ᴀᴛᴀᴅᴜʀᴀꜱ ᴅᴇʟ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ ɪɪɪ (ᴇxᴛʀᴀ ɪ)

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—¿Estás listo? —preguntó Atsumu una vez habían terminado de luchar con la última maleta que despacharían de antemano al aeropuerto. El apartamento se encontraba vacío y despojado de las cosas que, durante los tres años de relación que llevaban, Atsumu había estado comprando y trayendo. Una vez lo vió así, sin nada, se dio cuenta de que por muy materialista que sonara, las cosas guardadas en las maletas eran lo que hacía de ese su hogar.

—No.

Ambos rieron.

Aproximadamente, ocho meses atrás, a ambos les habían ofrecido jugar para dos equipos ingleses, ambos ubicados en áreas cercanas a la capital londinense. Además de que a Kiyoomi le venía urgiendo casarse ya sabiendo que Atsumu estaría pisando prontamente los treinta, y que él no estaría muy lejos tampoco.

También deseaba empezar una familia y reunirse con su hermana quien, después de tanto, pudo ubicar con la ayuda de un servicio privado que Atsumu encontró para la primavera del año pasado.

Si a Kiyoomi le preguntaban, estaba aterrado de lo rápido que todo estaba sucediendo y si bien no se podrían casar por un tiempo, las cosas serían diferentes a Japón. Por supuesto que sabía que la homofobia y el racismo inundaban el mundo en todos los lugares, pero también sabía de ciertas libertades que podía tomarse en su nueva vida. Algo le decía que una vez pisara aquel país extrangero, no querría volver a instalarse en su país natal.

Le entristecía saber que estaría dejando a muchas personas atrás, tal como Motoya, quien ahora estaba sacando la licencia para impartir clases de voleibol en un club de Tokio ya que se había retirado después de conseguir la última medalla en los juegos mundiales representando a Japón durante toda la temporada. También pensaba en su tía, quien ahora más mayor necesitaba ayuda haciendo ciertas tareas y le costaba cargar el mercado en la trayectoría hasta el piso 4 del bloque de apartamentos. Ella decía que se preocupaba mucho, pero ella siempre decía eso, bien fuera verdad o mentira.

Por lo que Kiyoomi no podía dejar de preocuparse. También tenía miedo por el paso tan grande que estaban dando y que cambiaría sus vidas para siempre, pues debían mudarse a un país lejano, con una cultura diferente, un idioma diferente, leyes diferentes, casas diferentes, una vida diferente a la que solían llevar en Japón, más si estaban discutiendo la posible adopción de un menor a la familia que estarían creando.

Todo eso y más, le asustaban y se le metía entre los huesos la frialdad que traía el pensar en que quizá todo eso dejaría de funcionar en algún momento; aunque amaba a Atsumu y aunque este mismo le hubiera demostrado en múltiples ocasiones que estaba dispuesto a seguir con él, Kiyoomi no podía dejar de dudar acerca del incertidumbre que siempre le acompañaba.

En los tres años que había estado con Atsumu había aprendido demasiadas cosas, como que era rencoroso, una cualidad que por alguna razón él no creía que encajaba por completo en su imagen y aun así se instalaba por días en su pecho cuando peleaban por alguna estupidez. Sería algo medianamente bueno si ese rencor estuviese dirigido a su novio y las cosas poco agradables que solía decir durante discusiones, pero en realidad el objetivo de su emoción no era nadie más que él mismo. Aún no estaba en ese punto de su crecimiento personal en donde dejaba las cosas fluir y dudaba que su llegada fuese pronta. Sin embargo, rendirse ahora no era una opción.

También se dio cuenta de lo mucho que había cambiado como persona, quizá era Atsumu, tal vez la relación que sostenía, pero lo más probable era que él mismo cedió y se dio la oportunidad de ver el mundo con colores que le asustaban. Sorprendentemente todo salió bien y marchaba espectacularmente, incluso cuando el temor se camuflaba en sus huesos y le susurraba al oído mil maneras diferentes de volver a su vida anterior y seguir ocultándose bajo la sombra de su máscara.

Había dejado de usar su mascarilla frecuentemente, pues el número de ocasiones en el que le parecía necesario hacer habían disminuido exponencialmente, hasta el mismo sorprendida de ello, sospechaba que seguiría haciéndolo. A veces la incredulidad era tanta que rebuscaba entre los bolsillos de su chaqueta por su tapabocas y lo ponía donde se supone que pertenecía, pero ya no encajaba.

Su madre tampoco encajaba en sus pensamientos y así como se paseaba por ellos, él era capaz de sacarla, observar y desecharla.

Asimismo, desecho muchas creencias—ahora estúpidas, antes necesarias—que ya no le aportan a su vida ni una pizca de tranquilidad. Empero, aún faltaba mucho por recorrer y Kiyomi lo sabía, pero no pensaba en ello tan seguidamente, pues también había aprendido a disfrutar de lo que estaba frente a él como a su prometido empujando épicamente la ropa de todo su closet compartido en un amaleta del tamaño de un perro pequeño.

Exacto, la última maleta que en un principio pareció estar lista, se abrió y Atsumu creyó que sacar todo y embutirlo de una manera diferente, solucionaría el problema. En lugar de ayudarlo, espero que él mismo se diera cuenta de que no podrían llevarse todo o necesitarán una maleta extra.

Así que fue por última vez con Atsumu a su centro comercial favorito, compraron sus dulces favoritos, sus flores favoritas, incienso, visitaron las tumbas de los abuelos de Atsumu, les pidieron bendiciones y guianza, todo ello antes de emprender el viaje que definiría sus vidas para siempre.

Y así fue.

Sigo viva :D

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Sigo viva :D

Y no, no me paso nada trágico, no tengo excusa más que en realidad no tenía inspiración para los extras de la historia, pero nunca me olvide de ella. Nunca lo haré.

En fin, planeo subir el otro para fines de año nuevo (lo que me parece una deadline adecuada porque llevo dos años escribiendo esta historia) y espero que ustedes sigan dandole amor a esta historia.

Espero y estén bien, de igual manera. Gracias por todos sus comentarios e interacciones, siempre leo, no respondo :D

Cuídense en todas las áreas de sus vidas y, como Kiyomi aprendió, tomen riesgos si con ello creen que mejoraran sus vidas, espero que no se queden estancados en una situación maluca si tienen manera de salir de ello, si no hay forma de salir, prometo que nada dura para siempre y que más tarde la vida no será tan mierda como parece.

Sugar, out.

ᴋᴀɪʀᴏꜱ [ꜱᴀᴋᴜᴀᴛꜱᴜ] ~ •ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora