Thaiel caminó hacia la ventana de su departamento con una pequeña taza de café en la mano. En realidad no solo era su departamento, sino que lo compartía con Drew desde hace más de un año cuando tomaron la decisión de que ya era momento de comenzar a convivir juntos y ver que tal iban las cosas.
Le dio un sorbo al líquido mientras miraba el paisaje nocturno de la ciudad.
Drew. El tan solo pensar en él lo desmoronaba. Ese chico era absolutamente todo para Thaiel, en ningún momento se le hubiera podido cruzar por la cabeza que ocurriría un accidente de este tipo. Pero obviamente no todo en la vida es color de rosa.
Ahora mismo sentía que la decisión de dejarlo fue lo mejor, a pesar de que el dolor que le traía era inmenso, supuso que sería lo mejor para Drew. Quizás el otro chico quería formar una familia, tener hijos, casarse, no lo sabía.
Aunque Drew siempre decía que no necesitaba nada de eso, Thaiel había visto como los ojos de Drew se iluminaban cuando pasaba tiempo con su sobrina o con Paris. Sabía que quería construir una familia y Thaiel no se lo podía impedir.
¿Fue lo mejor? La pregunta golpeaba en su cabeza de un lado a otro.
Caminó hacia la habitación donde las sabanas estaban desordenadas, se recostó en esta luego de dejar la taza sobre la mesita de noche.
Este departamento lo estaba destruyendo, tantos recuerdos, tantas risas compartidas, tantas charlas, algunas discusiones, reconciliaciones, declaraciones de amor eterno, pruebas de cariño, lágrimas. Tantas cosas que habían pasado juntos y ahora todo eso se había borrado de la mente de Drew, absolutamente todo.
Aunque Drew no lo había olvidado solo a él, sino que también a Zac, Thaiel consideró que podría ser porque ellos eran mejores amigos y estaban bastante relacionados. Quizás había olvidado a muchas más personas pero por lo menos no lo demostró en ese momento.
Thaiel escuchó el sonido del timbre, se puso de pie rápidamente y camino hacia la puerta. Al abrirla Ana se encontraba del otro lado sosteniendo su bolso con fuerza.—Hola.—La expresión de la joven era completamente seria. Ya no demostraba dolor, lastima o cariño.
—Hola Ann.—Le dejo espacio.—Pasa.
La chica ingresó en el departamento, caminó hacia la pequeña mesa del comedor y se depositó en una de las sillas alrededor de esta. Thaiel se sentó frente a ella—¿Puedo ayudarte en algo?—Preguntó el chico casualmente, su actitud fastidió a la contraria.
—¿Qué crees que haces?—La pregunta salió velozmente de los labios de la chica.
Thaiel la miró con duda mientras que la joven estaba expectante, en sus labios se dibujaba una fina linea de angustia.
—Lo correcto.—Soltó apoyando sus brazos en la mesa.
Ana suspiró indignada.—¿En serio crees que lo correcto es alejarte de él así como así?
Un fuerte dolor de cabeza lo golpeó.—Yo...Ana...sabes que lo amo más que nada. —Posó sus orbes en sus manos, movió sus dedos nervioso.—Pero creo que Drew merece la oportunidad de ser feliz. Realizar su vida.
—¡Él es feliz contigo!—La joven golpeó la mesa y se puso de pie mirando a Thaiel desde arriba.—¡Tú eres su vida! Él te ama, jamás le importó tener hijos, el solo te necesita a ti. ¿No lo entiendes?
Supuso que Tom les había contado a todos el porqué de su partida, menos mal. No quería estar explicándoselo a cada uno ya que el dolor que le causaban esos pensamientos lo estaban matando en vida.
—¡Eso era antes! ¡Ahora no tiene idea de quién soy! No tiene ni un puto recuerdo de nosotros, de lo que vivimos, de lo que fuimos, no quedó nada, absolutamente nada.—Respondio el joven poniendo su tono de voz a la par de la contraria. Ella abrió los ojos quedándose en silencio. Se sentía peor que antes, pero aún así no se iba a rendir tan fácilmente.
—Luchaste muchísimo por su amor, lo cuidaste, lo protegiste, lo amas y ¿piensas rendirte tan fácilmente? Dejarlo realizar su vida como tú lo llamas, ¿piensas dejarlo ir así nada más?
Thaiel suspiró.—Si amas algo déjalo ir.
—Esa frase la hizo un cobarde Thaiel y solo la usan los cobardes.—Ana negó lentamente, como si estuviera agotada. Se colocó su bolso en su hombro izquierdo, le dio una última mirada seria a Thaiel.—Los valientes luchan, no se separan de lo que aman, pelean por sus objetivos y Drew es uno de los tuyos.
Las lágrimas de los ojos del joven amenazaban con salir mientras que la chica comenzaba a marcharse.—Piensa en lo que te he dicho.—Se acercó a la puerta principal decidida a marcharse, pero la voz de Thaiel la detuvo.
—¿Y si no me recuerda?—Sonaba roto.—Él ahora solo me ve como un extraño.
Ana soltó un poco de presión de sus hombros, lanzó un suspiro y se giró hacia su amigo.—Recuérdale quién eres, recuérdale lo que le hiciste sentir cuando se enamoró de ti—La joven comenzó a romper la barrera de distancia entre ambos.—Que derrame la mismas lagrimas que derramó años atrás, que sienta la misma confusión y negación que sintió al darse cuenta de que estaba enamorado de un chico. De su enemigo. Recuérdale lo que fueron.
Thaiel la miró y le entrego una media sonrisa.—Pero nos pidieron que no forzáramos su memoria.
—No te estoy pidiendo que lo presiones, pero ¿por qué no lo vuelves a enamorar de ti?
Thaiel le dio un abrazo a la chica frente a él.
No podía entender cómo pero esta chica lo había salvado infinidades de veces, lo había aconsejado, lo había ayudado cuando más la necesitó. Ella solo quería lo mejor para su mejor amigo y obviamente sabía cuan feliz era Drew junto a su novio, podía verlo en sus ojos, su sonrisa, el ánimo en el mismo. Al igual que veía la desesperación, la molestia y la oscuridad en sus ojos cuando algo no andaba bien entre ellos dos. Y ahora que sabía que Thaiel no se daría por vencido la hacía sentir muy feliz.
El abrazo siguió por unos segundos.—Gracias, Ana.
—¿Te quedarás a su lado?
Sonrió calidamente.—Te prometo que me quedaré a su lado y él me recordará. Te lo prometo. Daré lo mejor de mí.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Ana.—Eso quería escuchar.—Unas risas se escaparon en ambos y ante el alivio la chica comenzó a llorar.
Thaiel no se marcharía, era una promesa.
***
Secrets.
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Memorias. /Yaoi/ [Finalizada]
RomanceLa realidad se difumina y todo se convierte en memoria. Hasta tú, poco a poco, has dejado de ser un deseo y te has convertido en un recuerdo. "Segunda parte de la novela Negación"