Alivio

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Espero que les guste~

-Estoy tan feliz de que ambos estén bien- sonrío MK entre ambos mono, estirando todo lo que podía sus cortos brazos para abrazarlos a ambos.

-Es un alivio verte, Kid- sonrío Wukong, separándose ligeramente para ver a su alumno. Era pequeño, un niño al parecer, sin rastro de heridas y luciendo completamente limpio. Lo bajo lentamente, dejando que el menor estuviera sobre sus propios pies, sin querer parecer muy pegajoso...por el momento.

-¿Estuviste oculto en tu imaginación?- pregunto Macaque, recordando lo que decía aquella puerta que había aparecido de repente.

-Los guardianes me escondieron allí y movieron la puerta para que el Baku no me encontrara- asintió, mirado entonces el cuerpo del demonio tirado no muy lejos, desapareciendo rápidamente para sus sorpresa. Su vista se movió entonces al montón de cosas en mal estado acumulado, entrecerrando ligeramente los ojos.

-No, no Jefe- chillo cuando una mano tapo sus ojos de repente, Ponty haciendo una seña para que los guardianes se llevaran aquello de vuelta al escondite de las cosas malas, lejos de la vista del menor. MK hizo un puchero, mirando con el ceño fruncido a su clon fiestero pero termino por volver a mirar a sus amigos, dispuesto a ignorar aquello. Retorció su remera entre sus pequeñas manos, moviéndose con algo de incomodidad en su lugar.

-Hey...- el mono de las sombras se agacho para estar a la altura ajena, enarcando una ceja. -...¿todo bien, chico?- pregunto con voz suave, Wukong mirándolos con preocupación y curiosidad.

-¿Crees que todos mis recuerdos volvieron a donde debían?- pregunto con nerviosismo, temeroso de solo pensar que algo peor le pudiera pasar a sus recuerdos.

-Estoy seguro de que todo esta en donde debe- sonrío ligeramente.

-¿Quieres ir a comprobar?- ofreció el dios antes de pensarlo.

-¿Podemos?- los miro con ojos brillantes y suplicantes, ninguno de los dos dispuesto a negarse. Macaque agito su cola, algo incómodo, sintiendo una leve y extraña preocupación. El solo oír el si podrían comprobar si todos los recuerdos volvieron, le hicieron sentir un gran peso en el pecho. Uno que no le gustaba, es más, le dolía. La imagen de la falta de linternas, el teatro oscuro...volver a verlo le hacía sentir un poco de remordimiento. Aunque tenía una cierta confianza de que todos los recuerdos estaban en su lugar, aun había cierta sensación de duda: ¿Y si las linternas y los recuerdos no estaban? ¿Y si no volvían? ¿Y si el chico no lo recordaba cuando se despertaba? Nada de eso le gustaba, sus dedos rozando la linterna que aun colgaba de su cinturón, esperando que sus preocupaciones fueran una tonteria.

-¡Oigan!- se sobresaltaron ante la voz y se voltearon, notando al Wukong dorado acercándose a ellos con un espejo entre sus manos, mostrando a sus amigos del exterior.

-¡Que alivio, hay una espejo!- sonrío Tang.

-¡Quiero hablar con MK!- reclamo Mei, empujando al adulto a un lado para poder estar innecesariamente cerca del espejo, los quejidos del de anteojos escuchándose de fondo. -¡¿MK?! ¡MK! ¡¿Estas bien?!-

-¡Mei-Mei!- sonrío el menor, dando un ligero tirón de la manga de su maestro y haciendo señas para ser alzado. El dios rio y obedeció, alzando al menor, acercándose ligeramente al espejo.

-Eres un niño, MK~- ella sonrío enormemente, aliviada de verlo bien y encantada de verlo como un niño.

-No sabía que podía hablar con ustedes así- vio el espejo con ojos brillantes. -¡¿Cómo es posible?!- pregunto con emoción, dando pequeños saltos entre los brazos ajenos.

-Con unos rituales. Uno para que Macaque y Wukong entraran ayudarte, otro para ver todo lo que sucedía a través de los espejos que tenemos aquí- contesto Tang, levantándose con torpeza, acomodándose los anteojos, solo para gritar al ser repentinamente y brutamente empujado de repente.

-¡CHICO DE LOS FIDEOS!- era Red Son, viendo al niño con los ojos bien abiertos, luciendo emocionado de verlo. -¡Más te vale que me recuerdes cuando despiertes!, ¡¿quedo claro?!- vio a su versión dorada parada no muy lejos del chico. -¡Y soy el mejor guardián que tienes allí!- fue apartado, esta vez por Pigsy.

-¡Chico! Mírate nada más, eres pequeño...- sonrío el demonio cerdo, aliviado de ver su hijo. -...e recuerda mucho a cuando te robabas la alacena de dulces- MK rio ante eso, siempre se trepaba y se caía por su torpeza pero Pigsy siempre lo atrapaba antes de caer.

-¡Por todos los cielos, MK!- Tang se mete, luciendo despeinado y algo alterado. -¡¿Estas bien?!- mira con preocupación al menor. -Lo que hiciste fue...-

-...¡absoluta y completamente peligros!- Nezha se une, mirando al chico con el ceño fruncido, preocupado y solo queriendo tenerlo entre sus brazos para darle un gran abrazo. -¡¿Qué pasaba si ese yo dorado no lograba defenderte?!-

-Lo siento...- bajo la cabeza, apenado, pero no luciendo para nada arrepentido. -...me canse de estar escondido, solo quería que todo terminara- hizo un puchero. -...quería poder recordarlos a todos otra vez...- y todos los presentes sintieron algo en su interior estremecerse ante esa frase.

-Oh, chico...- Macaque se acerco, pasando su manos por el cabello ajeno, mostrando una pequeña sonrisa cuando el niño se giro para mirarlo. MK lo miro fijamente y extendió sus brazos, el dios entregándolo a su contraparte sin quejarse por esta vez, el mono de las sombras acomodándolo y abrazándolo.

-...quería recordaros...a todos...- murmuro contra su hombro, sus pequeñas manos aferrándose a la ropa ajena.

-Escucha...- Nezha llamo, el menor moviéndose ligeramente para poder verlo. -...se perfectamente que querías recordarnos pero...- se aclaro la garganta, emocionado y sin saber como continuar. -...no te vuelvas a poner en peligro, ¿si?- es lo que decide decir. 

-Si, hermano mayor Nezha- asintió MK con una pequeña sonrisa, enternecido por la preocupación ajena. Nezha tose, intentando esconder su repentina vergüenza y gusto por las palabras ajenas, unos pétalos de loto apareciendo a su alrededor y cayendo lentamente.

-¡Ahí tienes un nuevo recuerdo de Nezha, MK!- sonrío Mei con diversión, ligeramente burlona. El niño ríe alegremente, sin decirle a nadie de que podía sentir el repentino recuerdo formándose, de seguro una nueva flor de loto flotando en el agua.

-Revisaremos un poco para cerciorarnos de que los recuerdos estén donde deberían...- hablo Wukong de repente, llamando la atención. -...saldremos tan pronto como terminemos-

-Muy bien- Tang asintió, igual necesitaba algo de tiempo para ver que se necesitaba para sacar al par de la mente del menor. -Avísenme cuando estén listos- miro una vez al niño y sonrió, alejándose rápidamente. El dios dorado se alejo con el espejo en mano, mientras el dios original se volteo a ver a su sucesor y a su contraparte.

-¿Listo para ir?- pregunto con una gran sonrisa.

-¡Si!- asintió MK con entusiasmo, mientras que Macaque asintió ligeramente, aun nervioso pero escondiéndolo lo mejor posible, afianzando su agarre en el niño entre sus brazos. -¡Oh!- sus ojos se abrieron. -¡Guardian Monkie King, necesito el espejo!- chillo, estirando su brazo hacia el mono de oro, quien se detuvo en seco y fue rápido en voltearse, acercándose, entregando el espejo redondo al niño. -¡Quiero mostrarles a los demás sus cuartos!- sonrío enormemente, abrazando el espejo contra su pecho, emocionado.

Monkie Kid: Baku el devoradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora