MI GRAN AMOR

Conociendo a Eugenio

En ese momento, el mundo de Macarena, se paró. Su cuerpo tembló al escuchar la voz de aquel hombre que acababa de conocer.

M: Hola. Nada en particular. Le estaba pidiendo al joven que me dejara salir (fulminando con la mirada a Cristóbal)

E: ¿Todo está bien? (observando la actitud de ambos)

M: Sí, claro que sí. ¿Se le ofrece algo? (ahora le prestaba atención a Eugenio)

E: No, bueno sí. Quería invitarte a tomar un café. Necesito hablar contigo.

M: Pues, con mucho gusto (le ofreció una sonrisa y luego se dirigió hacía Cristóbal nuevamente) Quédate si quieres, yo me voy.

Cr: Pero, no hemos terminado de hablar, Macarena.

M: No tenemos nada de qué hablar. Ya todo quedó claro entre tú y yo. Y, por favor, ya déjame en paz.

Macarena se encaminó hacia la salida, en la puerta Eugenio aguardaba por ella para salir de allí. De pronto sintió que la tironearon de su brazo, con brusquedad, Cristóbal la giró y la besó. Entre la sorpresa y la incomodidad que eso le generó no correspondió haciendo que él se molestara. Pero la molestia de Macarena fue más grande porque se separó de golpe y lo abofeteó, dejando a Cristóbal muy sorprendido. Y también a Eugenio.

M: ¡¿Qué te pasa?! Te dije que me dejaras en paz. ¿No te bastó con engañarme con mi hermana y encima embarazarla?

E: Macarena, por favor. Vamos (lo mejor era sacarla de allí. La vio sumamente irritada con ese hombre) Necesito que hablemos de algo importante.

M: Sí, sí. Discúlpame. Vamos.

Cr: Macarena. Estamos hablando. Y usted señor, no se meta.

M: Cristóbal. Por tu hijo al menos, déjame tranquila. Ya no quiero más problemas con Carlota, por favor.

Cr: Vámonos, mi amor. Escapemos tu y yo como siempre lo planeamos.

M: Estás loco si crees que me iré contigo. Te voy a pedir por última vez, no me busques más, ¡no me molestes más!... Vamos Eugenio.

Cr: ¿Vas a tirar todo nuestro amor a la basura, así como así?

M: lo tiraste tú cuando te metiste con mi hermana.

Macarena ya no quiso seguir escuchando a Cristóbal. Tomó de la mano a Eugenio y lo incitó a salir de allí. No sabía por qué, pero estar con él le había dado valor y un sentimiento de sentirse protegida.

Para poder hablar más tranquilos Eugenio le pidió que fueran a su casa, necesitaba privacidad para hablar con ella.

Al llegar Eugenio hizo entrar a Macarena y entró tras ella. Apenas pasaron a la sala apareció una mujer, de avanzada edad, con un bebé que estaba llorando y no lograba que se calmase con nada.

E: ¿Qué le ocurre?

Xx: No lo sé. Ya le cambié los pañales, pero no sé qué le ocurre. Ni el biberón quiere tomar.

M: ¿Puedo cargarlo?

E: sí, claro.

Xx: Me da pena que lo encontraran así.

M: No se preocupe.

Macarena tomó al bebé en brazos y lo comenzó a arrullar. Le hablaba en susurros y lo meció contra su pecho. Poco a poco se fue calmando y dejando de llorar.