Capítulo 16

815 68 8
                                    

Junio nos arrastró en una nueva ola de desesperación para los que reprobamos alguna materia. Eran fechas oscuras, muy oscuras. Exámenes de recuperación.

—Tom, te lo ruego, usa la capa y entra conmigo en el examen.

—No haré eso.

—Te lo suplico.

Cerró su libro, masajeando el puente de su nariz.

—Adoro verte suplicar, pero no haré trampa por ti. Estudia en lugar de lloriquear.

Bajé la cabeza a mi libro de Herbología. Malditas plantas.

—No quiero que me castiguen en casa, no podré ir contigo.

—Debiste pensarlo antes de saltarte las clases.

Hice un puchero con mis labios. Abraxas me convencía de faltar a Herbología una que otra vez, pero esas veces se convirtieron en no acudir la mitad del año escolar. Miré a mi amigo dormitando en el sillón contrario, la impotencia me atacó y grité.

—¡Despierta, maldito!

Cayó del sillón sujetando su pecho con fuerza.

—¿Qué demonios...

—¡Estamos en esta situación por tu maldito poder de convencimiento!

—Bueno, no es que hayas puesto mucha resistencia.

—¡Ya cállate y estudia!

—Maldita mandona.— murmuró entre dientes.

Cerré los ojos e inspiré profundamente para concentrarme. Al abrir mis orbes descubrí una taza humeante.

—Té de doce flores, para relajarte. Le puse media cucharada de miel, como te gusta.

Mis ojos se humedecieron por el gesto de Tom. Incluso había recordado que prefiero la miel antes que el azúcar para endulzar. Mi labio inferior tembló al igual que mis manos. Me encontraba más sensible de lo normal y no había causa aparente de ello. 

—¿Vas a llorar?— preguntó Abraxas.

Negué con la cabeza, pero terminé soltando un sollozo y cubriendo mi rostro con las palmas de mis manos. La taza chocó contra la superficie de la mesa cuando Tom la colocó ahí.

—Malfoy, desaparece de aquí.

Cuando la orden terminó de dictarse mi amigo salió corriendo de la sala común. 

—Está bien, nadie te juzgará si lloras o les cortaré la lengua.

—¿Por qué estoy actuando así?

Abrí las palmas de mis manos para ver su rostro a través de mis dedos. Sus labios se torcieron en una mueca, tomó asiento frente a mí.

—No te fuerces, cariño. Tú...no has recibido ayuda psicológica.— se reclinó en el sofá y cerró sus orbes.— Entiendo que no quieras ayuda, pero cargas con una tensión emocional fuerte por culpa de ese sangre sucia. Y agrega el estrés que Herbología te ocasiona, así que toma el maldito té.

Me encogí como una niña regañada y recogí la taza para dar un sorbo. Desprendía un olor delicioso y lo había endulzado perfectamente. Luego de tres sorbos me sentía adormilada, como si hubiera agregado tranquilizantes al té. 

Mis orbes se extendieron cuando Tom retiró la taza de mis manos y caí en cuenta de que, en efecto, había puesto unas gotas de poción somnífera en el contenido.

—¿Por qué?— pregunté ya adormilada. Una parte de mí se sentía terriblemente aterrada de lo que Tom pudiera hacerme en este estado.

—Necesitas dormir más de cuatro horas. Yo te cuidaré, no necesitas preocuparte.

CRIMINAL | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora