Justo en ese momento, Madison odió a su mejor amiga.
—Prometo que si nos dejan ir, jamás diremos nada. Lo juro, fue un completo error. Un juego de niñas. Le suplico, déjenos ir.
Jess suplicó, con una esperanza casi muerta pero aun así lo intentó. Miró a su mejor amiga y ésta seguía en shock.
—¡Qué divertido! —rio el hombre desconocido—. De verdad, es muy divertido... Ver cómo todas las personas que atrapamos juran que sufrirán amnesia. —Volvió a reír burlonamente.
Dio un sorbo a su ron y se posó justo al lado de su hijo.
—¿Qué dices, hijo? ¿Jugamos con ellas un poco?
Presente
—¡Qué día de mierda! —se quejó Madison al teléfono camino a la parada de autobuses —. Necesitamos tener una noche agradable de chicas, Jess.
—¿Contratamos strippers? —bromeó.
—No es mala idea —continúo la broma—, pero justo ahora, no tengo apetito de hombres. Solo tú y yo haciendo cosas cursis tipo película cliché de amigas, eso necesito —dijo cruzando la calle a trotes.
—Estoy de acuerdo contigo, aunque mi jefa es mujer, también se comporta como una perra. Te espero en casa cariño. ¡Pediré pizza!
—Genial, ya estoy en la estación de autobús, nos vemos en un rato colega —colgó.
La estación de autobuses estaba vacía, al parecer, a la media noche no hay muchos autobuses circulando. Solo ella y un chico llamativo esperaban por un autobús. Sin poder evitarlo se fijó en este chico, estaba vestido de negro, con las piernas largas cruzadas, llevaba puesta una gorra. Aunque en la parada había muchos faros de luz, no alcanzó a ver su rostro pues, este chico por alguna razón fingía estar leyendo un libro y su rostro estaba oculto tras él.
—¡Mierda! —susurró Enko. «¿Qué demonios hace una chica a solas a esta hora aquí?» Se preguntó.
Luego de mucho tiempo, empezó a sentirse nervioso. El sujeto estaba tardando demasiado. Treinta minutos de retraso no parecía casualidad. Solo quería volver a casa, la paliza del día anterior aún ardía en su cuerpo, estaba agotado y deseoso de terminar su trabajo para volver a casa y sumergirse en una bañera con hielo y que el dolor desapareciera con el entumecimiento del frío.
Por el rabillo del ojo vio que la chica que había llegado hace un momento estaba caminando en su dirección.
—Disculpa, hola —llamó Madison con una sonrisa amable. El chico por fin alzó la mirada pero no quitó el libro frente a su cara—, lamento molestarte. Quería preguntarte, ¿tienes mucho tiempo esperando el autobús?
Enko la miró de arriba abajo. La chica llevaba un traje ejecutivo para dama y unos tacones no muy altos, todo del maravilloso color blanco.
—Eh —Madison llamó su atención de nuevo.
Echó un vistazo al edificio frente a él y no había movimiento en absoluto. Con disimulo bajó el libro sobre su regazo y metió la mano en el bolsillo de su chaqueta Armani hecho a medida.
Sin el libro como obstáculo, Madison notó que el chico llevaba lentes, y descubrió unos ojos preciosos cristales. Literalmente parecía cristal. No azules, no verdes, no grises, no cafés, sus ojos eran preciosos.
—Lo siento, no te escuché.
«Por supuesto que me escuchaste, estoy a un metro de distancia». Pensó Madison.
—Pregunté si llevas mucho tiempo esperando el autobús. Nunca he estado aquí a esta hora y me pregunto si realmente llegará.
—Creo que el último autobús salió hace una hora.
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Casi Perfecto
RomanceMadison es una abogada muy dedicada y profesional, una joven que lucha por la justicia. No está acostumbrada a salir de su zona de confort, hasta que un día conoce a un misterioso hombre que guarda un gran secreto. Enko Bogoloski, queda cautivado po...