Capítulo 56 Susto

20 4 1
                                    

La tarde del sábado Vir se dedicó a comprar cosas para su bebé, compró la cuna, el carrito, monitores, ropa, biberones y muchas cosas más. Armó un bolso con cosas para su bebé y algunos juguetes. Se sentía feliz. Volvió a casa en un taxi, llena de paquetes.

En casa Roma la ayudó extasiada a desempaquetar todo, había hecho pintar uno de los cuartos de invitados de rosado y estaba vacío. Solo tenía un sillón y una hamaca. Había una alfombra rosada que no cubría todo el piso de madera y el closet estaba lleno de canastos de mimbre separadores.

Roma ordenó todo lo del bebé, entusiasmada ante las pequeñas prendas. No quería que su mamá hiciera algún esfuerzo indebido, por lo que juntas armaron todo. Luego le pidió permiso a Vir para ir a dormir a la casa su amiga. Vir accedió a regañadientes, había planeado comer con su hija y ver alguna serie. Algo la alteraba de esa salida repentina. Finalmente la acompañó caminando a la casa de la joven. Le dio un beso y algo de dinero.

Ya de regreso junto a Pepper, se acostó temprano con helado en mano. Se sentía bastante mejor de salud, pero estaba cansada. Tenía sueño, pero no podía dormir; el insomnio se apoderó de ella. Se entretuvo mirando televisión y por la ventana. Al momento de buscar un pijama, entró al vestidor y decidió que le enviaría la ropa a Charlie para poder recuperar el espacio. Le dolía como había terminado todo, había dejado una herida que no sanaba. Ya no estaba enojada, pero se sentía vulnerable aún. Era imposible no pensar que si las cosas hubiesen sido distintas, ahora estarían los dos disfrutando de los momentos juntos. Se quitó la idea de la cabeza. No podía permitirse el entristecer.

Mientras se quitaba la ropa que vestía, una calza blanca y un sweater color miel largo que le marcaba la incipiente barriguita se sentía inquieta. Se puso un cómodo conjunto de algodón para intentar descansar. La casa se le antojaba enorme, así también su cama. Pepper se había acomodado a su lado y dormía cómodamente.

Alrededor de las 1 de la madrugada sentía frio y no lograba dormir, subió la calefacción de la casa desde el comando de su cuarto. Mientras volvía a la cama, recibió una llamada que la sobresaltó, era Roma entre llanto:

.... Mama, ayúdame, creo que me han puesto algo en la bebida y me siento mal, no encuentro a mis amigas, siento mis manos adormecidas y mucho sueño. Mami, perdón vinimos a una fiesta de los chicos mayores que van a natación ¡¡mami ayudáme!! me encerré en el baño del piso de arriba, ese chico quiere acostarse conmigo...

- Ok mi cielo, mamá va a buscarte, no cortes la llamada, ¿ dónde estás?

- No lo sé, respondió la joven, con la voz casi inentendible, entre el sueño y el llanto

- Que camino tomaron hijita, pensá alguna referencia

Roma sollozaba asustada y cortó la llamada. Una desesperada Virginia, lloraba por su hija, sin tener idea donde se encontraba. En tanto se ponía un sweater y unas zapatillas se dijo a sí misma: "¡ tranquila Vir, pensá, pensá en algo!. 

Mientras intentaba calmarse a sí misma, recordó que tenía activo el servicio de rastreo por si se perdían los iphone que habían comprado en el extranjero, llamó a la compañía telefónica y le dieron una ubicación. Buscó el gas pimienta, lo puso en su bolso y subió a su camioneta, no debía conducir, pero era necesario llegar cuanto antes, si llamaba un taxi iba a demorarse más. Programó el gps y salió a toda velocidad. En el camino se dio cuenta de que necesitaría ayuda, aunque sola , embarazada y todo, mataría a quien osara tocar a su pequeña. No podía llamar a Mel y Fede, porque estaban en la finca fuera de la ciudad; Germán? no tenía ni idea donde estaba, Nico y Andy no tendrían con quien dejar al pequeño. No lo pensó más y llamó a Charlie, él respondió al primer llamado:

La distancia que nos separaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora