Capítulo 27

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Una fuerte jaqueca punzaba en la cabeza de Madison, el dolor era tan fuerte que no podía abrir los ojos por completo, pero era consciente de que estaba sentada, con las manos atadas sobre sus piernas que estaban atadas a las patas de las sillas. Intentó enfocar la mirada, estaba en una habitación blanca, muy iluminada, hacía un poco de calor. El techo era de metal, las paredes estaban adornadas con múltiples objetos, reconoció el mazo, un hacha, navajas, látigos y un sin fin de objetos que nunca en su vida había visto, pero no parecían ser amigables.

—La bella durmiente ya está con nosotros —comentó una voz femenina.

No se encontraba sola en la habitación, nuevamente la acompañaba Sam y Marco. Marco sonrió y se acercó.

—¿Has descansado? —se burló

—Vamos Marco, no empieces —advirtió Sam apartándolo—. Debes estar un poco aturdida —dijo acercando una pastilla a la boca de Madison.

Madison apretó los labios con terror ¿Qué le estaba dando?

—No es nada malo, esta pastilla te aliviará el dolor de la cabeza —explicó Sam al ver la negativa de Madi para recibir la pastilla—, te sentirás mejor, lo prometo.

Madison sintió que podía confiar en Sam, tomó la pastilla y la tragó. Sam amable acercó un poco de agua a su boca para ayudarla a pasar la pastilla, Madi le agradeció con un leve asentimiento de cabeza, Sam le dedicó una sonrisa amable en respuesta.

—Hará efecto en un momento.

—Si quieren comparten vestidos, se peinan y maquillan mutuamente —se burló Marco por la amabilidad de Sam.

—No todos somos como tú —golpeó juguetonamente su cabeza—. Ya vuelvo. Compórtate.

Sam salió de la habitación y Marco se burló de sus advertencias.

—Creo que has cautivado a más de un Bogoloski —Madison ignoró su comentario burlón.

Marco era un acosador irreparable, desde el primer momento se comportó como un idiota. Pero Madi aún no podía olvidar su visita en el hotel, ella creía que en el fondo Marco podía ser una buena persona si le daba la oportunidad. Sin embargo, Marco era consciente del papel intimidatorio que representaba y no dudó en usarlo a su favor. Se acercó a las paredes con instrumentos de tortura y empezó a pasar la mano por todos ellos.

—Jumm, sería interesante usar uno de ellos contigo. Si quieres, incluso puedo actuar como un Christian Grey —bromeó tomando un látigo en su mano—. Tengo que darle crédito al jodido de mi hermano, eres hermosa —admitió encogiéndose de hombros.

—Marco, por favor —intentó Madison, tal vez si llegaba al Marco amigable dentro de él, podría ayudarla— Una vez me dijiste que nadie te había dado la oportunidad de ser bueno, pues tu oportunidad es ahora. Ayúdame, por favor —suplicó al borde de las lágrimas—. Enko me contó lo que pasó, me contó tu historia... Lamento mucho lo que viviste, tú eras un niño nada más, no merecías nada de lo que te pasó —intentó convencerlo.

Marco frunció el entrecejo y se acercó a ella.

—Te equivocas en algo, tú no sabes mi historia, sabes solo la parte que te contó Enko, y no creo que te haya contado tantos detalles —se encogió de hombros—. He vivido toda la vida bajo la sombra de Enko y eso solo me hizo más fuerte.

—No me hagas daño, puedes ser mejor que eso.

—Lo sé, sé que puedo ser mejor que un demonio despiadado, pero te recuerdo, ese pacto te lo ofrecí tiempo atrás, en el hotel, no quisiste aceptarlo y ya no hay trato —dijo fingiendo tristeza.

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