Capítulo 9

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Jess estaba despertando, le dolía la cabeza. Nuevamente la habían drogado. Se encontraba en una habitación con olor a humedad, las paredes eran de un color verdoso opaco, no había ventanas, solo había una puerta, y además de las camas, no había ningún otro mueble en la habitación. Jess se encontraba tendida sobre una cama desgastada y al otro lado de la habitación pudo ver a su amiga aún atada e inconsciente tumbada en la otra cama. Quería acercarse a ella y asegurarse de que estuviera bien, pero aún no sentía sus piernas y su fuerza de voluntad estaba nublada. Intentó llamarla pero solo un gemido salió de sus labios. Su corazón empezó a bombear sangre más rápido cuando vio entrar a la habitación a Enko, el cual se acercó a su amiga y la inspeccionó. Su cuerpo de pronto cobró fuerzas al ver que su amiga se veía de nuevo amenazada por el animal mentiroso de Enko y reaccionó con vida propia al ver como Enko sacaba de su bota una navaja y la acercaba a su amiga.
Como una fiera se abalanzó a la espalda de Enko.

—¡Aléjate de ella! —gritó furiosa, empezó a golpearlo con todas sus fuerzas con el puño cerrado.

—Jess, por favor detente, no les voy a hacer daño —gruñó Enko forcejeando con ella.

En medio de la lucha a Enko se le cayó la navaja, Jess se apresuró a tomarla y sin pensarlo clavó la navaja en el estómago de Enko. Por ese instante ambos se quedaron quietos, Enko se puso de pie mientras retiraba la navaja de su estómago con un gemido de dolor. Jess retrocedió al comprender lo que había hecho. En vez de controlar la situación ahora ella también corría peligro.

Enko se acercó a ella sujetando la navaja ensangrentada con una mano mientras con la otra presionaba la herida.

—Jess.

—¿Qué demonios es todo ese alboroto? —entró de golpe el cara de psicópata.

—No es nada,  Marco. Todo está bien  —intentó Enko.

Marco escaneó con la mirada toda la situación y notó que su hermano estaba herido.

—¿Está perra te ha hecho eso? —dijo acercándose amenazadoramente a Jess.

—No pasa nada, ya me encargo yo —dijo Enko tomando con firmeza la navaja en su mano e intentó llegar a Jess, pero Marco llegó antes a la chica.

—No, de esta perra me encargo yo.

Marco tomó a Jess del cuello y la alzó llevándola hasta la cama donde antes estaba tumbada. Jess pataleó e intentó defenderse, pero él la tenía aprisionada contra el colchón, desgarró su blusa de un tirón.

-—¡No me toques! —gritó Jess.

—¡Calla ya perra! —dijo Marco pegándole un puñetazo en la mejilla, el cual dejó desorientada nuevamente a Jess, al borde del desmayo, pero aun así intentó alcanzarlo con las manos.

—Suéltala —Marco se detuvo cuando sintió el metal frío en su cráneo. Volteó poco a poco para ver quién osaba amenazarlo.

—Lucían —rio— esto no me lo esperaba—se burló.

—Aleja tus asquerosas manos de ella  —ordenó Lucían apuntado con el arma directo a la cabeza de su hermano.

Marco se alejó poco a poco de Jess hasta estar frente a frente contra su hermano, Lucían. Sin dejar de apuntarle, Lucían preguntó a Enko.

—¿Qué ha pasado?

—Jess ha hecho escándalo y Marco ha entrado como un animal.

Marco rio

—¿Por qué no me sorprende? —se burló— ustedes, nenitas ¿quieren rescatar a sus novias? Jumm, pues temo informales que será sobre mi cadáver.

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