indómito | kooktae

dieciocho

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Mientras Taehyung vigilaba a los cachorros del grupo jugar en el receso, se permitió vagar un poco en sus pensamientos. Había pasado una semana desde su emparejamiento, en un parpadeo ya era lunes, y de no ser por aquel detalle, diría que todo había sido bastante ameno, como de costumbre en una fase de luna de miel.

Al día siguiente del asunto con el té, él mismo se había encargado de resolverlo, preparando su infusión de ágonosa y bebiéndola a la vista de su alfa, porque al final del día debía ganar su confianza de alguna manera y confirmó que las simples palabras no le bastaban. Pareció ser suficiente cuando posterior a ello no volvió a sentir el sabor de esa hierba en las tazas que Jungkook le brindaba, y aunque pensó en mencionar el tema, decidió que se lo ahorraría, no estaba seguro de que lo llevara a algún lado si entendía los motivos de fondo y el menor ya había cesado.

Ahora que ambos habían vuelto a sus labores, no podían compartir mucho juntos, se lo topaba en la mañana y un par de horas al atardecer, Jungkook parecía aprovechar para dormir cuando él no estaba en casa, porque seguían sin desperdiciar el tiempo cuando coincidían. Le gustaba como el azabache lo tocaba, había un rastro de adoración y gentileza en cada acción que de alguna manera se complementaba con la dureza al sujetarlo en su lugar con sus manos firmes mientras empujaba en su interior casi con desespero.

Y bien, quizá era demasiado pronto para sacar conclusiones, pero podía ser que Haseul y Jungkook no encajaran sexualmente y a eso se debiera la supuesta falta de entusiasmo del alfa que ella le había comentado, porque no quería ni imaginar correr el mismo destino. Sin embargo, le tranquilizaba que el menor lo hiciera sentir deseado, porque Taehyung había probado mantener la compostura y no intentar saltarle encima como había llevado haciendo desde que se conocieron, claro, sin dejar de lado las sonrisas coquetas y miradas lascivas para que no se confundiera con desinterés, y Jungkook no tenía problemas en tomar la iniciativa con regularidad, besando su cuello desde atrás o sosteniendo su cintura de imprevisto para apegarlo a su cuerpo, como notó que le gustaba.

Se estaba divirtiendo, tanto que sus problemas con su padre ni siquiera se habían asomado por su cabeza aún, aunque tarde o temprano tendría que lidiar con ellos. Quizá la próxima semana iría a ver a su madre y contarle qué tal estaban yendo las cosas, claro que sin detalles, esperaba que para ese entonces ella también tuviera noticias de Hyunjin para compartirle, porque no iría a irrumpir en su nuevo nido de amor él mismo.

Sacudió la cabeza para volver a concentrarse en los niños, incluso si el área estaba cercada, no podía bajar la guardia tan seguido, cualquier cachorro podía saltar la valla sin problemas, aún si no eran así de revoltosos como para salir sin su permiso por lo normal.

—Taehyung.

Se sobresaltó al oír la voz de Jungkook de repente y volteó para toparselo del otro lado de la cerca, más próximo de lo que imaginó, no había escuchado sus pasos, pero supuso que debía ser una habilidad desarrollada por la caza. Pestañeó desorientado ante su presencia allí, a esa hora de la mañana su alfa aún debería estar durmiendo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, ladeando su rostro por inercia.

—Quise pasar, no puedo permitirme dormir mucho si quiero arreglar otra vez mi horario de sueño —dijo, pero la respuesta dejó más dudas que respuestas en Taehyung.

—¿Otra vez?

Observó las comisuras del pelinegro curvarse en una sonrisa ladina mientras se inclinaba sobre la valla, apoyándose con los brazos cruzados.

—Decidí cambiar mis turnos, olvidé mencionarlo en la mañana cuando llegué—reveló y Taehyung separó los labios sin decir nada, asombrado. Eso no era un detalle insignificante como para simplemente pasarlo por alto, su día a día con Jungkook cambiaría bastante—. Mmh, ¿no te alegra?