Capítulo 16 - Pilar

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La hermana mayor de Mel, Pilar Evans era una mujer delgada, de tez blanca y marcadas líneas de expresión que acentuaban una envejecida mirada. Compartía los rasgos característicos de ella, pero a pesar de solo llevarle 4 años, aparentaba tener cuando menos una década y media más.

Había estudiado para ser enfermera, porque era una de las carreras que se consideraba en su época de juventud apropiada para una señorita de buena familia. Durante los años de estudio había sido muy feliz, además era muy inteligente. Al egresar consiguió trabajo enseguida. Siempre fue muy alegre, de buen trato y no tenía problemas con nadie. Le gustaba ayudar a la gente.

Por otro lado, no era una chica conflictiva, a diferencia de Mel, no le agradaban las fiestas, salir con sus amigas (que no tenía prácticamente) y le encantaban las actividades de la casa. Soñaba con casarse con un hombre que la tratara como una princesa, tener su propio hogar, decorarlo, cocinar para su familia, tener al menos 3 hijos, para los cuales ya había pensado sus nombres.

Su madre había ejercido una gran influencia en su carácter por lo cual poseía ideas pasadas de moda en cuanto a lo que significa ser una mujer feliz, libre y realizada. Incluso cuando ella era joven, no se sentía encajar con la gente de su edad; amaba aprender a bordar, tejer, hacer postres, tortas y todo lo que fuera "apropiado" para una dama de sociedad de antaño.

Nunca estaba desarreglada y participaba de todos los eventos de caridad en los que se requería su presencia.

Solía usar siempre vestidos debajo de la rodilla que le quedaban perfectamente en su cuerpo. A pesar de que las jóvenes de su edad optaban por usar pantalones y se encontraban en plena liberación femenina, ella se había quedado anclada a otra época.

En el hospital conoció a un joven apenas mayor que ella. Él era estudiante de abogacía, y mientras toda la historia de desamor de Mel se producía, a diferencia de su hermana, Pilar era convenientemente cortejada por éste apuesto caballero de nombre Ignacio.

Ignacio fue víctima de un accidente de tránsito y pasó varias semanas ingresado en el hospital del pueblo. Pilar lo cuido con esmero. En cada momento libre se acercaba a leerle, a ponerlo más cómodo y a charlar con él.

Cuando tuvo su alta médica le pidió salir al cine así podían conocerse. Ella accedió, pero el joven fue hasta la casa de Pilar y le pidió permiso a su padre para poder visitar y salir con la joven. Los padres de ella estaban encantados con éste apuesto hombre que se había interesado en su más querida hija.

Así pues, entre flores por la reja de la casa, salidas románticas, besos robados y visitas supervisadas con horario, pasaron casi 3 años.

Ignacio se recibió y ni bien obtuvo su primer trabajo en el estudio de derecho de su padre, se dirigió a pedir la mano de su novia para contraer matrimonio. Hasta acá un sueño hecho realidad.

Para ese entonces Mel ya había decidido desaparecer y no alcanzó a participar del casamiento de su hermana.

El cuento de hadas continuó mientras eligió vestido de bodas tanto para la iglesia como para el civil, preparaba las invitaciones y elegían casa. Todo esto fue costeado por los padres de Mel y Pilar. La boda les había dado un poco de alegría en medio de la tristeza de la situación de su hija menor.

Ni bien se casaron, partieron de luna de miel al sur del país donde pasaron unos agradables 10 días juntos. Volvieron, armaron su hogar y comenzaron una vida juntos que a todas luces era la envidia de todas las mujeres de su pueblo.

El primer problema se presentó dos meses después de la boda, cuando Pilar le comentó a su marido que iba a volver a trabajar al hospital donde se habían conocido. La respuesta que recibió la dejó en una pieza:

La distancia que nos separaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora