Había llegado el momento.
Después de un mes de espera había llegado del día en que todo se definiría. El futuro de la pareja se estaba jugando en tan solo unos estudios médicos.
Vanessa descendió de su vehículo encontrándose con las figuras de Thaiel y Drew los cuales estaban charlando tranquilamente en la entrada. Se transmitían miradas cargadas de afecto mientras el mayor intentaba calmar a Drew el cual no dejaba de removerse nervioso.
Thaiel le entregó algo al chico a su lado pero Vanessa no pudo ver que era con claridad antes de que el joven lo guardara en el bolsillo trasero de sus jeans. Seguramente sería alguna bobería como un amuleto de la suerte o quién sabe qué. Decidió no darle importancia y continuar con su tarea de acercarse hacia ellos.
Los ojos de ambos jóvenes se encontraron con los de la pelirroja, les dio una mirada indiferente antes de indicarles con un simple gesto que la siguieran hacia el interior de la clínica. Ingresaron encontrándose con un ambiente bastante tranquilo, los pasillos tenían un aroma a limón en el ambiente y todo estaba decorado de una forma moderna.
El castaño no podía dejar de pensar en que todo podría llegar a salir mal, a pesar de los intentos de Thaiel de darle tranquilidad al menor todo había sido inútil y mucho más sabiendo que ni él mismo se podía relajar. Fingía estar tranquilo pero estaba igual de asustado que el menor.
La chica se acercó hacia el mostrador de la entrada donde un joven la saludó muy alegremente antes de darle la indicación de a donde debían dirigirse. Continuaron su camino siguiendo a la mujer frente a ellos, Drew entrelazó sus dedos con los de Thaiel tratando de que la joven no los viera ya que querían mantener en secreto el hecho de que Drew había recuperado sus recuerdos, Vanessa se llevaría una gran sorpresa en el interior de ese consultorio.
Se posaron frente a una puerta de madera blanca donde Vanessa dio un par de golpecitos antes de que un hombre de como unos treinta años de cabello oscuro al igual que sus ojos apareciera. Su visión examinó a los presentes de arriba a abajo antes de hablar con la chica que estaba posado a su lado esperando alguna reacción.—¿Es el de cabello castaño?—Ella asintió.—Bienvenido Drew, soy el doctor Reinhardt, por favor pasa.—Le dio espacio para que entrara en aquel cuarto donde se llevaría a cabo todo.
Los dos chicos caminaron hacia la puerta pero la voz del médico detuvo al pelirrubio.—Lo siento Thaiel, tu esperas aquí.—Al instante Drew se giró preocupado hacia el mayor, no podían dejarlo aquí, no podría hacer esto sin él a su lado. El estar solo ahí adentro solo lo perjudicaría. Si tenía miedo antes, ahora mismo estaba aterrado.
—¡No!—Llevó sus ojos a Thaiel.—Entra conmigo, no puedo estar ahí solo.—Le rogó.
Thaiel no podía negar que no le traía tranquilidad el que no lo dejaran entrar, pero no podía hacerlo, ahora mismo estaban a merced de Vanessa, debían hacer lo que ella quisiera si querían obtener lo que tanto anhelaban.—Escúchame, tranquilízate Drew, todo saldrá bien. Yo estaré aquí afuera esperándote, no te preocupes.—Intentó calmarlo con una suave voz reconfortadora.
El menor presionó sus labios ante la atenta mirada del pelirrubio, tomo aire y asintió en silencio.
Se giró sobre sus pies encarando directamente al interior de la habitación e ingreso en ella sin más. Escuchó el sonido de la puerta detrás de él al cerrarse antes de ver con claridad lo que había a su alrededor. Era una habitación blanca, con tan solo tres sillones en el centro de esta, dos enfrentaban a uno y entre medio de esto una pequeña mesita de cristal con algunos sobres color café sobre esta. La escena llamó notablemente la atención de Drew.
Este se depositó en el que supuso sería su asiento quedando cara a cara directamente de las otras dos personas presentes en la habitación. Vanessa se cruzó de piernas dándole una mirada de molestia a Drew, aunque él joven no se quedaba atrás. Sus labios formaban una fina línea y sus ojos lo único que transmitían era odio acumulado.
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Memorias. /Yaoi/ [Finalizada]
RomanceLa realidad se difumina y todo se convierte en memoria. Hasta tú, poco a poco, has dejado de ser un deseo y te has convertido en un recuerdo. "Segunda parte de la novela Negación"