CAPÍTULO 19

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KARMA IS A GOD
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Leanne

Regresar a la pasarela es algo que ansié desde que Chelsea me dio esa mala jugada. Mi cabeza no ha dejado de dar vueltas en busca de idear una forma de saldar nuestras cuentas pendientes hasta que hallé algo confidencial y coherente.

Ahora, hace unos dos días, acabamos de regresar a Milán.

—Eso es —digo—. Todo es información privada, nadie puede enterarse.

Está bien —habla el hombre desde la otra línea—. ¿Cuándo quiere que la noticia salga a la luz?

—Hoy. Hoy por la noche.

—Gracias por compartirnos esta información. Le prometo que mantendremos su identidad en el anonimato.

—Eso espero. Adiós.

Cuelgo la llamada y me paseo por mi habitación. Después de mi reincorporación, ya puedo reivindicarme en el desfile que se llevará a cabo esta noche. Si hay algo que me dará rabia será ver la cara de Chelsea después de lo que hizo, pero nada me dará más satisfacción que ver como se enardece con mi presencia y empieza con sus pataletas.

Cierro mi laptop, no sin antes enviarles un correo electrónico a Rebecca confirmándole lo que acabo de hacer.

Me pongo de pie.

¿Lo que acabo de hacer es riesgoso? Tal vez. ¿Me importa? No.

«La venganza es un plato que se sirve frío».

Me encamino a la ducha, despojo mis ropas y me doy una ducha rápida. Me seco el pelo, me calzo unos jeans junto con una remera básica de mangas color negro y dejo que las hebras de mi cabello caigan a los lados de mis hombros. Afuera del edificio, la limusina me recibe y Carlo me traslada hacia el sitio acordado con mi agencia. Miro la hora. Ya empezó a oscurecer la ciudad y el desfile empieza dentro de unas dos horas, debemos tener todo preparado. Angelo está más incontrolable de lo normal y me pidió ser puntual.

Aún sigo molesta con lo sucedido, ya me quedó claro que no me creerán porque no tengo pruebas; solo palabras. Lo sé, sé que no suena del todo creíble. Chelsea —de alguna forma retorcida—,  consiguió una coartada, y una de las modelos afirma que estuvo con ella cuando yo me "desaparecí", por lo tanto, quedé como una mentirosa ante Angelo. Ya logré superar un poco esa fase en la que estaba un poco amargada, aunque no niego que me enardece saber que no me creyeron y que me hicieron quedar como la mentirosa resentida cuyo único pasatiempo es recibir atención y decir mentiras cuando no es así. Este trabajo, esta agencia y este estilo de vida que llevo me lo gané yo sola. Pude haberlo conseguido por mi padre, sí, ya que él se ofreció un centenar de veces a ayudarme con mi carrera, pero elegí hacerlo yo. Todo lo que tengo me lo gané sola, nunca necesité de un segundo ni un tercero para llegar a la cima, por ende, no dejaré que Chelsea arruine lo que siempre fue mi sueño.

Tengo la vida que quiero, la fama que quiero, el hermano que amo y el marido que necesito. ¿Y me voy a dejar pisotear como si nada después de haber sido subestimada la mitad de mi vida por querer perseguir mis sueños y no esconderme bajo una personalidad creada para el ojo público que me persigue? Chelsea hizo una mala jugada.

—Señorita. —Carlo me abre la limusina y salgo—. Tenga una buena noche.

Le sonrío.

—Igualmente.

Me adentro en el lugar con rapidez y una vez llego al vestíbulo, noto varias miradas sobre mí. Las modelos hablan entre sí, dejo mi bolso en mi lugar, me alejo a otro sitio para despojarme mi ropa y colocarme una bata de seda y finalmente, me acerco a Lidia, quien ríe al verme.

Caricias PeligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora