Capítulo 42: Visitas inesperadas

6 1 0
                                    

La puerta se tardó más de lo normal en abrirse. Pero supuse que todos estarían acostados. Mamá no estaría nada contenta de que a esta hora aún no hubiéramos llegado a casa. Todo lo que quería era usar la chimenea de la casa de Sirius y regresar con Ginny tan pronto como el polvo flu nos lo permitiera, antes de que mamá comenzara a pedir al ministerio que pusiera un regimiento de aurores a buscarnos. Cuando finalmente nos abrieron, la cara de Draco era la de alguien a quién han arrojado un balde de agua fría. -¡Invitus!- estaba diciendo incluso antes de vernos a través de la puerta. -Hola.- dijo en un tono de sorpresa al encontrarnos a los cuatro de pie en la escalinata de entrada. -Lilith te ha sentido venir.- explicó el chico al peliazul, respondiendo a la pregunta que nadie había formulado en voz alta. -Hola Draco, ¿Lilith ha venido?- soltó el otro, despreocupado. -Si.- asintió él. -Y Hermione también. El profesor Prince las trajo esta mañana. Se quedarán unos días, mientras preparamos los exámenes. -Mhm... y supongo que justo ahora hemos interrumpido una muy prolífica sesión de estudios anatómicos, ¿me equivoco?- soltó Ginny con una sonrisa. -¡Y vaya que prometía ser prolifica!- bufó la voz de Lil desde adentro. La cara de Draco se tiñó levemente.

-Bien, entren.- dijo finalmente, haciéndose a un lado. -¿Qué hacen aquí a estas horas?- preguntó. -¡Hemos estado del lado muggle! ¿Han probado las haburnesas? ¡Son la mejor cosa para comer del mundo!- respondí emocionado. -Ron, se llaman "hamburguesas"- me corrigió Ginny con un gesto de exasperación y luego agregó con sorna -Ron se ha comido tres.- Draco y Lil rieron. -Bueno, nosotros vimos a Draco perder toda su noble etiqueta por un cono de fish and chips.- soltó Lil entre risas. -¡Son deliciosas!- dijo Draco como si se excusara. -¿Es otra comida muggle?- pregunté desconcertado. El rubio que antes había sido nuestro némesis, ahora se veía como un simple chico más, y tan emocionado como yo por la comida muggle. Su pomposa actitud de sangre pura Malfoy se había perdido y se lo notaba feliz y libre. Asintió con los ojos como platos -Si. La sirven en conos de periódico. ¡Y se come con las manos! Pero por horrible que suene, es como si las bengalas del doctor Filibuster tuvieran una fiesta en tu boca.- Narró. -¿Draco? ¿Quién está en la puerta?- La voz de Harry sonaba amortiguada desde la escalera. Detrás de él, una adormilada Hermione, con la melena alborotada se anudaba la bata rosa y bajaba haciendo que sus pantuflas sonaran en la alfombra con un "paf" a cada paso. De pronto, la cara de Hermione se ruborizó de golpe y se pasó las manos por el cabello nerviosamente. -Hola.- Saludó mi mejor amigo con la voz levente atenazada. -Lo siento por despertarlos.- dije. -Pero se nos ha hecho tarde y queríamos saber si podríamos usar su chimenea para regresar a casa antes de que Molly Weasley mande dementores a nuestra búsqueda y captura.- explicó Ginny. -Oh, no se preocupen. Siempre y cuando el ejercito privado de Cornelius Fudge no se meta en esa búsqueda, estarán a salvo...- soltó Luna, con sus ojos fantasmagóricos vagando por la habitación. -¿Fudge tiene un ejército privado?- nos volvimos cuando escuchamos la voz de Sirius en la escalera. El hombre se veía extrañado e incómodo ante esa afirmación. Ninguno fue lo suficientemente veloz como para hacerle comprender a Sirius que no debía tener en cuenta todo lo que dijera Luna.

La chica asintió, haciendo que sus pendientes de rábano se agitaran a ambos lados de la cara. -Si. Un ejército gigante de Heliópatas. Mi padre dice que, Fudge, el mata duendes, es peligroso por sí mismo, pero cuando se rodea de sus seguidores, espíritus de fuego, es completamente imparable.- afirmó. Hermione soltó un suspiro y Ginny no fue capaz de contener una risita, pero a Luna, o no le importó o se lo tomó como un detractor más, de la larga lista de personas a las que solía considerar de pensamiento angosto. Sirius, por su parte, alzó una ceja suspicaz. -¿Dices que Fudge es capaz de controlar espíritus del fuego?- preguntó en un tono con el que era imposible determinar si le estaba tomando el pelo, o si estaba genuinamente interesado en escuchar su descabellada teoría. -Como sea...- recapitulé. -... ¿podríamos usar su chimenea?- Draco asintió y nos mostró el camino a una sala amplia y destartalada que parecía haber sido víctima de una explosión recientemente. -Aún no hemos terminado de ordenar y reparar.- se explicó el rubio, siguiendo mi mirada a la destrozada pared. -¿Ya se van?- preguntó Sirius que seguía mirando con interés a Luna que hacía ademanes extraños y divagaba algo sobre Snorkanks. -Si. Si no regresamos pronto, mamá nos matará.- respondió Ginny, pero el hombre desechó su comentario con un gesto de la mano. -Su madre me matará si sabe que los dejé viajar por la red flu solos a estas horas. ¿Y si por accidente salieran en otra chimenea? No. Enviaremos un mensaje a su madre. Y a Xeno también. Pueden dormir aquí.- Harry se removió intranquilo, pero no dijo nada. Draco le dedicó una mirada oscura a Invitus, pero tampoco fue capaz de articular palabra. -Bien... Hum... Gracias.- respondí, sin saber por qué el ambiente se había puesto tan tenso de pronto.

Magia IrreverenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora