La Trampa

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Espero que les guste~

Los guardianes llevaron mucho de lo que estaba oculto bajo las raíces al cuarto de recuerdos más grande que había, que resultó ser el de Wukong, abierto y espacioso para que el Baku no tuviera donde esconderse. Dejaron todo frente a la casa y se dispusieron a esperar.

-Vamos a escondernos allí- señaló Macaque tras la pequeña casa, donde había algunas plantas, perfecto para que no los vieran.

-Si, si, si- Wukong se dispuso a esconderse, deteniéndose en seco cuando un bastón dorado apareció frente a él. Levantó la vista, notando a su versión dorada allí, extendiendo el arma y mirándolo fijamente. -Me das un bastón...- agarro el bastón, enmarcando una ceja. -...¿Pero no me dejas ver el durazno que llevas?- el guardián lo ignoro y se alejo junto a los demás, dispuesto a salir de allí para no alertar y espantar al demonio. -Mezquino...- bufo, girando el bastón mientras caminaba hacia el escondite improvisado, dejándose caer de sentón y apoyando su espalda contra la madera. -¿Crees que esto funcione?- preguntó en un susurro.

-Eso espero...- suspiro al sentarse al lado del dios, apoyando su espalda pesadamente contra la casa. Hizo aparecer su bastón oscuro, solo para tenerlo a mano y golpear a ese bastado demonio lo antes posible.

-Oigan...- MK llamo y ambos fueron rápidos en mirar la linterna, notando el suave y constante brillo violeta. -...¿están bien?- pregunto con algo de duda y preocupación.

-Estamos bien, Kid- sonrío el dios ligeramente a pesar de que el menor de seguro no podía verlo. -Solo...estamos algo ansiosos ahora mismo-

-Lo entiendo, yo también me siento un poco ansioso. Estoy algo...cansado de estar encerrado y sin hacer nada- bufo el menor y los monos pudieron imaginárselo haciendo pucheros mientras se cruzaba de brazos. Ambos sonrieron pero justo ante de que pudieran decir algo, escucharon pasos pesados acercándose, acompañado de esa odiosa risa de antes. Se asomaron ligeramente, viendo al Baku saliendo de la puerta de la casa, su gran cuerpo retorciéndose para salir.

-Delicioso~- se acerco a la pequeña pila de cosas que habían sacado del escondite de cosas malas. -Podrido...y delicioso~- olio, abriendo su gran boca para comer, tarareando con gusto. Los monos no dudaron y se levantaron, girando cada quien sus bastones y lanzándose sobre el Baku, quien alzo la vista con la boca llena y los ojos bien abiertos, saltando hacia atrás para apenas evitar el ataque. El par se movió con agilidad y sorprendentemente sincronizados, atacando sin piedad y sin darle tiempo al Baku de reaccionar o intentar huir. Los guardianes no tardaron en aparecer, todos y cada uno de ellos con sus armas en mano, apuntando al temeroso Baku que se encogía en su ligar, viendo hacia todos lados. Fue golpeado con pelotas de Pin-Pon doradas de parte del Pigsy dorado, el Tang dorado creando una cúpula al rededor del lugar para evitar cualquier tipo de escape. -¡Déjenme en paz!- gruño pero nadie retrocedió. Azoto sus enormes patas contra el suelo, haciendo que todo temblara y los monos se tambalearan ligeramente.

-¡Deja de pelear!- gruño Wukong, mostrando los colmillos, furioso contra aquel demonio. 

-¡Y muérete de una vez!- gruño Macaque de igual manera, cansado de la odiosa e irritante voz de aquella cosa.

-¡No pueden matarme! ¡No van a matarme!- el Baku se removió, gruñendo y rugiendo. -¡Yo comeré todo lo que pueda! ¡Devorare a este niño inútil como lo hice con los demás!- rio, los monos apretando los dientes con furia. Una puerta se formo repentinamente en medio de toda la batalla, de madera pintada de blanco y con muchos dibujos en ella, con las letras "Imaginación" escrita con letras de colores y algo rechonchas.

-¡Oye!- y todo se detuvo, las miradas de los monos y del Baku centrándose en quien había salido de la repentina puerta. Era MK, mucho más pequeño y vestido de manera diferente, frunciendo el ceño. -¡No vas a devorar a nadie más!- el Baku se relamió al verlo, agazapándose, luciendo listo para atacar. El debía ser el "yo interno" que debían proteger, lo que ese Baku había estado buscando entre los recuerdos. -¡Esta es mi mente!- no se movió, ni siquiera cuando el demonio se lanzo sobre él con intenciones de devorarlo. -¡Tu no eres bienvenido!- Macaque y Wukong se movieron, sin poder hacerlo rápidamente, sabiendo que no llegarían al menor a tiempo. -¡Y es hora de que devuelvas lo que me robaste!- un simple sonido de algo rasgando y entonces, el Baku cayo al suelo, inerte, con la cabeza separada del cuerpo y con los ojos bien abiertos, muerto. El Nezha dorado, flotando sobre la puerta, hizo girar hábilmente su lanza. MK dejo escapar un largo suspiro, pareciendo que toda su valentía de antes se evaporaba en un instante y entonces, levanto la vista, sus ojos encontrándose con el par de monos tieso no muy lejos de él, mirándolo con los ojos bien abiertos y luciendo horrorizados. -¡Monkie King! ¡Mac!- corrió hacia ellos, aliviado y feliz de verlos.

-¡Kid!- reaccionaron, corriendo de igual manera, alzando al menor y abrazándolo entre ellos con fuerza, aliviados de verlo.

En el exterior

El grupo vio, con los ojos bien abiertos y llenos de asombro lo que había pasado, una ola de alivio inundándolos al ver a Baku muerto pero antes de poder celebrarlo, algo más sucedió. MK, quien había estado quieto desde que se había dormido, se enderezo de repente y soltó un quejo, algo en su nuca brillando momentáneamente antes de que algo negro y grande callera al colchón. Red Son se apresuro a sujetar al chico antes de que volviera a caer, Tang acercándose para investigar. Parecía un insecto horriblemente grande, quizás del tamaño de la palma de su mano, muerto e inmóvil.

-¿Es es...?- Pigsy hizo un gesto hacia el Baku muerto que mostraba el espejo y luego hacia el enorme insecto.

-Eso...parece- el de anteojo estaba algo confundido.

-Permiso~- Mei agarro a aquel bicho con una bolsa, metiéndolo dentro y cerrándola con varios nudos. -Quemare al maldito, volveré~- y se alejo con bolsa en mano, el pelirrojo recostando lentamente al menor de vuelta.

Monkie Kid: Baku el devoradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora