diecinueve

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Era solo un almuerzo, Taehyung no estaba intimidado por el estatus que la familia de Jungkook tenía, porque él estaba lejos de ser un don nadie, sin embargo, aunque la casa de sus progenitores era grande y tenía extravagancias, no pudo evitar quedarse maravillado frente la de los Jeon.

Si pensó que la vivienda de su alfa era hermosa y elegante, no habían palabras para describir la que estaba delante de sus narices, y eso que apenas y estaba admirando la fachada. Tenía un estilo de construcción muy similar, pero lucías más espaciosa y contaba con muchos más detalles finos.

—¿Estás nervioso? —preguntó Jungkook a su costado mientras esperaban que los recibieran y él negó con la cabeza.

—Pero, ¿crees que les agrade?

—¿Por qué no les gustarías? —rio y alzó una mano para acariciar su mejilla con los nudillos—. Eres hermoso, Taehyung, pero no te cortejé solo por eso.

El omega abrió la boca para responder, pero las puertas de la entrada se deslizaron y un alfa se plantó frente a ellos. Hizo una venia educada como saludo junto a Jungkook que fue correspondida por el extraño antes de que se hiciera a un lado para dejarlos pasar, aún con la cabeza baja, así que Taehyung presumió que debía de tratarse de un empleado.

Contempló la decoración interior de la casa en su camino por el corredor luego de quitarse los zapatos en la entrada y volvió su atención al pequeño ramo sofisticado que sostenía entre sus manos. Agradeció que Jungkook le pidiera el permiso para ayudarlo a armar el arreglo que daría como ofrenda, por un momento temió que fuera demasiado pretencioso y que no armonizaría con el resto del altar de su hogar, pero no tenía nada de lo que preocuparse.

Frenó cuando el azabache dejó de moverse frente a una puerta y enderezó su postura, dando los últimos arreglos ciegos a su cabello para dar una buena primera imagen.

—Con permiso —anunció Jungkook su entrada para luego correr la puerta.

Taehyung hizo una reverencia completa antes de siquiera ver a cualquiera de las personas dentro de la espaciosa sala y se irguió nuevamente para esta vez ser él quien las recibiera. Los padres de Jungkook, sus dos hermanos y la que supuso que era pareja del mayor, todos estaban esperándolos ahí, sentados. Recién atinó a entrar a la habitación cuando su compañero posó la mano en su espalda baja para instarlo a caminar.

—Mucho gusto en conocerlos —dijo para evitar que el silencio se prolongara y uno de los hombres fue el primero en ponerse de pie. Juzgó su atuendo delicado y la gracia en sus acciones, ese debía ser la madre de Jungkook. Seojun era su nombre, si no se equivocaba.

—Bienvenidos —saludó y se aproximó a ellos hasta en frente—. Oh, mi hijo no le hizo justicia a su belleza.

Sonrió por el cumplido y volvió a inclinarse unos grados como agradecimiento. Entonces, estiró el ramo de flores hacia él, aguardando que fuera de su gusto.

—Por favor, acepte mi ofrenda para su hogar —dijo y sintió un peso menos encima cuando el omega a la cabeza por fin lo tomó y dio un paso al costado para invitarlo a tomar asiento con el resto de la familia tácitamente.

Observó a Jungkook llevar la mano de su madre hasta su frente de reojo mientras avanzaba hasta la mesa baja y cuando estaba por arrodillarse, el alfa de la familia le indicó que se acomodara en el asiento próximo a él, por lo que obedeció de inmediato. Pronto Jungkook se sentó a su lado y todos observaron con paciencia al omega mayor incluir su arreglo al hermoso y gran altar levantado en la sala para regresar a su sitio inicial.

indómito | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora