Capítulo 27: Charming Prince

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La fecha finalmente estaba aquí, y yo casi saltaba de la emoción: papá me había dicho que me había excusado por el día, y que podía no llevar mi uniforme de Hogwarts, así que había seguido los consejos de Invi: me mantuve en una estética discreta: Pantalones negros ajustados, una blusa blanca y mi capa morada por encima. Recogí mi pelo en un moño con un listón rojo y me preparé para la salida. Era temprano cuando mi padre me encontró en el comedor. -¿Lista?- preguntó. -Iremos a Hogsmade y desde allí nos apareceremos.- Eso era genial. Al menos podría echar un vistazo al pueblito del que todo el mundo hablaba. Terminé de tragar mis tostadas y me puse en pie. -¿Ya nos vamos?- Mi padre me sonrió. -Claro.- respondió. -Sabes que hay una posibilidad de que digan que no, ¿verdad? el linaje Prince lleva muchos años perdido.- dijo intentando refrenar mi emoción. -No te preocupes papá: se exactamente qué decir para que nos permitan volver a ser Prince.- dije segura. Él resopló, pero no dijo nada más. Salimos de los terrenos de Hogwarts y tomamos rumbo al pueblito.

Cuando llegamos a las calles de Hogsmade, pude ver la apariencia encantada de cuentos que tenía el pueblo. Con razón los chicos de tercero estaban fascinados con él. Contuve un suspiro cursi. Realmente deseaba llegar a tercer año para poder venir cuando todos los negocios y pequeños locales estuvieran abiertos... Justo ahora, con la primera luz del día, todos estaban cerrados, y daba la sensación de que el pueblo entero contenía la respiración antes de un día de movimiento. -Bien, se que no es cómodo, pero tendrás que soportar otra aparición.- dijo papá tendiéndome una mano. La sujete y volví a sentir la horrible sensación que todo mi cuerpo se retorcía y estrujaba en un espacio minúsculo, siendo empujada por una fuerza invisible pero igualmente imparable. Salimos por el otro lado del hueco, estabamos en medio de una calle empedrada. Respiré profundamente intentando que mis costillas se abrieran nuevamente, y así dejar de sentir mi pecho y mi espalda pegados uno con otro. Cuando volví a sentirme tridimencional, miré a mi al rededor: no había nada más que una cabina telefónica desvencijada. -Por aquí.- me indicó papá abriendo la puerta de la cabina. Fruncí el ceño, pero lo seguí. Papá marcó un numero en el teléfono y entonces escuchamos una voz femenina: -Bienvenidos al Ministerio de Magia. Indíquen sus nombres y asunto por favor.- Papá se acomodó la túnica incómodo. -Severus Snape Prince y Lilith Snape Lock. Tenemos una audiencia con el Wizengamot.- respondió. -Bienvenidos, señor Severus Snape Prince y señorita Lilith Snape Lock. Por favor, usen las placas identificatorias en un lugar visible de su ropa. Una vez en el atrio, por favor preséntense para una revisión de varitas de seguridad y registro de su visita.- dicho esto, el teléfono comenzó a moverse. No, no era el teléfono. ¡eramos nosotros, estábamos bajando como si se tratara de un asensor! -¡Wow!- exclamé. Papá se rió. Bajamos por un largo rato. Cuando finalmente se detuvo, la voz dijo: -Octavo Piso: Atrio. Por favor, no olviden presentarse a su revisión de seguridad. Bienvenidos al Ministerio de Magia. Que tengan un buen día.-

Papá me condujo hasta la caceta de seguridad donde un joven con aspecto aburrido tendió la mano para solicitar nuestras varitas. Papá le entregó la suya. El hombre la revisó y tomó algunas notas antes de devolvérsela. Luego tomó la mía. -¡Por las barbas de Merlín!- chilló el chico. Muchas personas miraron curiosas. -¿Es una barita extrangera? Las varitas con Cabello de Veela se dejaron de fabricar aquí.- dijo mirando con fascinación a Wandine, que rezumaba de puro poder y orgullo. -Pues.. Si, es de Uruguay, pero Olivander la ha inspeccionado y ha permitido que la use.- expliqué, notando lo nervioso que se ponía mi padre. -¿Son extranjeros?- preguntó el chico con curiosidad. -No, somos de aquí. Pero tenemos amigos en Uruguay. Amigos que amablemente han obsequiado a mi hija una varita de su propia manofactura, cuando ésta demostró fidelidad a la joven bruja. ¿Ha terminado con la inspección?- soltó mi padre tajante. -Claro, si. Pueden pasar.- respondió el joven. -¿Y mi varita?- pregunté alarmada. -Lo siento, no puedo permitirte pasar con ella. Es un núcleo inapropiado y no estan permitidas en las oficinas, en especial ante el Wizengamot. La recogeras a la salida.- Respondió. Yo estaba indignada, pero algo en el apretón de Severus sobre mi hombro me hizo entender que no debía protestar. -Está bien.- respondí.

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