Capítulo 11

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La puerta de la oficina del director Dippet se abrió con un golpe sordo. Mi madre entró por ella seguida del padre de Abraxas, de ambos destilaba un aura explosiva. Los brazos protectores y amorosos de mamá me envolvieron con fuerza, como si quisiera unir todas mis partes.

—¡Exijo que lo expulsen en este mismo momento!

—Señora Potter.— carraspeó el director. Compartió una mirada con Dumbledore, rogando por ayuda.— Entendemos su molestia, pero temo que debemos acudir con el consejo estudiantil para tomar una decisión que favorezca a to...

—¿Que favorezca a quién?.— mamá se inclinó sobre el escritorio  arrastrándome con ella.— ¿Quiere que ese muchacho se libre de su castigo? Porque, oh director, le aseguro que por más que lo proteja haré que ese chico se queme en el infierno.

Vi tragar con fuerza a Dippet. Nunca nadie vio a Dorea Potter tan furiosa.

—El consejo está listo para recibirnos.— informó Dumbledore.— Yo iré por Johnson y el testigo, ustedes pueden adelantarse. Pueden usar la red flu para aparecer en el ministerio.— señaló la chimenea tras el asiento del director.— Señor Malfoy, me parece que usted conoce bien el camino.

Mi tío le echó una mirada desconfiada y asintió. Su mano izquierda tomó el hombro de mamá, indicándole el camino a la chimenea, en ningún momento me soltó de sus brazos. 

—Primero tú, cariño.— su tono de voz volvió al habitual y sonrió maternalmente. 

Tomé los polvos flu entre mis manos y entré en la chimenea. 

—Ministerio.

Las llamas verdes me envolvieron sin llegar a quemarme y al salir observé la entrada del ajetreado lugar. Mamá no tardó en aparecer junto a mí y un segundo después mi tío nos señaló el camino más corto al elevador. Cuando las puertas se cerraron las conversaciones me bombardearon.

—Mi niña, no preguntaré como estás, no quiero ni imaginarlo.— con una mano se sostenía para no caer y con la otra acariciaba mi mejilla.— Quiero que sepas que no por ser amigo de tu hermano me tentaré el corazón. Él intentó dañar mi más preciado tesoro y jamás se lo perdonaré.

—Tu madre y yo estamos aquí para ver el momento exacto en que lo despojen de su varita, una varita que ni siquiera merecía en primer lugar.

—¿Están seguros de que lo harán?.— me detuve unos segundos antes de retomar la palabra.— ¿En verdad romperán su varita?

Compartieron una mirada cómplice que intenté descifrar.

—Cariño, seremos sinceros. En las reglas de Hogwarts este delito no es castigable, ni siquiera sabemos si antes se han presentado denuncias de este tipo.— confesó mi madre.— Pero tenemos contactos que no dudé en usar, tu tío también fue de gran ayuda. Imaginamos que no te negarías a esto, gracias a nuestras influenzas en el ministerio Frank será expulsado.

—¿Y ya? ¿Y si alguien sufre de esto en el futuro?— cerré los ojos de siquiera pensarlo.— Una nueva regla debe implementarse en el colegio, ningún caso debería quedar impune por no contar con las suficientes influenzas.

Volvieron a mirarse entre ellos y las puertas se abrieron dándonos la bienvenida a un extensa pasillo.

—Ariana, en el juicio te darán a elegir su condena.— habló lentamente mi tío, como si estuviera tanteando el terreno de mi inestable mente.— Puedes enviarlo a Azkaban en donde cumpliría una condena, pero puedes hacerlo sufrir aún más si pides que lo expulsen. También podrás exigir la creación de esta nueva regla. 

Asentí pensando en mis opciones. Entramos a la sala donde se llevaría a cabo el juicio, entregando nuestras varitas a la secretaria en la entrada. El consejo estudiantil ya estaba en el tribunal cuando nos acomodamos en nuestro lugar. Diez minutos después aparecieron Dippet y Dumbledore con Frank y una señora bajita, seguramente su madre. Abraxas caminaba detrás de todos ellos, llegó a colocarse junto a su padre como mi más preciado testigo.

CRIMINAL | Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora