diecisiete

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—¿Tienes una idea en mente? —preguntó Jungkook, apuntando al lugar donde pronto estaría el altar.

—Traje algunas cosas para armar uno provisional —mencionó antes de tomar un sorbo de la taza de té que le habían preparado después de haber terminado de recorrer la casa—. Quizá por la tarde o mañana vaya a buscar las flores.

Debía tenerlo listo pronto, era su primera tarea ahí y una que particularmente disfrutaba, haría un bordado luego en que pondría todo encima.

—Cerca vive una señora con un gran jardín, también vende sus plantas, puedo llevarte.

—¡Ah! Eso es —dijo de repente y una sonrisa surcó sus labios—. Pondré algunas plantas interiores, creo que eso ayudaría a que el cuarto se vea más lleno sin arruinar la vibra tranquila... ¿Está bien si quiero poner sillones? Es decir, tal vez pueda mandar a hacer unos que no sean altos y ponerlos frente a las ventanas.

Jungkook asintió y apoyó la barbilla en sus nudillos para observarlo charlar acerca de los pequeños cambios que le gustaría llevar a cabo, nada exorbitante, pero sin duda se ocuparía en dejar su huella ahí. Cuando Taehyung guardó silencio otra vez, ambos se miraron un momento sin decirse palabra alguna, y es que el omega podía arreglárselas para sacar un tema, pero parte de sí no quería realmente hacerlo, al menos no por hoy, porque por fin vivían juntos y su celo no le estaba dejando las cosas fácil.

—Deberíamos esperar hasta después del almuerzo —indicó el azabache, como si pudiera leer sus pensamientos.

—¿Por qué?

—Preferiría que no nos lo saltaramos por la emoción —dijo mientras una de sus comisuras se elevaba, Taehyung liberó una risa suave.

—Bien, entonces, ¿qué querrías para el almuerzo?

—¿Qué tal pasteles de arroz?

—Estás de suerte —dijo el castaño, posando una mano sobre la adversa—. Se me dan muy bien.

—¿Te gusta cocinar? —preguntó y giró la palma para atrapar sus dedos y acariciarlos perezosamente en tanto el mayor cabeceaba—. ¿Y qué opinas de los empleados domésticos?

—Mmh... no soy tan fan de estar limpiando todos los días, pero me gusta la privacidad.

—¿Te parece si vienen dos o tres veces a la semana?

—Perfecto —accedió complacido—. Aunque dentro de una semana o dos.

—Por supuesto —Llevó la mano del omega a la altura de su boca y besó sus nudillos antes de hablar contra su piel—. No quisiera interrupciones.

Taehyung sintió que el calor le subía no solo al rostro y que su corazón golpeó con fuerza contra su pecho, se apresuró a alejarse del toque con la delicadeza necesaria y relamió sus cerezos, buscando una respuesta adecuada y calmando sus emociones a la vez. Vaya, tenía expectativas altas, ¿cómo no? Si lo primero en que se había fijado de Jungkook es que lucía como un buen compañero sexual, al menos había confirmado que era un buen besador. Sin embargo, junto con la excitación, no podía dejar un punto importante de lado; no quería darle un hijo por error. Había traído ágonosa desde la casa de sus padres, sabía que no era muy recomendable usarla en exceso y en especial cuando su fertilidad ya era inferior a la de una mujer, pero se había encargado de obtener cierto asesoramiento con las dosis para no ingerir una cantidad peligrosa, existían otras plantas menos riesgosas, pero creía que no eran efectivas al mismo nivel. Debía cuidarse de esa manera mientras aún siguiera en su celo y las probabilidades se incrementaban exponencialmente.

indómito | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora