Más Paisajes

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Espero que les guste~

Llegaron a un lugar mucho más grande, con pasto, con un árbol grande y algo chueco con hojas blancas que caían suavemente, con un gran lago en medio de todo y donde podían ver flores de loto flotando, muchas de ella luciendo grandes mordidas.

-Es el lugar de Nezha...- habló MK, llamando su atención. -...me habló una vez de un jardín de los celestiales, uno muy bonito a donde iba a veces y que extrañaba mucho, hice lo que pude con lo que él me contó- rio ligeramente, sonando avergonzado.

-¿Y el guardián?- preguntó Wukong con curiosidad, sin ver a ningún Nezha dorado por allí.

-Esta fuera, ayudando a otros guardianes a buscar al Baku- contestó después de uno segundos.

En el exterior

-Es hermoso...- murmuró Mei ante lo que estaba viendo, todos volteando se para ver al príncipe al no escucharlo decir nada.

Nezha estaba sorprendido, anonadado, por lo que veía. El bonito bonito paisaje con pastos verdes y las pequeñas flores apenas notables que adornaban el lugar, el gran árbol chueco que siempre había llamado su atención por sus hijas blancas como la nieve y el lago con flores de loto, sus favoritas. Era como hermoso, tal y como lo recordaba. Se sentía alagado y orgullos por el hermoso lugar que ocupaba en la mente de su amigo, su corazón solo hinchándose con deleite y felicidad al saber que también era un guardián en la mente de ese niño. Lo adoraba, no había vergüenza en ello.

En el interior

-Esa cosa ya estuvo aquí...- gruñó el dios al ver las flores mordidas.

-Se mueve rápido- el mono de las sombras frunció el ceño, molesto. -¿Por dónde vamos, Kid?- preguntó, mirando a su alrededor, sin ver una puerta visible.

-Detrás del árbol hay una puerta- informó y ambos obedecieron, encontrando rápidamente la puerta escondida tras el árbol, algo extrañados. La puerta parecía que estaba en la nada, sin paredes atrás pero al abrirla, el vacío negro que se estaba volviendo algo familiar se mostró. Entraron, cayeron como las veces anteriores y aterrizaron en otro lugar, uno que lucia tan abierto como el anterior y muy familiar, con una pequeña casa de madera y un gran árbol que se elevaba sobre esta, los duraznos grandes y brillantes sobresaliendo entre las ojas verdes de la copa.

-Mi montaña...- sonrió Wukong con cariño puro ante el lugar en el que vivía.

-No hay mordidas por ningún lado- noto Macaque con sorpresa. Se voltearon cuando algo cayó con fuerza suficiente como para hacer temblar el suelo, abriendo los ojos con cautela ante la versión de Wukong completamente dorado que ahora los miraba fijamente.

-Hey, guapo~- sonrió el dios, emocionado de ver su propia versión dorada. Era un guardián, lo sabia, pero verlo era algo mucho mejor, orgullo y alegría llenando su pecho. Noto con cierta curiosidad el durazno que colgaba del cinto del mono dorado, de seguro era el recuerdo favorito. El mono de oro se mantuvo quieto y extrañamente serio, mientras que Wukong decidió acercarse, con la curiosidad carcomiendo su mente y los ojos fijos en aquel durazno que colgaba del cinturón ajeno. Quería ver, se moría por saber cuál era el recuerdo favorito de su sucesor con él pero antes de que siquiera sus dedos pudieran rozar el durazno, el mono dorado se movió rápidamente y lo golpeó con fuerza, alejándola. -Me lo merecía...- se quejo con la cara enterrada en el suelo, Macaque empezando a reír a carcajadas.

-¡Monkie King! ¡¿Estas bien?!- preguntó, frenético. -Lo siento mucho, es muy...protector por alguna razón con ese recuerdo- sonaba apenado por el comportamiento del guardián.

-Esta bien, esta bien- se levantó, su dignidad y orgullo algo dolidos, sacudiéndose el polvo y frotando ligeramente su adolorida nariz. -¡Deja de reírte, bastardo!- reclamo, viendo a su contraparte reírse de su miseria. -¡Cállate!-

En el exterior

-Es un estúpido- bufo Pigsy con una mueca, golpeándose la cara con una de sus manos. Tras él, riendo a carcajadas en el suelo, estaba Mei y Red Son, esta último con una mano cubriendo su boca en un intento de ahogar su risa.

-...y él es el gran Monkie King- suspiro Nezha ante la actitud del mono. Tang sólo sonrió con nerviosismo, aceptando la taza de té que Sandy le estaba ofreciendo en ese momento, viendo cómo el mono se lanzaba a intentar nuevamente y escondiendo una mueca tomando un sorbo.

En el interior

-¡No seas mezquino y déjame ver!- grito el dios, reclamando, intentando llegar a aquel durazno pero con su versión dorada esquivando cada intento, llegando a golpearlo cuando tenía la oportunidad.

-Idiota...- suspiro Macaque ante la escena, decidido a ignorar eso por el momento y mirar a su alrededor. El lugar se veía intacto, sin signos de mordidas o pelea, así que eso quería decir que aquella cosa no había llegado hasta allí. -Dime Kid, ¿sabes donde esta el Baku ahora?- preguntó, mirando la linterna que colgaba de su cinturón.

-No realmente- sonaba algo apenado al admitirlo. -Estoy encerrado en un cuarto que se mueve constantemente para que el Baku no me encuentre, así que ni siquiera yo se donde estoy. Se donde están ustedes porque los guardianes me avisan pero no me dicen donde esta el Baku- el mono de pelaje oscuro tarareo ligeramente, entendiendo. Los guardianes parecían realmente protectores, escondiendo al "yo interno" del Baku y de ellos también, con la intención de mantenerlo a salvo y lejos del peligro.

-¿Por dónde debemos ir ahora?- decidió preguntar, viendo de reojo como el mono dorado tomaba la nuca del dios y lo mantenía en el aire, el mono luciendo como un gato arisco por la forma en la que se retorcía y se quejaba.

-La puerta de la casa- respondió, el mono de las sombras asintiendo ante eso y acercándose a su contraparte, quien aún intentaba llegar al durazno.

-¡Deja ese durazno en paz!- gruñó con el ceño fruncido ante la actitud infantil.

-¡Solo quiero ver!- se quejo con un puchero, cruzándose de brazos, moviendo su cola.

-Nos vamos- agarro la oreja ajena y apenas el mono dorado lo soltó, lo empezó a arrastrar hacia la puerta de la pequeña casa.

-¡Suéltame tonto, no soy un niño!- reclamo Wukong, tropezando un poco al ser arrastrado.

-Entonces deja de actuar como uno...- abrió la puerta, viendo el vacío oscuro que mostraba. -...¡Y entra allí!- lo empujó hacia allí y luego se lanzó el mismo, ambos cayendo.

Monkie Kid: Baku el devoradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora