Enko golpeaba con frenesí el saco de boxeo mientras sus pensamientos lo taladraban a mil por hora.
Había fallado. Se había expuesto. Y no podía "atar" el cabo suelto. Mejor dicho, no quería. ¿Qué iba hacer?
—Hermano —lo llamó Lucían—, Nuestro padre quiere verte.
¿Se habría enterado de su falla? No, estaba siendo paranoico. Nadie más que él sabía lo que había pasado.
—¿Dijo para qué?
—Pff, ¿desde cuándo nuestro padre nos da explicaciones?
—Tienes razón, Lucían —admitió lo estúpido de su pregunta—. Gracias por avisarme.
Recogió su toalla y limpió el sudor de su cara. Mientras se alejaba del gimnasio, podía escuchar los puños de Lucían azotando el saco e imagino como le golpeaban cada uno de estos golpes.
—¿Padre? —llamó ya en la puerta, su hermano mayor y eterno rival, Marco, estaba recostado en el umbral de la puerta. ¿Lo había convocado a él también?
—Está atendiendo una llamada, ahora nos atiende.
—¿A ti también te ha llamado?
Marco lo miró de soslayo y lo ignoró. Típico de él, toda la vida Marco había ignorado a Enko por que éste siempre lo superaba en todas las pruebas de entrenamiento. Enko lo quería, quería a todos sus hermanos adoptivos, pero nunca se había ganado el cariño o el respeto de su hermano mayor.
Su padre, un banquero y empresario multimillonario, había adoptado a veinte huérfanos. No es que fuera un hombre muy bondadoso, no. De hecho, era el peor hombre que Enko había conocido en su vida. Su padre, había adoptado a todos estos niños en su beneficio, creó su propia escolta y asesinos a sueldo. Este hombre adoptaba niños pequeños, entre tres años de edad o máximo una edad de cinco años, para que no tuvieran recuerdos anteriores. Los únicos recuerdos que quería que conservarán, era de él como su padre. Moldeando las mentes de todas estas pobres criaturas con la excusa de amor de padre.
Marco había sido el primer adoptado con dos años de edad, él había sido su primer experimento, por cinco años moldeó la mente de este niño, cuando vio que estaba funcionando, el siguiente en ser adoptado fue Enko con un año de edad, un bebé en brazos a penas, pero para su padre, solo una navaja más que afilar. El tercero fue Lucían, él tenía 3 años cuando por fin lo llevaron a la mansión, pero él no fue adoptado, fue como un regalo para el multimillonario por parte de una amiga que no quería abortar ni ser madre, apenas nació, fue entregado a su padre y su verdadera madre desapareció.
Así sucesivamente fueron adoptados diecisiete huérfanos más, los padres de cada uno de ellos habían fallecido, este era el requisito principal para adoptar pues, cuando crecieran, no tendrían padres a quien buscar para conocer. Adoptó finalmente a diez niños y diez niñas. Eran siete hombres adultos y cuatro mujeres adultas que ya estaban en acción. Los únicos en la mansión de esos adultos eran los cinco mayores; Marco, Enko, Lucían, Vanessa y Sam. Los restantes ocho adultos en acción, estaban alrededor del mundo haciendo el trabajo sucio para su padre. Los nueve restantes de todos los huérfanos adoptados, aún estaban en entrenamiento en la mansión. Sin embargo, su padre no paraba de buscar niños súper dotados para continuar creando su ejército personal.
Su padre decía "la lealtad no se compra, por eso no pago guarda espaldas, la lealtad se forja, por eso los amo como a mis hijos". Cosa que solo era un dicho, este hombre no sabía nada del amor y menos del ser padre. Ir por el mundo adoptando huérfanos de cualquier país para criarlos como tus asesinos personales, no era amor de padre.
—Pasen mis muchachos —se escuchó a su padre desde el interior de la oficina.
—¿Si, padre? —dijeron Marco y Enko al unísono. Esperando las órdenes de su padre como buenos soldados.
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Casi Perfecto
Любовные романыMadison es una abogada muy dedicada y profesional, una joven que lucha por la justicia. No está acostumbrada a salir de su zona de confort, hasta que un día conoce a un misterioso hombre que guarda un gran secreto. Enko Bogoloski, queda cautivado po...