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Se sentía un ligero vaivén en el barco, algo agradable a lo que los marineros estaban ya acostumbrados. Era otra noche común y tranquila en el Going Merry... Si no fuera porque me acababa de unir a la tripulación. No sabía a ciencia cierta que era una tripulación pirata cuando me uní, simplemente vi una oportunidad de trabajo y no fui lo suficientemente crítica. Aunque, era esto o nada, a decir verdad, en mi isla no había suficiente trabajo para nadie.

Llevaba un poco más de unos cuantos meses desde que había zarpado junto con ellos. Todo un trimestre de sueño a medias, pues el ir y venir de las olas no hacían más que generarme un sentido de angustia y mareo que apenas y me dejaban descansar.

"Ayúdanos con nuestro barco mientras navego por la gran ruta marina." me había dicho un pelinegro entusiasmado. Creo que tuve que haber adivinado que era un pirata.

Quizá fue una decisión muy brusca trabajar en un barco sin saber nada sobre la tripulación. Oh dios, y son piratas, a los piratas los atacan y hay muerte y violencia y dios mio ¿Me puedo ahogar? Definitivamente.

Esta noche habían cambiado un poco los lugares donde acostumbraban dormir y justo me había tocado en el medio de toda la porción masculina de la tripulación. Eso para los demás realmente no era un problema, pero ojalá hubiera quedado cerca de la puerta para poder salir a hiperventilar sin despertar a nadie. La simple vergüenza que sentía al siquiera pensar en la reacción que tendría alguien en la tripulación al verme a medio ataque de pánico por algo a lo que ya debía haberme acostumbrado era suficiente para hacerme querer saltar por la borda... De no ser porque le tengo tanto miedo a la borda, claro está.

Llevaba un buen rato acostada, mirando al techo y apretando fuertemente los puños para ignorar el nerviosismo que sentía en ese momento. No, no era remotamente suficiente, sentía que en cualquier momento estallaría en llantos.

"Ridículo" me dijo alguna voz en mi mente.

Y ese fue mi punto de quiebre.

En un intento desesperado por no molestar a nadie más, rápidamente bajé de la hamaca en la que se encontraba, intentando no hacer el más mínimo ruido.

En cierta manera lo logré, es cierto que técnicamente, el ruido no provino de mi.

Un gruñido leve sonó bajo mis pies, aparentemente me había parado sobre alguien que sonaba entre molesto y dolido. Realmente no podía distinguir quién fue en la oscuridad que reinaba, y aún no reconocía sus voces, además que iba con prisa.

Intenté disculparme, pero la vergüenza sólo hizo que mi estado empeorara, no salían palabras, sólo sollozos. No tuve más remedio que salir corriendo hacia el exterior, sin siquiera voltear a ver quién había sido el afectado.

Esto es patético.

Busqué un rincón fuera, y me limité únicamente a deslizarme con las pocas fuerzas que sentía por la pared, sentándome en el suelo. El cuerpo me temblaba, y el aire del mar salado entraba rápidamente a mis pulmones, siendo expulsado a la misma velocidad. En tierra firme, había aprendido a controlar un poco mis ataques de pánico saliendo a tomar aire fresco, pero el ahora ver kilómetros y kilómetros de un peligroso e iracundo mar no me ayudaba a calmarme para nada.

Además, en tierra firme no estaba rodeada de desconocidos que muy fácilmente podrían juzgarme por todos los defectos que tengo. Y mi subconsciente se encarga de recordarme que son muchos.

- Hey si quieres huir de nosotros creo que tendrás que esperar a encontrar tierra firme. - Escuché una voz burlona a lo lejos. - ¿Dónde te metiste? ¿De verdad estás intentando escapa... - Se detuvo la voz al estar enfrente de mi. - Oh.

Sonrisas. ¦¦ Zoro Y Tú ¦¦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora