tres

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—Somi, ¿qué sabes de Jeon Jungkook? —preguntó Taehyung, fingiendo desinterés al mirar a los alrededores. Su amiga también era miembro del clan antes de enlazarse, así que pensó que podría obtener algo de información a través de ella.

—Uh... no mucho, supongo lo mismo que todos —contestó luego de un momento ante la sorpresa—. ¿Por qué?

—Creí que su rama familiar era cercana a la tuya —comentó Daehwi mientras movía la pierna para entretener al pequeño cachorro en su regazo.

—Sí... es el hijo del primo de mi padre, lo veía de vez en cuando en las reuniones, pero no hablábamos fuera de lo cordial —añadió la muchacha, alzando los hombros.

—¿Por qué no? —dijo Daehwi, inclinándose hacia ella—. ¿Son verdad los rumores de que tiene una personalidad terrible?

—No estoy segura, ya les dije que no lo conocía bien. No me parecía ser un mal tipo entonces, pero tal vez era solo su faceta formal, las personas son distintas en otros contextos —opinó y todos emitieron un suave sonido en señal de entendimiento—. Es decir, no me sorprendería que realmente fuese un ególatra pretencioso, es un alfa codiciado y excepcional del clan Jeon después de todo, es normal que se le suban los humos a alguien así.

Taehyung apoyó la barbilla en la palma de su mano, su plan no había resultado y no estaba seguro de a quién acudir para escarbar en la verdad detrás de los rumores. No es que estuviese considerando a Jungkook como una posible pareja seria después de las palabras de su padre en un acto de rebeldía, pero ciertamente no quería condenarse a meses de infierno con un alfa insufrible solo por sexo. Subió la mirada al cielo, las horas estaban transcurriendo rápido, en poco se acabaría el receso de la merienda y retomarían las actividades del segundo día de la semana de cortejo.

Para ser honesto, se arrepentía de haber dejado que sus emociones lo dominaran y haberse dedicado a dormir ayer en lugar de disfrutar de los muchos juegos que restaban, pero el estrés que significaba recibir el desprecio de su progenitor a veces lo superaba. Prefería lidiar con su tristeza en solitario y donde nadie pudiese verlo vulnerable que pasearse melancólicamente, dando lástima.

No veía el momento de marcharse la casa de sus padres y vivir lejos de Donghyun, siempre que escogía un alfa, se iba para convivir con este durante seis gloriosos meses sin tener al hombre juzgando cada paso que daba, estaba ansioso por el día en que abandonara el nido definitivamente, aunque eso implicara enlazarse a un alfa primero, hecho que irónicamente podría terminar mejorando su relación con quien lo había criado.

Al menos reunirse con sus amigos después de otro almuerzo teniendo que obligarse a pretender que su padre no estaba allí en la mesa, había subido sus ánimos lo suficiente.

—Así que… ¿a qué se debe tu curiosidad, Tae? —cuestionó esta vez Daehwi con una sonrisa juguetona. Somi lucía igual de expectante por su respuesta.

—Nada, es que ayer lo vi en los juegos y es muy bueno en ellos —dijo. No era con afán de mentirles, solo expresaba algo que lo desconcertaba genuinamente y lo que lo llevó a fisgonear—. Es un poco raro pensar que aún no haya encontrado a su omega definitivo con sus habilidades.

—Y con lo caliente que es —agregó Daehwi, ganado una mirada extraña de parte de los demás omegas—. ¿Qué? Todos lo pensamos.

—Es cierto —admitió Taehyung sin pena—. Llamó un poco mi atención. 

—¿De verdad? —jadeó Somi—. Eso es… un tanto gracioso, ambos tienen largos historiales —rio ella—. Puede que sean el uno para el otro.

—Lo dudo mucho —dijo Taehyung pasando una mano por su cabello marrón—. Debe haber una razón por la que lo hayan rechazado tantas veces y ustedes saben que mis estándares no son precisamente bajos.

indómito | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora