La puerta se tardó más de lo normal en abrirse. Pero supuse que todos estarían acostados. Mamá no estaría nada contenta de que a esta hora aún no hubiéramos llegado a casa. Todo lo que quería era usar la chimenea de la casa de Sirius y regresar con Ginny tan pronto como el polvo flu nos lo permitiera, antes de que mamá comenzara a pedir al ministerio que pusiera un regimiento de aurores a buscarnos. Cuando finalmente nos abrieron, la cara de Draco era la de alguien a quién han arrojado un balde de agua fría. -¡Invitus!- estaba diciendo incluso antes de vernos a través de la puerta. -Hola.- dijo en un tono de sorpresa al encontrarnos a los cuatro de pie en la escalinata de entrada. -Lilith te ha sentido venir.- explicó el chico al peliazul, respondiendo a la pregunta que nadie había formulado en voz alta. -Hola Draco, ¿Lilith ha venido?- soltó el otro, despreocupado. -Si.- asintió él. -Y Hermione también. El profesor Prince las trajo esta mañana. Se quedarán unos días, mientras preparamos los exámenes. -Mhm... y supongo que justo ahora hemos interrumpido una muy prolífica sesión de estudios anatómicos, ¿me equivoco?- soltó Ginny con una sonrisa. -¡Y vaya que prometía ser prolifica!- bufó la voz de Lil desde adentro. La cara de Draco se tiñó levemente.
-Bien, entren.- dijo finalmente, haciéndose a un lado. -¿Qué hacen aquí a estas horas?- preguntó. -¡Hemos estado del lado muggle! ¿Han probado las haburnesas? ¡Son la mejor cosa para comer del mundo!- respondí emocionado. -Ron, se llaman "hamburguesas"- me corrigió Ginny con un gesto de exasperación y luego agregó con sorna -Ron se ha comido tres.- Draco y Lil rieron. -Bueno, nosotros vimos a Draco perder toda su noble etiqueta por un cono de fish and chips.- soltó Lil entre risas. -¡Son deliciosas!- dijo Draco como si se excusara. -¿Es otra comida muggle?- pregunté desconcertado. El rubio que antes había sido nuestro némesis, ahora se veía como un simple chico más, y tan emocionado como yo por la comida muggle. Su pomposa actitud de sangre pura Malfoy se había perdido y se lo notaba feliz y libre. Asintió con los ojos como platos -Si. La sirven en conos de periódico. ¡Y se come con las manos! Pero por horrible que suene, es como si las bengalas del doctor Filibuster tuvieran una fiesta en tu boca.- Narró. -¿Draco? ¿Quién está en la puerta?- La voz de Harry sonaba amortiguada desde la escalera. Detrás de él, una adormilada Hermione, con la melena alborotada se anudaba la bata rosa y bajaba haciendo que sus pantuflas sonaran en la alfombra con un "paf" a cada paso. De pronto, la cara de Hermione se ruborizó de golpe y se pasó las manos por el cabello nerviosamente. -Hola.- Saludó mi mejor amigo con la voz levente atenazada. -Lo siento por despertarlos.- dije. -Pero se nos ha hecho tarde y queríamos saber si podríamos usar su chimenea para regresar a casa antes de que Molly Weasley mande dementores a nuestra búsqueda y captura.- explicó Ginny. -Oh, no se preocupen. Siempre y cuando el ejercito privado de Cornelius Fudge no se meta en esa búsqueda, estarán a salvo...- soltó Luna, con sus ojos fantasmagóricos vagando por la habitación. -¿Fudge tiene un ejército privado?- nos volvimos cuando escuchamos la voz de Sirius en la escalera. El hombre se veía extrañado e incómodo ante esa afirmación. Ninguno fue lo suficientemente veloz como para hacerle comprender a Sirius que no debía tener en cuenta todo lo que dijera Luna.
La chica asintió, haciendo que sus pendientes de rábano se agitaran a ambos lados de la cara. -Si. Un ejército gigante de Heliópatas. Mi padre dice que, Fudge, el mata duendes, es peligroso por sí mismo, pero cuando se rodea de sus seguidores, espíritus de fuego, es completamente imparable.- afirmó. Hermione soltó un suspiro y Ginny no fue capaz de contener una risita, pero a Luna, o no le importó o se lo tomó como un detractor más, de la larga lista de personas a las que solía considerar de pensamiento angosto. Sirius, por su parte, alzó una ceja suspicaz. -¿Dices que Fudge es capaz de controlar espíritus del fuego?- preguntó en un tono con el que era imposible determinar si le estaba tomando el pelo, o si estaba genuinamente interesado en escuchar su descabellada teoría. -Como sea...- recapitulé. -... ¿podríamos usar su chimenea?- Draco asintió y nos mostró el camino a una sala amplia y destartalada que parecía haber sido víctima de una explosión recientemente. -Aún no hemos terminado de ordenar y reparar.- se explicó el rubio, siguiendo mi mirada a la destrozada pared. -¿Ya se van?- preguntó Sirius que seguía mirando con interés a Luna que hacía ademanes extraños y divagaba algo sobre Snorkanks. -Si. Si no regresamos pronto, mamá nos matará.- respondió Ginny, pero el hombre desechó su comentario con un gesto de la mano. -Su madre me matará si sabe que los dejé viajar por la red flu solos a estas horas. ¿Y si por accidente salieran en otra chimenea? No. Enviaremos un mensaje a su madre. Y a Xeno también. Pueden dormir aquí.- Harry se removió intranquilo, pero no dijo nada. Draco le dedicó una mirada oscura a Invitus, pero tampoco fue capaz de articular palabra. -Bien... Hum... Gracias.- respondí, sin saber por qué el ambiente se había puesto tan tenso de pronto.
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Magia Irreverente
FanfikceSeverus Snape, el amargado profesor de pociones descubre después de muchos años que tiene una hija fruto de un fugas amor de verano con una Muggle. La niña posee talentos mágicos inesperados y una consciencia avanzada de cuerpo y magia. Tras la muer...