Pasaron horas, tiempo donde mi ansiedad se transformó en un latente deseo de molestar a Zoro, por lo que había estado tras de él dándole ligeros golpes cuando se distraía, haciendo que este se molestara y refunfuñara bajo el aliento, pero igual intentando ignorar mi existencia.
Todo era muy divertido para mi, hasta que noté que el cielo había cambiado y ahora era oscuro. Fue en ese momento que recordé que íbamos a volar en una corriente, como los locos que somos. Curioso, porque yo era una persona bastante cuerda antes de unirme a la tripulación. Creo que fue en el momento que empecé a considerar la propuesta de Luffy de abandonar todo lo que conocía y acompañarlo el día que mi cordura y yo nos separamos, probablemente dejándola atrás en alguna parte de mi ya abandonado taller.
Fue hasta que empecé a escuchar las órdenes de buscar un remolino, y empecé a sentir las fuertes olas engullirnos que empecé a cuestionarme todas las decisiones que me habían llevado a ese punto. ¿Tan aburrida era mi vida anterior que me había impulsado a hacer esta clase de locuras? ¿Realmente disfrutaba poner mi vida sobre la línea por un sueño que no siquiera era mío? Y la verdad es que sí. Cada día desde que abandoné casa había sido una maravilla tras otra. ¿Y la gente que había conocido? Maravillosa. No puedo recordar mi vida antes de tener el constante apoyo de todos. De Zoro, más que nada, por más que quisiera negarlo.
— ¡Eso no es un remolino, es un maldito hueco en el mar! ¡Regrésenme a mi casa! — Exclamé al volver a la realidad, viendo esa monstruosidad en medio Del Mar.
Era como un hueco enorme.
— Es un poco tarde para arrepentirse, ¿No crees? — Se burló Zoro tras de mi.
¿Cómo podía estar tan tranquilo?
Tenía una sonrisita condescendiente en el rostro, y con la mirada señaló a Luffy, quien se encontraba más que emocionado por la nueva aventura que se presentaba ante nosotros. Es chistoso, pero su presencia realmente parecía haberme caído como un rayo de sol. Hace unos segundos, todos hacían su parte mientras pensaban que esta sería la forma en la que moríamos, y de un momento a otro todos estábamos dando lo mejor de nosotros, realmente esperanzados por lo que pasaría luego de esto.
Luffy era como un día soleado luego de una semana de lluvia sin fin, y me alegraba tenerlo como capitán. Ahora entendía por qué Zoro lo obedecía tan devotamente, y empezaba a preguntarme si yo también debería hacerlo.
O, bueno, creo que ya lo hago.
El barco se estremeció, sacándome de mis pensamientos, y cuando volteé a ver al mar, pude ver cómo se alejaba de nosotros, pues comenzábamos a caer, tragados por el remolino. Esto no podía ser bueno. Los únicos desenlaces que podía ver en esta situación eran:
A) Una corriente aparecía de la nada, nos mandaba a volar y moríamos ahogados.
B) El remolino nos tragaba y moríamos ahogados.
No podía decidir cuál era el escenario que prefería.
Me aferré como pude a la cubierta, como si mi vida dependiera de ello. Aunque, bueno, sí lo hacía.
— ¡Aférrense a mis pectorales, chicas! — Oí a Sanji a lo lejos.
No, gracias. Ni tiene. Ni siquiera noté en qué momento se había levantado el rubio para intentar corretear a Robin, quien sólo lo mantenía alejado usando su poder. ¿Cómo tenía energía para eso en un momento así?
Pero sí noté luego de unos momentos cómo inconscientemente había buscado la mano de Zoro como una especie de apoyo emocional, en caso que fuéramos a morir y eso.
Pero nada, no pasó absolutamente nada. Así que quedé como idiota con la mano pasmada sobre la del espadachín. Ninguno dijo nada, no valía la pena la vergüenza que sentiríamos.
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Sonrisas. ¦¦ Zoro Y Tú ¦¦
Fanfiction"Entonces lo entendí, su sonrisa ilumina mi mundo."