Capítulo 10

1.1K 70 5
                                    

—Suéltame, Frank. Él se enterará de esto.

—Lo hará, sin duda lo sabrá.— su sonrisa se ensanchó mientras ajustaba el agarre en mis muñecas e inmovilizaba mis piernas.— Pero no llegará a tiempo para recoger todos los pedazos de su pequeña zorra.

Grité cuando rasgó mi vestido y las lágrimas descendieron sin control.

—¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme!

—Nadie vendrá, planeé esto muy bien. Ustedes son los culpables de la petrificación de mis amigos ¿o no?— giré la cabeza negándome a responder, pero con su mano me obligó a mirarlo.— ¡Contesta! Eso me ha carcomido la cabeza todos estos días. Si querías sacar al monstruo ya lo lograste.

Lo pateé en el estómago con toda la fuerza que pude reunir, pero apenas logré que se alejara unos metros para incorporarme. Di la vuelta intentando correr hasta la puerta, pero su mano en mi cabello lo impidió. Jaló agresivamente hacia atrás mi cuero cabelludo, arrancandome un nuevo jadeo. Me aventó de vuelta a la mesa, donde el filo del escritorio se enterró en mi abdomen. Escapar era inútil, probablemente había hechizado la puerta, pero jamás me rendiría sin darle pelea.

—Riddle no podrá unir todas las partes cuando acabe contigo.

Arrancó fuera de mi cuerpo mi ropa interior. Mi vestido no era más que un jirón de tela en el suelo, igual que mis esperanzas, podría destruir todo en mí, pero jamás destruiría mi espíritu. Ya sentía un escozor en mis muñecas, producto del agarre con el cinturón de cuero, pero ni siquiera eso me detuvo para arañarle el rostro cuando una de sus manos me soltó para desabrochar su pantalón.

—¡Quédate quieta!

Me sujetó de la cabeza, golpeándome con fuerza contra el escritorio. Gemí de dolor y mi vista se nubló, una delgada línea de líquido caliente y espeso bajaba por mi sien hacia mi cuello. Ví la puerta abrirse ligeramente y me encontré con unos ojos grises que me devolvieron una mirada cargada de pánico. Esos mismos orbes se desplazaron al cuerpo sobre mí, Frank no se había dado cuenta de nuestro acompañante, su atención se había ido a empujar con fuerza contra mí. Un horripilante grito abandonó mi garganta cuando desgarró mi pared, llevándose mi pureza con él. Como si Abraxas saliera de un hechizo lo ví levantar su varita y murmurar mi salvación.

Petrificus Totalus

Frank cayó sobre mí y Abraxas corrió a empujarlo lejos de mi cuerpo, cerró los ojos cuando descubrió que ninguna tela cubría mi indefenso cuerpo. Deshizo el amarre que mantenía cautivas mis muñecas y con prisa se quitó la camisa colocándola sobre mi desnudez. Sus manos me trataban con cariño, sin un ápice de lujuria apesar de tenerme tan indefensa frente a él. Un líquido caliente recorría la cara interna de mis muslos, no necesitaba mirar para saber que era sangre.

—Cariño mío, vas a estar bien. Te llevaré a la enfermería y volveré por este bastardo.

Abrí los ojos, horrorizada.

—No, no me lleves a la enfermería.—mi voz salió extrañamente firme.— No quiero dar explicaciones ahora, llévame a tu sala común.

—Alguien necesita verte esta herida.— sus dedos apenas rozaron mi sien.

—Puedo hacerlo sola.— me levanté con la camisa de Abraxas cubriéndome hasta los muslos.— Mi varita se quedó en la bolsa del vestido y...

—La tengo.— extendió la bolsa frente a mí y saqué la varita.

—Sólo necesito borrarle la memoria, sabe cosas que podrían acabar con todo lo que hemos logrado.

—Ari, no necesitas...

CRIMINAL | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora