Capítulo 5: Tamiz mental.

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Estaba recostado sobre un costal de harina. Los elfos domésticos de Hogwarts eran buena compañía cuando solo querías comer y pensar. Silenciosos, siempre dispuestos a ayudar, amables y serviciales. Eran de mis criaturas favoritas en el castillo. No era una persona de muchos amigos. En general prefería esto, al murmullo constante del gran comedor. ¡Pobre Lilith! pensé. Si el murmullo constante del gran comedor era una molestia para mí, no podría imaginar lo que le haría a su mente. Todas esas charlas irrelevantes, magia sin sentido, sin mencionar los artefactos mágicos que aparentemente también resonaban para ella. Sería algo imposible de soportar. Nuestras tutorías avanzaban pero a paso lento, definitivamente no era una persona para la oclumancia de archivero o de cajón, sus pensamientos estaban dispersos y requería demasiada energía encajonarlos a todos. Sería fácil elaborar un caleidoscopio para protegerse de intrusiones, y someter a su agresor, pero eso no serviría para que pudiera filtrar lo relevante de lo irrelevante. Me relajé viendo a un elfo preparar las tartas para la cena, entonces una idea vino a mi mente. ¡Eso podía funcionar! Sin vacío, sin peligro.

Me puse de pie de un salto. -Disculpen, ¿alguno de ustedes podría prestarme un tamiz y un poco de harina?- Pregunté. Casi instantáneamente, un elfo se acercó sosteniendo una bolsa pequeña con un poco de harina y un tamiz. -¡Excelente! Gracias.- dije, a pesar de saber que no estaban acostumbrados a los modales humanos, incluso algunos se sentían algo ofendidos cuando les agradecía, pero no podía evitarlo. No podía simplemente tomar cosas de sus manos e irme corriendo. -También necesito un plato, una bolsa grande y una jarra con agua.- Todos mis requerimientos fueron presentados ante mi. -Genial.- Tome la bolsa y luego le pedí al elfo que dejara todo lo demás en los aposentos del profesor Snape. Salí corriendo al patio y recogí todas las piedras y guijarros que encontré. Los metí en la bolsa y me presenté en los aposentos del profesor para mí tutoría con Lilith. Severus miró mis nuevas herramientas de trabajo con desdén, pero no dijo nada. Daba la impresión de que mientras funcionara, le daba igual si hacía que a Lilith le dieran el beso del dementor. Sabía que no era así, que en su fuero interno realmente le preocupaba su hija. Pero esa era la impresión que daba, por seguro.

Entré en la habitación reforzada sin golpear, ya habíamos acordado los horarios de las tutorías y supuse que la niña me esperaba lista. Tan pronto como estuve dentro, sentí que debí haber golpeado. La chica estaba a medio vestir, probablemente no se molestara en estar completamente vestida, mientras estaba aislada del mundo, pero mi emoción por probar este nuevo enfoque me había empujado a esta incómoda situación. Ella se bajó la camiseta con un rubor en las mejillas. Por suerte para mi, solo pude adivinar el contorno de su busto en ese segundo en el que nos encontramos incómodamente expuestos. -Lilith, ¡Tengo algo que mostrarte!- dije entusiasmado. La pequeña del cabello rojo fuego me miró aún abochornada -y también algo que ver, aparentemente...- soltó. Está vez yo me sonrojé. -Lo siento, no fue mi intención. Pero de verdad tienes que ver esto. ¡Creo que encontré nuestro enfoque!- Eso le devolvió el humor. La chica se había esforzado tanto en nuestras clases, que casi sentía que le estaba fallando al no dar con una forma de oclumancia adecuada para ayudarla a detener las resonancias. -Bien, entonces, ¡Muéstrame!- respondió ansiosa.

Coloqué el platillo en el piso: -este plato representa tus sentidos.- luego tomé el jarro con agua. Ahora, todo lo que puedes sentir se ve así dije sacudiendo el líquido dentro de la jarra. Y cuando estás expuesta a tanta magia:- di vuelta el jarro de agua sobre el plato haciendo que el plato desbordara y salpicara con violencia. -Nada nuevo, niño listo.- comentó con sarcasmo. -ahora mira esto:- dije sacando la bolsa de piedras y guijarros y el pequeño saco de harina. -La harina representa aquellas cosas a las que si quieres atender. Las conversaciones que estás llevando a cabo, la magia a la que estés poniendo atención. Los guijarros y piedras son todo lo demás. Los sonidos molestos, las demás conversaciones que están ocurriendo, la magia a tu alrededor.- Mezclé la harina con los guijarros y piedras en la bolsa más grande. -Ahora mira ésto- vertí el contenido de la gran bolsa sobre el plato, pasándolo por el tamiz. Una fina capa de harina llegó hasta el plato sin rebasarlo, mientras las piedras y guijarros se atoraban en el tamiz sin llegar al plato. La cara de Lilith se iluminó -¡Eres un genio!- chilló de felicidad. -No necesito un archivero o una pared. ¡Necesito un tamiz mental! Ahora solo tengo que practicar para separar la harina de las piedras.- dijo con determinación. -Exactamente.- asentí. -Solo hay un problema: no puedes separar las piedras de la harina, sin estar expuesta a las piedras y la harina.- la chica palideció. -¿Quieres decir que...- dejó la pregunta sin finalizar, pero ambos sabíamos a qué nos referíamos. Para probar nuestra teoría del tamiz, necesitábamos sacar a Lilith de su búnker a prueba de todo. -Tendré que consultarlo con tu padre, pero me pidió que te enseñara para que pudieras estar en contacto con el mundo mágico. Y no puedo enseñarte a estar en contacto con el mundo mágico, si estás apartada de él, el 100% del tiempo.- esta idea no parecía calmar la ansiedad de la niña. -Estaré contigo todo el tiempo, y si las cosas se salen de control, utilizaré el encantamiento de tu padre, o te sumiré en un trance oclumante. Te prometo que cuidaré de ti.- dije intentando darle seguridad. En realidad no tenía idea de qué esperar de este experimento, pero solo podría saber si funcionaba, si exponía a Lilith al mundo.

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