CAPÍTULO 40

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STAY
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Leanne

—Te extrañé mucho.

Recibo el abrazo que me da Lidia cuando se acerca a mí. Es uno de esos abrazos reflexivos en los que nos quedamos en silencio por un par de segundos, en la espera de que alguna de las dos sea la primera en romperlo.

Lidia estuvo fuera de la ciudad por unos días, por lo que, no pude verla hasta hoy. Acaba de regresar de su país natal y quedamos para vernos.

—¿Quieres hablar?

Es ella la que rompe el silencio.

La miro, me indica con un leve gesto de cabeza que me sienta libre de tomar asiento sobre el sofá de la sala de su departamento y así lo hago.

—Lo de la revista fue un desastre... —dice—. No lo pude creer cuando vi esa portada.

Me paso las manos por el cabello.

—Sí, lo es.

—¿No sabes quién lo hizo público?

Niego, llevándome las manos a la cara.

—Hey, tranquila.

—Estoy cansada de esta mierda.

—Pronto se solucionará. ¿No hablaste con Edward al respecto?

—No.

—Si no hablan, no encontrarán nunca una solución —dice—. ¿No quieres eso? ¿Hablar y solucionarlo de una vez? Los dos se ahorrarían suficientes problemas, y eso que ya tienen mucho con la presión de los medios por el escándalo con esa revista.

—Es más complicado de lo que crees. Después de la amenaza de aborto, siento que todo se cae a pedazos con el transcurso de los días.

—Necesitas eliminar el estrés de tu vida, Leanne. Mi consejo es que traten de hallar una solución o...

La miro.

—¿O qué?

—O, tal vez, lo mejor es que se den un tiempo.

Aprieto mis labios.

»Solo es una sugerencia, no lo digo como si fuera la única opción que puedes tomar. Si crees que deben tomarse un tiempo, entonces tómate todo el tiempo que necesites. Y si él te ama tanto como dice hacerlo, lo respetará.

La última vez que nos tomamos un tiempo fue después de que le diera la noticia de mi embarazo. Incluso creí que firmaríamos los papeles de divorcio por lo terrible que fue la situación.

—Honestamente, no tengo idea —admito.

—¿Por qué no hablan? Les falta comunicación.

Temo perder el control, cometer una locura, que iniciemos otra pelea que termine en un descontrol por parte de ambos... No sé, tal vez es porque somos un constante remolino de problemas que arreglamos a nuestra manera. Y cualquiera que nos viera, pensaría que estamos locos.

—Ni yo lo sé. Estoy enfadada... y no principalmente con él, es por cómo las personas siguen metiéndose en nuestro matrimonio como si tuvieran el derecho a hacerlo, por toda la mierda que tenemos que soportar, en especial yo. ¿Qué más sigue? ¿Acaso su madre nos obligará a firmar los papeles de divorcio?

—Bueno, tampoco creo que llegue a ese extremo.

—No la conoces, créeme. Está completamente loca.

—Deberías descansar, pensar un poco y luego tomar la decisión que crees que te favorece. Ambos se deben una conversación, no pueden estar una semana sin hablar.

Caricias PeligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora