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Esa misma noche tomó su mochila, maletas y absolutamente todas sus cosas. Hasta las que su madre le había regalado. Todo era suyo. Ella tampoco dijo nada cuando lo vio cargado de cosas, huyendo de la casa. En plena noche quedó deambulando sin saber dónde ir. No tenía mucha carga en el celular, ni internet ni datos. Debía esperar a que el wifi de la calle le agarrara y que, de paso, este le anduviera bien.

Debió haberlo pensado más detallado el huir. Porque ahora era un don nadie caminando por las calles de la ciudad. Cargado de maletas era factible que alguien quisiera robarle. Pero nada le importaba, Chow Chow seguía su paso sin chitar y al menos eso lo agradecía. Porque haberla despertado de su sueño no era agradable para el perro, la mayoría del tiempo reaccionaba mal o le gruñía. Esa vez solo se dejó poner la correa y caminar junto a su dueño. Quizá había percibido las lágrimas y el dolor en su humano.

Caminó por veinte minutos hasta dar con un kiosko que, para su suerte, tenía una cabina telefónica y el buen sujeto, dueño de la tienda, le prestó algunas monedas para que pudiera comunicarse. El primero en llamar fue Hyunsuk, pero no contestó. Sus últimas monedas las gastó con Yoshinori, el cual atendió al primer intento.

¿Qué pasó, Jae? Estaba estudiando...

—Huí de la casa de mi madre... Yo... Quería saber si podía quedarme esta noche contigo... ¡Prometo irme en la mañana! No tengo nada, Yoshinori... Por favor... Esta noche.

Ya, Jaehyuk ... Tranquilo. Claro que puedes venir, eres mi amigo y no voy a permitir que duermas en la calle... Creo que a Junkyu no le molestará que invite a alguien.

—¿Junkyu?

Es el chico con el que comparto el alquiler ¿Te mando la dirección?

—Yo... si no es mucha molestia ¿Puedes venir a buscarme?

Con los pocos minutos que le quedaba antes de que la llamada se cortara, Jaehyuk llegó a decirle la calle en donde se encontraba y la cantidad de cosas que llevaba consigo para que supiera a qué se estaba enfrentando. No alcanzó a despedirse que ya el tono del teléfono los interrumpió. Colgó y dejó caer su cabeza, derrotado, en el vidrio de la cabina. Esta se encontraba rayada, repleta de fotocopias y grafitis. Por ahí, buscando bien, encontró las iniciales dentro de un corazón separadas por el signo más.

A+J.

Y por más que no se refiriera a ellos dos, Jaehyuk no podía evitar pensar en ello. Sus planes por manejar una nueva vida se habían adelantado y ahora estaba muy lejos de conseguir tiempo para estar con Asahi. De todas formas, cabía la posibilidad que desapareciera así, sin dejar rastro alguno, y Asahi lo olvidara.

Salió de la cabina y esperó eso de una hora sentado en la orilla de la vereda, donde el agua de la lluvia permanecía por más tiempo antes de que el sol lo secara. Cada tanto veía algunos gatos pasar y oía algunos perros ladrar. La penumbra era solitaria y Jaehyuk comenzaba a sentir el frío. Era como un vagabundo sin tener visión de un buen futuro. O eso creía hasta que las luces del remis donde Yoshinori estaba lo cegaron.

—Jaehyuk... ¿Qué pasó? —preguntó el rubio una vez que estuvo a su lado, acariciando su mejilla, esperando que el tacto fuera suficiente para dar calor.

—Luego te cuento.

Subieron las maletas y mochila, y después lo hicieron ellos. En todo el camino Jaehyuk no dejaba de observar la ciudad pasar frente a sus ojos mientras el auto seguía en movimiento, y apretar a Chow Chow más a su cuerpo. Yoshinori quería saberlo todo, pero su amigo no daba indicios de querer contarlo todo. No iba a negar que esperar lo asustaba, porque cualquier cosa que Jaehyuk estuviera pensando en aquella espera, él no lo sabría. No hasta que el azabache hablara.

𝑆𝑖𝑙𝑒𝑛𝑡 𝐵𝑢𝑟𝑠𝑡 | °Jaesahi° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora