CAPÍTULO 18

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Leanne

La palma de mi mano se humedece con el mero contacto sobre el vidrio empañado de vapor. Su cuerpo se acopla al mío, nuestras respiraciones aceleradas se colisionan conforme arremete en mí y manosea mis senos. Nuestros cuerpos chocan con fuerza y mis gemidos se oyen en todo el cuarto de baño. Me muerdo los labios al vernos reflejados en el espejo; él embistiéndome por detrás, me toma con posesividad y su boca se prende de mi cuello. Arremete con fuerza, mordisquea y chupa mi piel y me toma por la cintura para acercarme más a él.

—Edward. —Suelto el aire con fuerza.

Reduce la velocidad de sus movimientos, entrando y saliendo con lentitud. Mi cuerpo clama a gritos el orgasmo que está demasiado cerca.

—¿Vas a correrte ahora? —Desciende su mano derecha por mi muslo hasta alcanzar mi sexo. Un tembloroso gemido abandona mis labios y me echo hacia atrás con tal de sentir su erección con más profundidad.

—Sí.

Sus movimientos lentos son tortuosos.

—Más rápido —jadeo—. Edward... no te detengas ahora.

Siento sus labios en mi cuello al tiempo que se mueve con lentitud. Aprieto mi mano alrededor del borde de la estructura del lavabo. Estoy muy cerca. Sus dedos tantean mi mandíbula y me muevo, ansiosa. Nuestras respiraciones erráticas son como una en dos, acelera el incesante movimiento que me lleva al límite cuando el orgasmo me moja las piernas. Apoyo las manos sobre el lavabo y dejo que siga embistiéndome hasta que se corre en mi interior.

Me vuelvo hacia él y dejo que sus labios atrapen los míos. Me recargo sobre el lavabo mientras deslizo mis manos por su camisa desabotonada, sus manos aprietan mi cintura y me sienta sobre la superficie.

—¿Ya te sientes bien? —interrogo.

—Estoy bien.

—A mí sigue sin parecerme normal que vomites.

—Estoy bien. —Me repite lo mismo y antes de que pueda volver a protestar, su boca aprisiona la mía y me besa solo como él lo hace—. Me tengo que ir.

—Suerte —susurro. Compartimos una mirada y él me deja a solas dentro del cuarto de baño.

Me bajo del lavabo y observo mi reflejo en el espejo; estoy despeinada, mi boca está hinchada y la zona de mis caderas enrojecidas. Apenas desperté, me metí dentro del cuarto de baño para cepillarme los dientes y Edward me interceptó para follarme.

Abro el grifo de la ducha, ordeno mi pijama que yace tirado en el suelo y me meto bajo la ducha para proceder a enjuagarme el cabello. Una vez termino con ello, regreso a la habitación con una toalla envuelta alrededor de mi cuerpo y abro el closet en busca de ropa cómoda. No tengo nada qué hacer hoy. Estoy fuera de las pasarelas momentáneamente, sí, pero tengo alguna que otra sesión de fotos en mi agenda. Que me hayan quitado del camino por un tiempo no significa que no tenga otras responsabilidades, con suerte, el asunto de la pasarela cobrará irrelevancia dentro de unas semanas. Lo que evité hacer estos últimos días fue leer periódicos o revistas relacionados al chisme para prevenir el disgusto que no estoy dispuesta a soportar. Ya tuve lo suficiente. Oí poco de lo que se dijo y no me interesa oír más. Si se dice algo que necesita una rueda de prensa, Rebecca me lo hará saber, mientras tanto, todo sigue su curso y me enfoco en mi vida personal. Ya me perdí un desfile que tomaba lugar en París ayer, fue frustrante oír a la gente hablar de aquel desfile sabiendo que yo no pude asistir por mi nueva condición que Chelsea impuso.

Estuve utilizando este tiempo para pensar en todo.

Chelsea jugó sucio, la muy perra cruzó un límite que jamás creí que cruzaría. Nunca vi a Chelsea como una amenaza; siempre se trataron de palabras vacías con insultos patéticos que nunca me ocasionaron nada, no obstante, esta vez, hizo algo que no pensé que haría.

Caricias PeligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora