ᴇɴᴛʀᴇ ᴀᴍɪꜱᴛᴀᴅ ʏ ʟᴜɴᴀʀᴇꜱ

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—¿Qué mierda estás haciendo aquí? —Miya se apareció en su apartamento, empero él no lo dejaría pasar tan fácilmente, no sin que siquiera esparciera un poco de alcohol sobre su ropa y antibacterial sobre sus manos. 

Por lo menos debía hacer eso si se negaba a quitarse toda esa ropa mugrienta que llevaba encima. Por lo menos había aceptado quitarse los zapatos.

—Te extrañaba cariño. —sonrió haciendo lo que el pelinegro le pedía para ingresar. Kiyoomi tan solo volteo los ojos—. Y además, me pidieron que te dijera que mañana nos vamos a Hyōgo.

—¿Hyōgo? —preguntó dejando al alcance del rubio los implementos de limpieza.

—Sip, tenemos un partido mañana. —Aplicó el gel distrayéndose con la manera en que, las prendas de Sakusa, envolvían ese cuerpo que le volvia loco. Kiyoomi disimulaba más mientras hacía lo mismo—. Contra un equipo de la segunda división, es amistoso.

—Últimamente todos lo son... — Caminó hasta la cocina para poner a calentar la tetera, siendo seguido por Atsumu, quien se sentía un poco triste porque el olor del alcohol, había opacado un poco el de su loción. 

Y porque Sakusa llevaba un pantalón holgado que no le dejaba admirar le el trasero.

Osamu pensaba que era un cerdo degenerado por hacer eso— que ni siquiera él sabe porque se le ocurrió la fantástica idea de contarle a su hermano—, pero, él nunca había estado cerca de la retaguardia del pelinegro. No lo podría comprender de esa manera.

Atsumu comenzó a hablar de otras cosas, en especial estaba emocionado de visitar a su familia, puesto que hacía ya más de un año que no veía a su madre en persona, afortunadamente Osamu trabajaba en  Osaka y de esa manera el colocador no se sentía tan desubicado en Ohasuhigashi, además hizo especial énfasis en que ya lo tenía a él, provocando que Sakusa se riera en su cara y le recordara el hecho de que no se conocían.

Aún así el colocador no se rendiría y forjaría una amistad con el retorcido rematador, costara lo que costara, fue por ello que empezó a preguntarle todo tipo de cosas, a las que Sakusa respondía sin profundizar demasiado. No le gustaba hablar de ciertos temas familiares, en especial de su madre, quien— según sus recuerdos y su psiquiatra— quizás fue la causante de la fobia del pelinegro.

Aunque el rubio era un tanto idiota, pudo visualizar la incomodidad de Kiyoomi y cambió el tema preguntando cuantos lunares tenia, el atacante lateral pareció meditarlo muy bien antes de contestar un "no lo sé", no era que nunca los hubiese tratado de contar, simplemente no alcanzaba a ver por completo su espalda, por lo que no tenía ni idea si habían algunos allí o no.

Por supuesto, no le diría algo tan estúpido como eso y menos a Miya. No dejaría que el bobo se riera de sus estupideces.

Después de múltiples intentos para hacer que Sakusa se quitara la camisa y no conseguir nada, invadió aún más su privacidad y le ayudó a empacar para el viaje, alegando que debía llevar ropa para una cena con sus padres.

Lo único que Kiyoomi llevaría sería sus propios cubiertos; literalmente lo iba a empacar, empero confío ciegamente cuando Atsumu le dijo que él mismo los lavaría por cuatro minutos con Lysol.

—Bueno... —suspiró levantándose de la cama al cerrar la maleta, el reloj vagaba entre las cinco y seis de la tarde—. Debo ir a comprar unas cosas y alistar mi maleta, nos vemos más tarde Omi-Omi.

—No sé para qué viniste cuando no has empacado tus cosas. —Atsumu le miró de soslayo, entrando en un supremo gay panic: No le diría sus verdaderas intenciones, como que quería ver que ropa interior llevaría ni nada por el estilo. No estaba enfermo ¿Ok? Era mera curiosidad por conocer la tela que pronto le arrancaría al atacante lateral—. Pero agradezco tu ayuda y no me gusta deberle favores a nadie-

ᴋᴀɪʀᴏꜱ [ꜱᴀᴋᴜᴀᴛꜱᴜ] ~ •ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora