Capítulo 17

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—Hola—me saludo.

—Hola—musité confundida.

—¿Puedo pasar? —preguntó.

—Adelante—animó Kate, esperando ver la escena que ya imaginaba.

Recordé las palabras que Yelena me dijo esta mañana y me esforcé de verdad por no sacarle provecho al asunto. Al menos no apropósito.

Peter condujo sus pies hasta quedar atrás de mí y luego yo cerré la puerta, temiendo por lo que pudiera pasar a continuación.

—Ten. Es para ti—me dijo cuando le miré y me extendió el ramo.

No quería, pero no pude evitar mirar de reojo a Natasha quien tenía su ceño ligeramente fruncido. Luego mire a Kate, quien contemplaba emocionada la escena, totalmente ajena a la expresión de su novia.

—G-gracias, P-p-pete—tartamudeé tomando el ramo.

—Te dije que lo haría y bueno, yo siempre cumplo lo que digo—musitó.

Antes de que pudiera yo decirle algo, Kate habló, pero para Natasha.

—Oh, amor. Eso me hizo recordar—dijo—. Gracias por la rosa—besó su mejilla.

Natasha la miro desconcertada.

—¿Cuál rosa? —preguntó.

"Oh, oh". Pensé.

El corazón se me aceleró en un intento de explotar de nerviosismo y las manos desprendieron un poco de sudor frío.

—¡Hey, Natasha! —dije, adelantándome a la situación—. La rosa que le dejaste a Kate ayer, como disculpa porque no pudiste quedarte, ¿recuerdas? —rogaba porque Natasha me siguiera la corriente y también porque no se molestara conmigo.

Miré de reojo a Peter quien sabiamente guardaba silencio y su rostro me decía que trataba de comprender lo que estaba sucediendo.

Los ojos de Natasha me miraron extraños. Fue una mirada que no supe describir. Sus ojos me dijeron algo, pero yo no entendía que, estaba demasiado nerviosa como para ponerme a descifrar el mensaje que me gritaban.

Tras un momento de silencio, Natasha retiró su mirada de mí y le sonrió a Kate.

—Sí, ya recuerdo—musitó—. No hay de que—contesto.

Suspiré de alivio.

Después de eso, Kate volvió al ataque.

—Y Peter, ¿a que se debe tan gran detalle a Wanda? —preguntó Kate, preparada quizá para la bulla.

—E-e-eh

—Porque eres un gran amigo, ¿verdad, Pete? —interrumpí.

—Claro...—contesto Peter.

—Chicas, les daremos privacidad. Peter y yo iremos a mi habitación—tomé la mano de Peter mientras que con la otra todavía sostenía el ramo—. Vamos, Pete—lo lleve hasta mi habitación, mientras que este trataba de comprender mucho más todo lo que acababa de ocurrir.

La mirada inquisidora de Kate estaba a mis espaldas, al igual que la mirada desconcertada de Natasha que también nos seguía hasta que cerré la puerta de mi cuarto.

Cerré los ojos y suspiré.

—Dios...—murmuré aliviada.

—¿Qué acaba de ocurrir allá afuera? —preguntó Peter.

Le miré y suspiré de nuevo. Era hora de contarle todo.

—Tenemos que hablar, Peter—dije. Le hice una seña de que se sentara sobre la cama entre tanto que yo me sentaba a su lado y ponía el rostro sobre la almohada.

El manual de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora