, entendiendo la razón por la cual Wilde no le había estado escribiendo o llamando últimamente.

— El punto es que necesito que lo cuides, yo no podré por estar cubriendo sus turnos de aquí hasta que se mejore.

— ¿¡Qué!? —gritó, abriendo de golpe los ojos. ¿Él, cuidando de Nick? jamás se había visto en ese escenario, ni siquiera sabía cómo hacerlo de forma apropiada, aunque tenía claro de que no sería igual a cuando él se enfermaba.

— Por favor, Lobo —suplicó—. Nick confía mucho en ti y realmente te necesita. Ya quisiera ser yo la que esté a su lado pero necesito encargarme de sus tareas en la comisaría sin abandonar mis propias obligaciones —agrega, desesperada.

— ¡Pero yo no sé nada sobre cuidar enfermos! —exclama, alzando la mano en un claro ademán de disgusto, nervioso.

— Es sencillo —afirma, sonriente—. Solo debes encargarte de que beba mucha agua, darle las pastillas que tiene al lado de la cama cada cuatro horas y asegurarte de que se mantenga en reposo ¿sí?

— ¿Y qué hago si le da hambre? —gruñe, anotando las palabras claves en un papel gastado, con un lápiz, afincando el teléfono con su hombro contra su oreja para poder ejecutar medianamente bien la acción.

— Le dejé caldos de pollo, zanahoria, papas y fideos en el refrigerador. Me encargué de etiquetarlos todos para evitar confusiones.

— ¿Segura que no hay una trampa aquí? —murmura, desconfiando de que para todo haya una respuesta y solución, usualmente la vida no era así, al menos no para él.

— La única “trampa” es que puedes contagiarte —ríe de forma pícara—, y en todo caso tomé esas previsiones apenas hoy cuando me di cuenta de lo mal que la estaba pasando, así que...

— Confío en ti, coneja —responde con sequedad, releyendo todo lo que anotó, memorizandolo.

— Lo sé. Cuando termine la llamada te enviaré la dirección y número de su departamento ¿bien?

Happy To Meet You ft. WolfickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora