Guardianes

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Espero que les guste~

Los monos apenas esquivaron uno de los golpes del ser dorado, viendo de reojo como el Baku aprovechaba para huir. Eso no era bueno.

-¡Tu maldito objetivo se está yendo, tarado!- grito Wukong con enojo, logrando darle una fuerte parada a la cabeza ajena, solo para retroceder con un chillido. -¡Es sólido!- se quejo con los dientes apretados, no habia esperado que aquella cosa fuera completamente sólida y dura.

-Imbécil...- bufo con algo de burla, levantando su bastón rápidamente para bloquear un golpe de su extraña versión dorada. Apretó los dientes, sintiendo como sus pies resbalaban del suelo por la fuerza ajena, era poderoso y ágil, atacando sin piedad pero se había concentrado en ellos por alguna razón, dejando escapar al Baku. Sintió una cola rodeando su tobillo y un fuerte tirón, haciéndolo caer, viendo como el guardián se paraba sobre él, con el puño en alto y haciendo el amague de golpearlo. Justo cuando Macaque se resignó al dolor de ese golpe, algo detuvo a su copia.

-¡Basta!- el guardián quedó tieso, su puño deteniéndose a centímetro del rostro del mono de las sombras. -Ellos no son peligrosos, vienen a ayudar. Por favor, detente- lentamente, el guardián se enderezó y se alejo unos pasos de los monos, quienes estaban sorprendidos ante la repentina voz.

-¿MK?- llamaron, sin saber exactamente a dónde mirar o de donde venía la voz.

-Lo siento...- el mono dorado levantó su linterna, la cual brillaba ligeramente de un bonito color violeta. Macaque la reconoció, era la misma que él usaba en sus shows. -...ellos solo están cuidando lo que queda- para su absoluta sorpresa, la voz venía de la lámpara.

-Que bueno que es escuchar tu voz, chico- sonrió el dios, acercándose con pasos cuidadosos, sin saber si el ser dorado los volvería a atacar.

-También es bueno escucharlos, Monkie King- se escuchaba algo más joven de lo que recordaban, con alivio al parecer. Macaque se aprovecho del pequeño descanso para mirar a su alrededor, notando con un suave tarareo que estaba en una copia exacta de su teatro de sombras, aunque lo que llamó su atención se centro en los trozos rostros esparcidos por el suelo. Se agachó y rozó uno de ellos con sus dedos sólo por curiosidad, una imagen viniendo rápidamente a su mente.

-No soy un héroe, Kid- negó Macaque, sentado en el sueño y con las manos atadas tras la espalda.

-Entonces...sé un guerrero- y ahí estaba MK, mostrando una sonrisa, con esperanza brillando en sus ojos.  -Lucha como un guerrero-

-Oh...- Macaque parpadeo, sorprendido.

-¿Que fue eso?- preguntó Wukong, al parecer él también lo había visto.

-Un recuerdo...- murmuró, levantándose rápidamente, mirando la linterna en las manos de su copia de oro con curiosidad.

-Mis recuerdos de ti estaban en linternas...pero él las rompió y se las comió...- se sintieron mal ante la tristeza en la voz ajena, viendo los trozos rotos en el suelo con pesar. - Antes se veía como tu do-jo...pero tu teatro me gustaba más, así que lo cambié- comentó con diversión.

-Arreglaremos esto, Kid- aseguró el mono de las sombras con confianza.

-Estamos aquí para ayudarte y no nos iremos hasta matar a esa horrible cosa- asintió el dios con una sonrisa.

-Gracias- había tanto alivio notable en su voz. -Deben llevar esta linterna, evitará que los demás guardianes los ataquen...- ambos asintieron. Tenían curiosidad al decir verdad, ver a aquel guardián con la apariencia de Macaque había sido sorpresivo pero ahira, querían ver como se veían los demás. -...pero cuidado por favor, es mi recuerdo favorito-

-¿Tu favorito?- eso llamó la atención del mono de las sombras.

-Los guardianes cuidan mis memorias pero siempre llevan consigo mi recuerdo favorito- rio ligeramente, sonando entusiasta de repente. -¡Míralo, míralo! Te va a encantar~- ahora se escuchaba emocionado. Macaque se adelantó, aunando suavemente la linterna entre sus manso, el recuerdo mostrándose rápidamente.

-¡Macaque!- MK se lanzó a abrazar al mencionado, notablemente emocionado. -¡Hora del cuento, hora del cuento!- canturreo, el mono dejando escapar un suspiro pero sonriendo a pesar de todo.

-Ya va, ya va. Dame un segundo, Kid- el menor asintió, soltándolo, dando pequeños saltos en su lugar. El mono terminó lo que estaba comiendo, dejando el plato para lavar más tarde y tomando la mano del menor impaciente, dejándose arrastrar hacia la sala de su pequeño departamento. Macaque se sentí en el sofá con toda la tranquilidad, haciendo aparecer un sombra y sacando de allí su fiel linterna, mientras MK se apuraba para arrimar las cortinas y apagar las luces, casi lanzándose para sentarse junto a su amigo. El mono empezó a relatar, usando sus poderes para mostrar un espectáculo de sombras, describiendo un árbol extraño y único con un bonito paisaje a su alrededor, lleno de flores y mariposas de todos los colores posibles.

-Oh...- Macaque recordaba eso, una de sus tantas historias, donde había descrito un lugar que había visto hace mucho tiempo atrás y que había llamado su atención por la rareza del gran árbol en medio de la nada, alejado de todos los humanos. MK le había hecho un dibujo de ello no mucho después, uno que le regalo y el mono lo puso en un marco para colgarlo en una de las paredes de su pequeño hogar. Sonrió ligeramente, viendo con cierto cariño la linterna, enganchando su extremo al costado de su cinturón. -Lo cuidare bien, Kid- Wukong lo miró en silencio por unos segundos, extrañamente conmovido por lo que había visto y algo celoso.

-Gracias- fue un suave agradecimiento. -Tienes que irse de allí, esa cosa está en otros recuerdos ¡Se los está comiendo!- grito, en pánico, sonando asustado. El Macaque de oro hizo una seña hacia los monos y se empezó a alejar.

-¿Lo seguimos?- señaló Wukong, algo desconfiado aún.

-No tenemos muchas opciones- negó Macaque con una mueca. Ambos empezaron a seguir al guardián, quien los estaba llevando tras el teatro, una puerta que en el teatro original llevaba a un callejón. El mono de oro abrió lentamente la puerta, mostrando nada más que oscuridad, apuntando hacia ella mientras los miraba fijamente. El par se miro entre ellos y dejaron escapar un largo suspiro, sabiendo que no había otro camino por tomar. Así que se adentraron a la oscuridad, sintiendo como caían a lo que de seguro era otra zona de recuerdos.

Monkie Kid: Baku el devoradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora