Capítulo 24 - Despedida

26 5 9
                                    

Se escuchaban los sollozos en la sala de espera; Javier sostuvo a Johanna, Cam se abrazó a Ger y Vir fue sostenida por Mel. Con el corazón deshecho, no podía articular palabra.

Sus ojos no dejaban de llorar. Quería gritar, aullar de dolor, pero no poseía la fuerza para hacerlo, la angustia cerraba su garganta. La pena la sofocaba y recorría sus entrañas. Peor aún, esa sensación de desconsuelo, la acompañaría durante mucho tiempo.

Quedaba tanto por hacer y por decir, pero ya no hubo tiempo para nada más; para más te amo, para más caminatas bajo la lluvia; para consejos, para más amor, viajes y planes. ¿Dónde van todos esos planes y proyectos cuando uno de los dos integrantes de una pareja se marcha?, pues el que queda los carga en el corazón, algunas veces como tesoro, otras como un gran peso que duele más de la cuenta.

 Ahora ya no habría besos, ni charlas, risas, o bailes en el comedor. No habría vino blanco ni cenas en la isla de la cocina. No habría esperas o bromas en la ducha. Solo ausencia. Ya no vería la sonrisa de su persona favorita en todo el universo; sin él, ya no habría más vida.

A su alrededor todos comenzaron a utilizar los teléfonos, ella no tenía a nadie a quien llamar, puesto que siempre su primer llamado, ese llamado especial, era siempre para él. No se imaginaba un mundo, SU MUNDO sin su compañero . Solo quería estar de nuevo a su lado. Era un error, por dios tenía que serlo. El Dr. saldría y les diría que estaba bien. No, no podía irse así, tan pronto no, se lo había prometido...

Alguien la tomó de la mano y la llevo a un auto, llegaron a su casa y la bajaron. En algún punto tomó conciencia de que no estaba caminando, la cargaban. La depositaron en su cama, Mel se tumbó a su lado y la abrazó. Escuchó un grito, sonaba como el sollozo de un animal herido, ¡oh x dios! tardó unos segundos en darse cuenta de que ese doloroso sonido provenía de ella misma....

El llanto la había arreciado, Fede la había cargado hasta la habitación porque estaba en shock. De ahí en más sus realidad se tornó borrosa. En algún momento de una forma imposible de recordar con claridad, llegó a la sala velatoria, tan pulcra y fría; firmó papeles, observó todo a su alrededor sintiéndose en una pesadilla. Ésta era una sensación que no se iba, la sensación de que despertaría y nada de esto estaría sucediendo. Pero no, no despertaba, era la cruda vida real que les había jugado una mala pasada a dos personas que se amaban tanto.

Luego de un momento perdida en sus pensamientos, se encontró a sí misma eligiendo un cajón para alguien que no debía usar uno en muchos años. Con la poca claridad mental que mantenía, decidió que no tenía el valor de elegir una cremación. Quería poder llevarle flores y hablar con él, aunque fuese así. Unas horas después volvió a la sala, ya estaba todo listo. Miró a Cam sin verla realmente, como a todos los demás. Mientras sentía que muchas personas la abrazaban, oh por dios todos la abrazaban... tenían que dejar de hacerlo, ya no lo soportaba. Caminó lentamente hacia el cajón, finalmente lo vió, estaba hermoso como un ángel dormido. Tenía puesta la ropa que le habían pedido escoger unas horas antes y el crucifijo que ella le compró durante su viaje reposaba sobre su pecho. Tal cual le prometió, lo usaría toda la eternidad. Su rostro se veía tranquilo. No, no podía estar ahí adentro de un ataúd, no debía estar ahí... Ella no entendía por qué estaba pasando esto, no llegaba a pensar con lucidez, de a poco la abandonada. Solo se acercó a él, tomo su mano, ahora fría y exánime, la besó. Le besó también la frente y le dijo cuanto lo amaba. Además, le dijo:

- "No voy a olvidarte, no puedo olvidarte, te voy a amar toda mi vida. Siempre vas a estar en mi corazón. Sos mi único amor. Gracias por darme tanto, no debías irte aún, tengo tanto amor adentro que es tuyo..."

Porque, aunque el ya no estuviera, no se había llevado su amor, lo amaba con la fuerza de un huracán. El era el amor de su vida. Era demasiado triste ver a Vir tan destrozada, cuando apenas unos días atrás ambos eran tan felices.

La distancia que nos separaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora