8 • Baile Lento

623 80 23
                                    

— En serio, quiero creer que ésto no se va a hacer costumbre —quejó el joven zorro mientras escoltaba al lobezno, saliendo aquella prisión por tercera vez, en medio de la noche, entre las gélidas temperaturas por la hora, en aquel infame desierto.   

— Me la debes —rió, terminando de acomodarse las mangas de su traje, abotonadose la camisa en el proceso, viéndolo de reojo—, a fin de cuentas ¿quién te cuidó por esas dos semanas en las que estuviste enfermo?

— No fue nada... —bufó, inflando sus mejillas mientras se cruzaba de brazos.

— Literalmente tuve que llamar a Judy para que me enseñara la receta de sopas porque no querías comer otra cosa que no fuera caldo —rió, recordando lo gracioso y alarmante que fue verlo rogar mientras tenía hambre y sin tener la opción de algo más.

— ¡Sí, sí, ya basta! —quejó, empujándolo desde atrás, acabando con las risas del más alto— Solo sube al auto, te llevaré a casa.

— De hecho... no está en mis planes ir a casa hoy —musitó, abriendo la puerta del auto del zorro para así meterse en el asiento del copiloto, cerrando la misma puerta tras de sí.

— ¿Y? —alzó una ceja, abriendo la puerta del conductor para así acomodarse, cerrar la misma tras de sí, meter las llaves y encender el auto.

— De hecho estamos invitados a una fiesta —musita, sacando de los bolsillos de su traje un sobre abierto con dos invitaciones doradas, mismas que agradecía no se las hubieran quitado cuando confiscaron sus cosas antes de cumplir su corta condena en las rejas.

— ¿Y es para hoy? —lo mira confundido, tomando las invitaciones entre sus manos, notando el relieve que posee entre brillos dorados, con sus nombres gravados junto a las fecha y horas de llegada— No te creo... ¿a quién se las robaste? —gruñe, viéndolo con el entrecejo fruncido, devolviéndoselas de un golpe contra el pecho.

— Las compré ¿sí? —las guardó en el bolsillo interno de su saco blanco, sonriendo de lado— y eso solo porque se trataba más de ti que de mí.

— Eres un mitomano —escupió con tono agrio, quitando el freno para así ponerse en marcha por la solitaria carretera hacia la ciudad.

— Salud, nene —el zorro lo miró con desdén—. En todo caso la fiesta será en el centro de la ciudad, y vamos un poco retrasados.

— No creo que deba ir —suspira, negando con la cabeza—, si quieres puedes ir tú, yo me quedaré en casa.

— Si no vas, yo tampoco —sentenció, cruzándose de brazos, cambiando su semblante de ánimo y suavidad por uno de amargura—, a fin de cuentas creí que podría ser bueno para ambos, ya sabes, un tiempo de calidad.

— Es que...

— ¿Es que qué? —espetó— ¿Tienes que madrugar mañana?

— De hecho no —suspiró, bajando sus orejas—, tengo todo el fin de semana libre, pero...

— ¿Entonces que nos está deteniendo? —ríe, alzando las manos— Créeme, ya he ido a ese evento antes, es algo maravilloso, hay música, gente famosa, alcohol y comida gratis, es realmente fantástico.

— Es que yo no he ido a fiestas jamás —miente, ocultando la triste verdad que ocultaban aquellas experiencias de cumpleaños o reuniones en donde lo expulsaban o maltrataban por ser un simple zorro—, de verdad, y estoy bien con eso.

— Por favor, Nicky —queja, viéndolo de la misma forma en la que un cachorro mira a su dueño para que lo mime y cuide—, será divertido y yo estaré a tu lado en todo momento.

— Vaya... —gruñe entre dientes, desviándose hacia el camino que da hacia la ciudad, avanzando con cuidado entre los demás autos que los rodean— Aprecio que lo aclararas, ahora con menos ganas voy a ir.

Happy To Meet You ft. WolfickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora