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"¿Estás bien?"
༄ Celeste's pov
Cuando llegamos al hospital, Susanne, mamá y Conrad estaban en la sala de espera. Conrad se mordía las uñas compulsivamente.
Mamá me abrazó fuerte y me agarró de las mejillas — Te estás perdiendo el torneo cielo...
— Da igual, no importa, quería ganar con Jeremiah, o por lo menos con él allí, sin él no tiene ninguna importancia.
Me acerqué a Conrad, Susanne estaba en recepción.
Lo abracé — Conrad, ¿estás bien?
Tenía sus ojos llorosos, y me miró.
— Se desplomó tan desprevenidamente que no me lo vi venir, tardé en reaccionar, ¿y si lo empeoré?
— No, Conrad, no pienses eso, no empeoraste nada, hiciste lo que pudiste.
Volvió a abrazarme, y puso su mentón en mi cabeza. Estuvimos así un buen rato, hasta que Susanne volvió con nosotros.
— Está bien — todos suspiramos de alivio — Tiene una costilla fracturada, y como la forzó al hacer deporte, lo empeoró — hizo una pausa — El doctor dijo que posiblemente se desmayase por aguantarse tanto el dolor.
— ¿Podemos pasar a verlo? — pregunté.
Susanne sonrió — Ha preguntando por ti, ¿quieres pasar primero?
Miré a todos — Solo si os parece bien.
Todos asintieron, y Susanne me indicó el camino. Cuando llegué a la puerta no dudé en abrirla.
Estaba tumbado en la camilla, con una cara de dormido flipante. Posiblemente fuese el sedante.
— Hola Jere.
— Leste....
Me senté en la silla del lado de la cama, y le agarré la mano. Él sonrió un poco, y se quiso incorporar, pero se puso una mano en el costado, y volvió a tumbarse.
— ¿Si te dolía porque no dijiste nada?
— Porque quería jugar contigo, porque era importante.
— Eres más importante tú.
Eso hizo que cerrase los ojos y suspirase.
— ¿Por lo menos hemos ganado?
Sonreí — En realidad aún ni se ha acabado el torneo.
— ¿Y que haces aquí?
— Bailar una samba — rodé los ojos — Estar contigo.
— ¿Y el torneo? ¿Y las donaciones?
— Fijo que Philip lo tiene todo controlado.
Mentira. Error. Se le daba fatal el Volley.
Ambos nos miramos, y nos reímos como locos, hasta que Jeremiah se quejó del dolor. Nos quedamos en silencio, pero un silencio cómodo. Siempre eran cómodos con él. Susanne quiso entrar también, y dejé que estuviese a solas con su hijo, que tiempo después también entró Conrad.
