Capítulo 14 (Segunda parte)

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—¿Estás hablando en serio? —preguntó impactada— ¿Vamos a volar en esa cosa?

—Espero no le tengas miedo a las alturas— insinuó colocándose frente a ella con una sonrisa, dejando ver su lindo hoyuelo.

Madison chilló de emoción y se aventó a sus brazos, repartió besos alrededor de su cara y por último depósito un beso en sus suaves labios.

—¡Vamonos ya! ¿Cómo podemos hacerlo volar? —expresó con entusiasmo infantil.

Montaron en el globo, Enko aseguró la entrada, calentó el fuego y soltó las cuerdas que sujetaban el globo en tierra. Poco a poco empezaron a tomar altura, Madi sintió un vacío en el estómago al sentir la altura que ya habían tomado tan rápidamente. De pronto se preocupó.

—¿Si sabes volar esto no? —Enko lanzó una carcajada por su preocupación.

—Oh cariño, no hay nada que no sepa manejar.

Madison golpeó juguetonamente su brazo y disfrutó de la calidez de la alfombra bajo ellos, en un lado había una pequeña canasta, una mini hielera con su respectiva champagne, su guitarra y una cajita envuelta.

—Así que ¿estuviste planeando esto no? —dijo acercándose a él pícaramente.

—Es lo que pude conseguir lo más rápido posible —dijo tirando de ella por la cintura, haciendo que se acercara—. No quería que pasarás tu día especial encerrada en el barco, salir en un lugar público no era seguro así que pensé "Si no la puedo sacar del planeta, al menos la llevaré al cielo" —dijo encogiéndose de hombros.

Madison sonrió, esas palabras calentaron su corazón a un punto que sin resistirlo, capturó sus labios en los suyos. Enko la recibió gustoso y la beso con ternura y delicadeza.

—Mi pequeño angelito —susurró Enko muy cerca de su boca—, sonará egoísta al decir que te quiero en mi vida, sin importar que eso significa que ambos podamos perderlas.

—Sé que tú sabrás crear un cielo para mí en tu vida —depósito un último y pequeño beso en los dulces y carnosos labios de Enko.

Enko no respondió, quería creer eso, pero cada día tenía miedo de que los encontraran, su padre era un hombre extremadamente poderoso y sabía que tarde o temprano volvería a su infierno, solo no quería arrastrarla a ella con él. Madi se separó de él y se sentó en la alfombra en posición de indio. Enko la imitó.

—¿Quieres un poco de champagne y chocolate? —dijo con tono seductor.


—¡Siempre! Ahora no puedo separar las dos cosas por tu culpa —bromeó. Enko procedió a servir el champagne, luego abrió la canasta para sacar una caja de bombones que comieron.

—Tengo un obsequio para ti —comentó con una sonrisa en los labios— debo agregar que es algo bastante personal —tomó una pequeña cajita que estaba perfectamente adornada y se la entregó—. Disculpa el detalle, no tuve mucho tiempo para elegir algo para ti.

Madison la tomó emocionada, deshizo el lazo con cuidado y abrió la cajita. En la cajita había una pequeña cadena de metal, de casi un centímetro de gruesa. Madison la sacó de la cajita y la detalló más, notó que en la parte de arriba, donde tenía el broche, tenía el nombre de Enko grabado.

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