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-Natasha-

El fin de semana había terminado, el lunes había llegado y con él los inicios de mis nuevos entrenamientos para las próximas competencias de patinaje a finales del año para ver si soy apta para ir a los juegos olímpicos, con los trabajos, proyectos, entrenamientos y vida social comenzaba a pensar seriamente si era buena idea seguir en el patinaje o dejarlo por la paz antes de que me vuelva loca con tantas cosas por hacer. Había pasado la mayor parte de mi vida practicando el patinaje artístico cuando a los nueve decidí que eso era mejor que entrenar Ballet, tuve buenos momentos en ese pequeño hobbies que se volvió para mi en una profesión, gane varios premios, reconocimientos y medallas, adoraba el hecho de que la pista y yo nos habíamos vuelto una misma en cada momento que pasaba en ella, pero todo lo que inicia debe tener un final y tal vez la mía terminaría tras la siguiente competencia que convertiría en la última después de caso doce años en este deporte.

Debía comenzar a concentrarme en mi futuro.

Salgo de mi casa a pasos veloces al notar que se me ha hecho tarde para ir a la universidad esta mañana tras haber tenido otro sueño extraño con aquella castaña que no ha dejado mi mente desde el día que la vi en la tienda de donas, me subo al auto de mi padre Steve el cual arranca para llevarme a la universidad esta mañana ahora que mi auto esta en el mecánico tras haber sufrido un accidente pequeño.

Estúpida Carol le dije que correr por la carretera no era buena idea.

Recuerda que tienes que pasar por tu auto hoy cariño. -dijo en cuanto llegamos a la universidad con tiempo de sobra para mi primera clase.

El mismo taller de siempre, iré al terminar mi entrenamiento. -dije tomando mi mochila de la parte trasera escuchándolo reír.

Y por favor Natalia, para la próxima vez las dos manos en el volante. -murmuró cuando abrí la puerta para poder bajar del auto.

Lo prometo papá, te veré en casa más tarde... te quiero. -sonreí antes de cerrar la puerta para alejarme del auto.

También te quiero hija. -grito por la ventana haciéndome reír por lo bajo, a otros les hubiera apenado ese acto pero yo adoraba ese pequeño gesto de su parte.

Si papito, papito llévame a la escuela. -se burló Carol recibiendo un golpe de mi parte.

Calla oxigenada, no estaría en esta situación si no hubieras descompuesto los frenos de mi carro. -rodé los ojos comenzando a caminar a su lado para ingresar al edificio.

Vamos rojita, fue divertido ese momento y más ver la cara de Clint cuando casi se hace en los pantalones. -se río contagiándome por recordar aquel momento.

Por favor, no me iba a hacer en los pantalones. -gruño el rubio uniéndose a nosotras en el pasillo junto a Pietro, James y Maria quienes van a la misma clase.

Amor, acepta que lo harías. -se burló Pietro de su novio iniciando una discusión entre ellos.

Hola guapa. -sonrió mi novio pasando un brazo por mis hombros.

Hola, si me acompañaras esta tarde. -pregunte tomando su mano que caía sobre mi hombro comenzando a jugar con sus dedos.

Claro que si, te veré en la salida. -beso mi mejilla cuando llegamos a la puerta de mi salon.

El día fue relativamente tranquilo en las clases que tuve el día de hoy y lo mejor fue que para mi suerte en ningún momento del día me tope con la hermana de Pietro a pesar de que nuestros casilleros estaban juntos. No entendía cómo era que posible que de no conocernos más que por cruzar unas cuantas palabras estaba soñando con ella, eran sueños que se sentían bastantes reales, sus caricias, sus besos y sus palabras estaban grabadas en lo más profundo de mi mente, desde lo sucedido hace dos semanas en la tienda de Donas no me la he podido sacar de la cabeza y los sueños son cada vez más recurrentes, en un inicio eran sueños normales en donde las dos hacíamos cosas tranquilas como tener citas, pero desde hace unos días los sueños comenzaron a ser diferentes desde que la vi con aquella ropa deportiva que acentuaba su trabajo cuerpo.

Privilegiados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora