Capítulo 13

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Luego del acontecimiento de la pesadilla, Enko no dormía en la misma habitación con ella, a pesar de que ella intentó calmarlo y convencerlo, él se negó rotundamente. Tenía miedo de herirla, y su decisión estaba bien justificada. Había decido dormir en su habitación privada, habitación en la cual no la dejaba estar por mucho tiempo, había estado allí pequeños instantes, pero apenas ella entraba él buscaba una excusa para que ambos salieran de la habitación.

Madison estaba cansada de estar encerrada, sus días se habían vuelto en exceso aburridos, él sin embargo, salía de vez en cuando a hacer las compras y no le permitía acompañarlo. Se había vuelto muy paranoico con su seguridad. Un día, cansada de estar encerrada en el barco, planeó algo para que estuviera obligado a llevarla con él.

—Enko... —llamó. Estaban en la cocina, tenían la costumbre de hacer la lista de compras juntos, ambos hacían sus pedidos especiales, así que aprovechó la oportunidad.

—¿Qué pasa Madison? —preguntó al notar su mirada insinuadora.

—Tengo un pedido sumamente especial.

—Tu dirás, preciosa —dijo colocando la nota en la mesita para que ella anotara su pedido. Madison la tomó, escribió en ella y se la devolvió. Enko la tomó y leyó.

—¿Que quieres qué? —preguntó muy fuera de base. Madison intentó contener la risa al ver su cara de perdido.

—Sí, lo que lees. Una chica tiene necesidades —dijo dándose la vuelta, se dirigió a la cubierta esperando que la siguiera, cosa que hizo al instante.

—Espera espera... —habló Enko detrás de ella— toallas sanitarias, jabón íntimo, pantis cómodas... —se detuvo con horror por lo que iba a leer— ¿vagiyoga y lubricantes? —leyó con una auténtica cara de espanto —¿Para qué necesitas todas estas cosas?

—Cariño, todas las mujeres tenemos esa semana del mes.

—Si y lo entiendo pero... ¿Qué demonios es eso del vagiyoga y el lubricante? Eso no es necesario para tu periodo.

—De hecho sí, el vagiyoga es un objeto que ayuda a mi vagina a mantener sus músculos y además, también es capaz de darme orgasmos —dijo sin frenar el paso y siguió caminando mientras él la seguía —, estoy premenstrual, lo que significa que estoy muy caliente y este juguetito sería un buen amigo. —Enko la alcanzó afuera y le frenó el paso.

—Comprendo que puedas estar... —buscó las palabras —hormonal, pero no necesitas ningún juguete, me tienes a mí  —dijo haciéndose el ofendido —Estoy dispuesto a ser tu objeto todo lo que quieras —afirmó.

—Si, y has aliviado un poco mi carga hormonal. Pero dado a qué te niegas rotundamente a pasar toda una noche conmigo, necesito a un nuevo amigo. —Madison disfrutó la cara de enojo de Enko, pero no podía reír o todo su teatro se vendría abajo.

—Acabas de matar a mi ego —declaró entrecerrado los ojos—, pero está bien, si eso es lo que prefieres, una cosa no viva que a mí...—recalcó— conseguiré lo que quieres.

—Bien —dijo con coquetería y empezó a  indicar— Las toallas sanitarias no deben contener olor, deben ser de flujo moderado, no puedes comprar de tela. El jabón íntimo debe ser el de la muñequita linda, esos que solo traen letras no me hacen bien, las pantis deben ser cien por ciento algodón, de lo contrario mi vagina no estará muy feliz y se irritará, el vagiyoga...

—Detente, Detente —dijo sacudiendo las manos frente a ella—. No estoy comprendiendo nada de lo que me estás diciendo. ¿Cómo voy a recordar todo eso? ¿No puedes mostrarme una foto de lo que debo comprar?

—Uy, está un poco difícil. No traigo fotos conmigo.

Enko entrecerró los ojos, estaba siendo un dolor de cabeza. Dudó que realmente necesitará cada una de esas cosas, pero no queriendo hacer más preguntas, se rindió.

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