Capítulo 25

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Se giró al sonido de mi voz y me miró extrañada. No era una mirada de rencor, enojo o algún sentimiento parecido; simplemente era extraña. Me sonrió.

—¿Crees que sea buena idea irme? —soltó y mis ojos se abrieron como platos. Oh, no. Volvería a huir de nuevo, todo por culpa mía.

—¡¿Irte?! Kate, ¿p-p-por q-qué? E-e-escucha, ¡no es lo que tú piensas! —mascullé, atropellando las palabras.

—¿De que hablas? —rio, pero esa aparente diversión no llegaba a los ojos.

—Sé que se veía mal, pero... juro que no hay nada entre Natasha y yo—supliqué.

—¿Qué? —volvió a reír—. Wanda, ¿de qué hablas?

—Nos viste bailando y...—murmuré, ahora confundida.

—Fue solo un baile, Wands—dijo—. Eso no tiene nada de malo.

—Ah... entonces, ¿de qué hablas tú? —pregunte, sintiéndome de verdad tonta.

—Katie, la hija del señor McGrath quiere que la acompañe a la inauguración de una nueva sede en Cork, Irlanda. Soy su nueva socia y ambos quieren esté ahí—explicó.

—Oh—exclame al entender—. Pero ¿te irás? —inquirí, ahora captando su anterior comentario.

—Sólo sería por dos días, pero no sé aún—se encogió de hombros.

—¿Por qué no? Digo, es una buena idea.

—Sí, sería buena publicidad para mostrar la alianza de las dos empresas.

—Entonces es genial—dije—. ¿Cuándo te irías?

—Mañana en la noche.

—¿Qué? ¿Tan pronto?

Se encogió de hombros una vez más.

—Es por eso por lo que no he decidido aún. Además, me cuesta dejarlas; a ti, Nat y Lena—sonreí en mi mente cuando consideró a Lena.

—Sólo serán dos días, Kat. Pero ¿tú quieres ir?

—Me gustaría—asintió.

—Entonces ve—le sonrió.

—Tengo que comentarlo también con...

La puerta se abrió y de ella salió aquella joven danzante que me tenía en sus brazos hace unos instantes.

—...Nat—termino Kate.

—Kate, aquí estás—dijo y luego me miró; como si a la que buscase hubiese sido a mí ya que sus palabras habían sonado huecas.

—Qué bueno que apareces, Nat—dijo ella—. Tengo algo que decirte.

—¿Sobre qué? —inquirió Natasha.

—Haré un viaje de dos días a Cork con mis socios por la inauguración de su nueva sede—anunció.

—¿Cuándo te vas? —aquella pregunta no pareció del todo tierna.

—Mañana por la noche.

—Oh. Bien.

Guardé silencio, no sabía si era mi imaginación o la conversación entre ellas carecía de calor. Era una platica fría, como si ambas estuvieran molestas la una con la otra y nadie se pusiera a considerar los hechos.

Me percaté también de que Kate no lo discutió con Natasha, sino que ya había tomado la decisión y sólo se la hizo saber.

—Chicas, vamos adentro. Aquí hace frío—musité dándole un doble sentido a mis palabras.

El manual de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora